Cuando el presidente Martín Vizcarra cita un artículo de la constitución que refiere la expropiación de la propiedad privada –sin mencionar la palabra expropiación en su discurso– estaba haciendo lo que bien ha aprendido: política. Sin embargo, con el reciente acuerdo publicado entre clínicas y gobierno, queda claro que estos discursos se los lleva el viento.
El bono universal falló y la estrategia económica del gobierno nos ha llevado a ser uno de los países más golpeados por la crisis. La empresa privada puso trabas a las pocas iniciativas que implicasen poner más dinero en las manos de la gente y el impacto más fuerte aún está por hacerse sentir.
La educación a distancia sigue siendo una meta inalcanzable. Tablets que aún no llegan (quizá ni lleguen) y sectores con cero conectividad, aquellos pueblos olvidados de siempre, sin servicios básicos, comiendo una vez al día, sobreviviendo gracias a la solidaridad de alguna olla común.
En este contexto, para quienes saltaron a decir que el Estado es ineficiente y que jamás haría un buen trabajo, una corrección: el Estado sería mucho más eficiente si se supiese administrar bien, algo en lo que muchos peruanos apuestan cada vez que contribuyen al fortalecimiento de las instituciones en las urnas y a través de sus impuestos. Lamentablemente, gestión tras gestión, la clase política optó por dejar al sector salud en el abandono total y hoy todo es más difícil y complejo.
¿Qué pasará en el mes de julio? La responsabilidad por nuestra salud, vida y bolsillos parece estar quedándose a la deriva para el gobierno, es decir, queda en nuestras propias manos.
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