¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Desafíos y dilemas de la prensa

“En medio del torbellino de informaciones direccionadas muchos candidatos aprendieron a temerles a los periodistas que cubrían campañas sobre el terreno”.

En algún momento de este mes el periodismo soltará un fuerte ¡ufff! No porque la tarea habrá terminado, sino porque se habrá librado de las intensidades (y los sobretiempos) de una campaña marcada primero por el encono y luego por la polarización, donde las candidaturas acapararon la realidad, y no le dejaron espacio a casi nada más.

Se salvó el tema de la pandemia, con las justas. Pero en las últimas semanas la multiplicación de las vacunaciones lo volvió algo menos político, quitándole titulares. En los debates de ambas vueltas la salud se prestó sobre todo a unos juiciosos saludos a la bandera, en los que todos ofrecieron más o menos lo mismo.

Incluso debemos sospechar que la masacre de Vizcatán fue intensamente publicitada por unos pocos días solo porque los medios sospecharon que ella podía influir en los resultados electorales. Al poco tiempo apareció la información de que tales matanzas son recurrentes en la zona, y el foco de toda la atención volvió a la campaña.

La mayoría de los medios tomó desembozado o discreto partido, pero para muchos periodistas individuales la cosa no fue tan sencilla. Algunos tuvieron que optar a regañadientes por la línea de su medio. Otros no tuvieron que hacerlo, pero igual les resultó casi imposible asumir una postura equilibrada en medio del fuego cruzado.

La sensación es que nunca las redes sociales han sido un contrapeso tan fuerte a los medios establecidos, por momentos relegándolos a un segundo plano. Allí sí que el partidismo estuvo en todo su esplendor, y prácticamente cada teléfono del país se convirtió en una angustiada oficina de divulgación electoral, por lo general advirtiendo contra la desgracia.

En medio del torbellino de informaciones direccionadas muchos candidatos aprendieron a temerles a los periodistas que cubrían campañas sobre el terreno. Pero a pesar de las ocasionales negativas las entrevistas, unas cuidadosas y otras al paso, florecieron. Es probable que nadie se haya quedado sin decir lo que quería, para su beneficio o no.

En algunas versiones el junio pos-electoral se parecerá mucho a estos días, o incluso podría empeorar, con un festival de reclamos a la votación o el escrutinio. Es obvio que para los teclados del periodismo no hay descanso.