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2020: luchas políticas y religiosas

“Las movilizaciones en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia son muy distintas entre sí, pero todas expresan el levantamiento contra antiguas injusticias y nuevos abusos”.

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En el Perú, el 2019 ha sido un año de progresos. El 2020 asoma como un año de incertidumbres.

Los progresos se refieren, en primer lugar, al combate contra la corrupción. En el 2001 habíamos visto a dueños de canales y jefes militares corruptos, juzgados y encarcelados. En el 2019 hemos visto a expresidentes y grandes empresarios, sometidos a la justicia, como peruanos “de segunda” o como cualquier perro de hortelano.

También hemos progresado en la conciencia de los derechos humanos y en la capacidad para solucionar pacíficamente nuestras diferencias. En cambio, hemos avanzado poco en cerrar las brechas de desigualdad; en educación, en salud, en seguridad pública y en crecimiento económico.

En el 2020 puede pasar cualquier cosa. Podemos tener un Congreso que precipite la deslegitimación de la política y desemboque en el desmadre social. Pero también, ojalá, puede predominar la sensatez, para recuperar la lucha contra la corrupción, las reformas, el crecimiento económico y la disminución de la desigualdad.

En cuanto a América Latina, Venezuela desfallece en su prolongada desgracia, mientras emerge una nueva derecha radical, que propugna: (1) la homofobia agresiva, que disimula y oculta la pederastia; (2) el “con mis hijos no te metas”, que minimiza la creciente ola de feminicidios y violencia contra la mujer; y (3) el fantasma de un chavismo omnipresente y omnipotente, usado para defender la corrupción existente y proscribir la igualdad de género. Todo esto, Biblia en ristre y TIAR a la mano, intenta retrotraernos a la época de las guerras religiosas o a la defensa eclesiástica del Antiguo Régimen frente a la Revolución Francesa y el liberalismo del siglo XIX. O a la guerra cristera que sacudió a México en el siglo pasado. Solo que la Iglesia Católica ya no está en nada de esto. El Papa Francisco ha terminado de abandonarlos. Felizmente.

Hoy, en cambio, existe una nueva capacidad de defensa social. Las movilizaciones en Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia son muy distintas entre sí, pero todas expresan el levantamiento contra antiguas injusticias y nuevos abusos.

Las perspectivas para el 2020 son prometedoras. En Chile, habrá una nueva constitución que tendrá que recuperar derechos sociales, sacrificados por la obsesión del crecimiento de los negocios a cualquier precio. En Bolivia, tendremos unas elecciones cuya primera garantía de limpieza es el Presidente del Tribunal Electoral, Salvador Romero; y que parece que serán definidas entre el sensato Carlos Meza y el MAS de Evo Morales, dejando atrás los mesianismos de la derecha radical. Argentina tendrá que remontar, otra vez, una herencia extremadamente compleja y difícil, insuperable a través del empobrecimiento colectivo propiciado por Macri.

México y Argentina, con todas sus dificultades, representan una suerte de balance frente a la derecha radical. En este cuadro, la candidatura peruana a la OEA ha de servir a la búsqueda de convergencias. Esto significa dejar de lado el alineamiento de algunos gestos extremos, que solo sirvieron para ostentar una inútil docilidad.

Rafael Roncagliolo. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.