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“La balsa del sexo”, un extraño experimento grupal de 101 días sobre la violencia humana

Un grupo de personas protagonizó un viaje transocéanico de 11 meses en el Atlántico a bordo de la reducida balsa Acali. Búsqueda de poder, locura y hasta desamor se vivió allí.

Balsa original de experimento Acali. Foto: Santiago Genovés
Balsa original de experimento Acali. Foto: Santiago Genovés

Seis mujeres y cinco hombres aislados en el Atlántico durante 101 días ¿Qué podía salir mal? Un 13 de mayo de 1973 el variopinto grupo de diferentes nacionalidades, religiones y contextos sociales -seleccionados “para crear tensiones en el grupo”- se embarcaron en uno de los experimentos antropológicos más extraños, a bordo de la basa Acali.

La idea fue concebida por el antropólogo hispano-mexicano Santiago Genovés, quien también se hallaba a bordo de Acali. ¿Su objetivo? Conocer y estudiar los orígenes de la violencia humana y la dinámica de la atracción sexual.

“Quería descubrir la forma de crear paz en la Tierra”, dijo el antropólogo a la capitana de la rudimentaria balsa construida por él mismo.

El mar fue el medio aislante ideal para Santiago Genovés. Así, aquel 13 de mayo la balsa Acali fue arrastrada a mar abierto desde Las Palmas, en las islas Canarias, para encaminarse hacia su destino final: la isla Cozumel, en México.

Una mujer sueca, una doctora judía, un fotógrafo japonés, un restaurador griego, un sacerdote de Angola, una mujer norteamericana blanca, una mujer afroamericana, una mujer árabe de Argelia, un uruguayo, una mujer francesa y el mismo Genovés emprendieron una extraña aventura en busca de desentrañar el porqué de la violencia desplegada por la humanidad.

Todos ellos decidieron embarcar en la balsa de 12 metros de largo por 7 metros de ancho, en aquella pequeña embarcación impulsada únicamente por una vela y que apenas poseía una pequeña cabina en la que compartirían el lecho de sueño tanto los hombres y las mujeres.

Un experimento ideado para desencadenar conflictos

Desde el inicio, el antropólogo diseñó estrategias para que el conflicto estallara constantemente en Acali. Lo primero que hizo fue nombrar, deliberadamente, a dos mujeres en los puestos más importantes a bordo: el capitán fue la mujer sueca y el médico a bordo fue un cargo asignado a la doctora judía.

Dejó para los hombres las tareas más insignificantes.

“Me pregunto si darles el poder a las mujeres llevará a tener menos violencia. O si habrá más”, se interroga Genovés.

Una “balsa del sexo” donde las relaciones sexuales eran casi inexistentes

Una vez que Acali zarpó, los medios de comunicación crearon historias sensacionalistas basadas en los pocos minutos de contacto radial con la balsa.

Titulares como “Las orgías en la balsa del amor", “El secreto de la balsa del amor” y hasta escritos dedicados al hecho de que el capitán usaba un bikini, hicieron que el proyecto antropológico de Genovés se empezara a conocer como “la balsa del sexo”.

Sin embargo, aunque la realidad de Acali no era como la pintaban los medios masivos, las relaciones sexuales sí se hallaban presentes en los experimentos preparados por Genovés.

Por ello, él seleccionó participantes que eran sexualmente atractivos, según cita la BBC. Él consideraba que existe una “conexión entre la violencia y la sexualidad”, según experimentos realizados con simios.

“Como el sexo está ligado a la culpa y a la vergüenza, dispuse entre ellos a Bernardo, un cura católico de Angola, para ver qué pasa”.

Genovés notó el acercamiento entre el fotógrafo japonés Yamaki y una mujer estadounidense. Tiempo después optó por el suicidio, puesto que él intentó saltar por la borda porque, según él, odiaba las fotos que había tomado sobre el experimento. Más tarde se supo que Mary lo había rechazado.

“La vida sexual en ese ambiente tan promiscuo no fue lo que la gente se imaginó. Fue pobre y escasa. Cualquiera que haya navegado sabe lo que significa andar en una balsa tan endeble a la que solo le impulsa una vela. Permanentemente se están rompiendo cosas y no hay tiempo para pensar en la vida sexual; las guardias hay que respetarlas y la intimidad casi no existe. Todo eso es inhibitorio para la vida sexual. Además, todos teníamos que hacer nuestras necesidades en un espacio abierto que había sobre una borda, a la vista de todo el mundo, y a nadie le llamaba la atención”, reveló años más tarde el uruguayo José María Montero a Faro de Vigo.

El estallido de conflicto y la cooperación en Acali

Cuando los ánimos ya se hallaban caldeados por los conflictos internos entre los participantes, exactamente un 13 de julio, se produjo un accidente: se desprendió una de las palas del timón del Acali. Como se hallaban en altamar, las posibilidades de encontrarse con tiburones eran muy altas.

Genovés saltó al mar, sin dudarlo, para inspeccionar los daños. Fue en ese momento cuando notó que todos los participantes habían asumido su rol y sabían perfectamente qué hacer.

En el libro que escribió sobre la experiencia explicaba que no hay nada como la amenaza de peligro para el surgimiento del espíritu de equipo.

Acali y la maquinación de un posible asesinato

Sin embargo, su propio comportamiento adquirió tintes tan oscuros, que su tripulación fantaseó con asesinarlo, según revelaron algunos participantes para el documental “La Balsa”.

Según el testimonio de la capitana Maria Björnstam, Genovés terminó comportándose como “un dictador”, a tal punto en el que fue él el hombre que le quitó el mando y se declaró capitán.

“Su violencia psicológica era difícil de soportar”, reveló el japonés Eisuke Yamaki.

En ese contexto de tensión recurrente, los voluntarios confesaron que ellos imaginaron desde tirarlo “accidentalmente” por la borda hasta inyectarle medicamentos para provocarle un paro cardíaco. "Con la mano de todos en la jeringa”, para que absolutamente todos sean responsables.

"Me dio miedo de que escalara hasta el punto que lo hiciéramos. Me asusté. Como estábamos en el mar, no era como cuando estás en la tierra: nada era normal.

Fé Seymour rememora para el documental “La Balsa” que ella temió sobre la capacidad grupal de “hacer algo terrible para sobrevivir”

“En ese momento me di cuenta de que teníamos la capacidad de hacer algo terrible para sobrevivir”, recuerda Fé Seymour en el documental “La Balsa”.

Violencia y poder

“La búsqueda del poder fue el primer factor de violencia en la balsa y lo es en el planeta”, concluyó Genovés, que escribió varias obras su sinigual travesía, entre ellas Acali o Por qué Acali, según reseña El País.

El experimento tuvo gran cantidad de detractores entre la comunidad de antropólogos. Aún así, Genovés continuó con sus aventuras flotantes, pues más tarde navegó él solo “para conocerse a sí mismo”.

Fuentes: BBC, El País, Acali

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