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El sumidero final del infierno

“Es así como llegaremos a nuestro bicentenario. Cayendo en ese sumidero depresivo, en el que se nos pretende confiscar la visión de futuro, casualmente uno de los señalizadores de la depresión”.

Dante debe llegar, de la mano de Virgilio, a lo más profundo del infierno, ahí donde confluyen los ríos, para encontrar a los traidores. En la Divina comedia hay que llegar al borde del octavo círculo para asomarse al pozo del Cocito: ahí son castigados quienes han cometido los peores crímenes contra la humanidad. Estamos en el fondo. Los traidores se encuentran en zonas continuas. En la primera, Caína, están los traidores a su familia. En la segunda, Antenora (cuyo nombre deriva de Antenor como el anterior de Caín), se encuentran EL SUMIDERO FINAL DEL INFIERNO los traidores a la patria. Al final del canto, Dante contempla a dos: uno le muerde al otro la nuca.

¿Suena familiar la descripción? ¡Todo el mérito es de Alighieri! Los traidores políticos son quienes anteponen sus intereses personales o de grupo a los de las personas a quienes deberían representar y proteger. Por ejemplo, una población es diezmada por una peste incontrolable y ellos priorizan las ganancias de sus negocios, la prescripción de los delitos de los que están acusados. Para esto dan leyes que los favorecen o encubren. Sus rostros han perdido toda traza de vergüenza o escrúpulo (este requisito es sine qua non).

No conformes con estas actividades corruptas en medio de una tragedia espantosa, conspiran aliándose con personajes de poca monta, los que siempre pululan en los pasillos del poder, para deshacerse del gobernante de turno. Cierto es que este último ha dejado muchos flancos abiertos. Su incapacidad para enfrentar la crisis de salud ha sido tan grande como la que ha demostrado en la política. Es un hombre solo, desconfiado y sin embargo ingenuo, cuyo mejor aliado es la espectacular mediocridad de sus enemigos. A su lado, tiene aires de estadista. Es probable que haya algún lugar para él en los espacios infernales diseñados por Dante (pintados por genios como Botticelli, Blake o Doré). Pero eso no lo determinarán los futuros ocupantes de Antenora. No por ahora.

Es así como llegaremos a nuestro bicentenario. Cayendo en ese sumidero depresivo, en el que se nos pretende confiscar la visión de futuro, casualmente uno de los señalizadores de la depresión. Robarle los ahorros y la esperanza a una población diezmada y empobrecida: eso casi merece un nuevo lugar dantesco. La clásica consigna punk, no future (interpretada por los Sex Pistols) otrora nos hacía sonreír. Ya no.

La República

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