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Cientos de miles de personas en Reino Unido son propietarias de apartamentos “que no valen nada”

El caso de la mexicana Natasha Foulkes-Arellano es uno de los más insólitos

Miles de jóvenes en Gran Bretaña vieron rota su ilusión del sueño de la casa propia
Miles de jóvenes en Gran Bretaña vieron rota su ilusión del sueño de la casa propia

Después de años de ahorrar y muchos sacrificios económicos, Natasha Foulkes-Arellano y su novio lograron comprar un departamento en la ciudad de Manchester, en Inglaterra (Reino Unido). Sin embargo, para Natasha y su pareja, el sueño de la casa propia se transformó en una pesadilla.

El edificio de Natasha no cumple con los nuevos reglamentos de prevención de incendios introducidos luego de la tragedia de la Torre Grenfell en Londres en 2017. La torre de viviendas sociales de 24 pisos fue consumida por un infierno de llamas en la madrugada del 14 de junio de ese año. 72 personas perdieron la vida, incluyendo 18 menores.

Con los nuevos reglamentos, cientos de edificios en Reino Unido pasaron de la noche a la mañana a ser considerados peligrosos. Y en ellos deberán colocarse nuevos revestimientos exteriores, sistemas de alarmas, balcones o puertas cortafuegos. Los costos podrían llegar en algunos casos a US$100.000 por departamento.

Otro caso es el de Ritu Saha, quien compró su apartamento en las afueras de Londres en 2015 y ha debido enfrentar además el costo de las “patrullas o brigadas despertadoras”.

“En noviembre de 2017 de pronto aparecieron en nuestro edificio dos guardias con chalecos amarillos que caminaban por el lugar con megáfonos para despertar a los residentes en caso de incendio”. Fue apenas el comienzo de la pesadilla, según relató Ritu a BBC Mundo.

Natasha, Ritu y miles de personas en su situación son lo que se conoce como leaseholders. Son dueños de sus departamentos, pero otro individuo o compañía, llamada freeholder, es dueña del terreno y de la estructura del edificio.

“Para explicarlo en términos simples, nosotros somos como inquilinos pero a muy largo plazo”, explicó Ritu.”Mi contrato por ejemplo es de más de 100 años, pero debe ser extendido cuando cae por debajo de 80 porque hacerlo después es mucho más caro”.

“Yo no puedo, por ejemplo, renovar nada en mi apartamento o tener una mascota, sin pedir permiso al freeholder”, añade Ritu. El dueño del terreno es quien se encarga del mantenimiento del edificio, pero el costo de los arreglos es transferido luego a los propietarios de los departamentos. Si no pagan, su contrato puede ser cancelado.

En respuesta a la campaña de los propietarios y la presión de algunos legisladores, el gobierno del primer ministro Boris Johnson anunció fondos por un monto total de cerca de 5.000 millones de libras (unos US$7.000 millones) para solventar las renovaciones. Estimaciones en la prensa británica señalan que ese dinero solo cubrirá un tercio de las obras necesarias.

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