¿Anormalidad digital?

Jorge Yamamoto –un ponderado radiógrafo de la mentalidad peruana– llama “nueva anormalidad” a todas las conductas anómalas de los peruanos cuando se relacionan socialmente y que pueden generar efectos no deseados en la etapa post-cuarentena.

Si existe una “anormalidad cívica”, ¿puede existir una “anormalidad digital”? Es claro que luego de ciento siete días de confinamiento, los peruanos de casi todo el país han mejorado algo su experiencia digital: desde aprender a manejar los repositorios de contenidos de sus hijos –Aprendo en casa–, hasta organizar los populares “webinar”, entre otras habilidades digitales.

Estoy asumiendo, además, que esa experiencia fue positiva. Pero ¿si en verdad fue negativa, y solo arrastró las falencias existentes? Si eso es lo que realmente pasó, en la etapa post-cuarentena pueden aparecer dos escenarios: 1. Las falencias se refuerzan por efecto de lo mal aprendido, y el analfabetismo digital se amplía; 2. Las falencias se normalizan y aparece la “anormalidad digital”.

¿A quién le toca evitar la concreción de estos dos posibles escenarios? ¿Es solo tarea del gobierno y sus oficinas dedicadas? ¿No es ya tiempo de que en la sociedad civil también se organicen iniciativas que den continuidad a lo –eventualmente– bueno? La urgencia es más evidente ahora que se acaba la cuarentena y se acercan los cambios de gobierno.