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Los viejos, los pobres, los enfermos

La vejez peruana no solo está en mayor riesgo. También son un grupo de edad donde suelen morder con particular fuerza los que el Inca Garcilaso llamó “rincones de soledad y pobreza”.

Aunque no parezca, este columnista tiene más de 65 años, y por tanto debe seguir en cuarentena, obviamente por su propia protección. No me siento más vulnerable que otros más jóvenes, pero las cifras de mortalidad y las advertencias de mis hijos son elocuentes. Aparece una división que antes no se notaba tanto.

No es la única división. Algunas regiones se van a mantener en cuarentena, y otras no, con las distintas consecuencias económicas que ello implica. Quizás para las poblaciones más afectadas la diferencia sea un aliciente sanitario. Les será difícil no sentir cierta injusticia, aunque sea la de una fatalidad.

Toda esta diferenciación geográfica con el telón de fondo de una desigualdad básica entre los pobres y los que no lo son tanto. La vejez peruana no solo está en mayor riesgo. También son un grupo de edad donde suelen morder con particular fuerza los que el Inca Garcilaso llamó “rincones de soledad y pobreza”.

¿Existirá algo así como una envidia por los que están saliendo mejor parados de la pandemia? No parece haberla ahora, en que todo está orientado hacia el reclamo de urgencia al Estado. Pero sin duda cada persona está viendo la situación a través de un cristal distinto, muchos de ellos enfocados con creciente furia.

Aunque pueda parecer algo extemporánea, una pregunta importante es sobre cómo puede influir en las elecciones el mapa de la pandemia del primer trimestre del 2021. Nos cuesta imaginar bolsones de electores agradecidos por una vida ya más libre del virus, y los votantes libres de los efectos de la crisis económica van a ser realmente pocos.

Más bien imaginemos grandes sectores de rencor activo contra todo lo que despida un aroma a oficialismo, nacional o local. Una oposición a las exigencias y efectos del virus, mezclada con la oposición a todo candidato sospechoso de representar al orden establecido. Será difícil que el virus no juegue un papel en las urnas del próximo año.

Probablemente es exagerado imaginar una revuelta viral liderada por los últimos confinados y los nuevos desempleados. Pero tampoco tiene sentido pensar que la pandemia no va a influir en las próximas elecciones. Ahora falta descifrar cómo.

La República

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