Una familia de Lambayeque alquila abejas para polinizar campos agrícolas y está tratando de desarrollar un tipo de abeja que sea amigable con el hombre. Esta es la historia de su emprendimiento.,Josué Sánchez (18) sonríe. Una abeja trepa por su labio inferior. Josué sonríe pero mantiene los labios apretados, no vaya a ser que la pequeña traviesa se introduzca a su boca. Otra abeja camina por el borde de su ojo derecho y otra avanza peligrosamente hacia una de sus fosas nasales. En este momento, el muchacho tiene unas 25 mil abejas sobre su cuerpo. Pero está tranquilo. No pasa nada, dice. Y sonríe. Su padre, Luis Sánchez Sucuple (46), también demuestra tranquilidad. Es uno de los apicultores más importantes del norte del país y dice haber modificado de tal manera a las abejas de miel con las que trabaja que cada vez son más amigables con el hombre. Pican poco, cuando pican. Y su hijo querido, con 25 mil aguijones a punto de clavarse en su cuerpo desnudo de la cintura para arriba, nos lo está demostrando. –No nos pican. A Josué no lo pican, a nosotros tampoco– dice. –Si fueran agresivas ya hubiéramos corrido todos, hasta 500 metros nos alcanzan. Aquí también está Aurelio Sánchez Sandoval, el padre de Luis, el abuelo de Josué. Tres generaciones de apicultores, miembros de una dinastía de amantes de las abejas que comenzó a inicios del siglo pasado con el bisabuelo, aquí, en este hogar de zorros, ardillas y pacasos, entre los algarrobos y vichayos que pueblan este mágico lugar entre las provincias de Lambayeque y Ferreñafe: el Bosque de Pómac. Seleccionar a las mejores –Aquí llegó Nadine Heredia– cuenta Luis Sánchez mientras caminamos por el claro de bosque donde Josué acaba de terminar su exhibición. Por cierto, lo picaron tres abejas. Tres de 25 mil. No está mal. La ex primera dama vino en febrero del año pasado, en un recorrido para promover los atractivos turísticos del Bosque de Pómac. Luis cuenta que no quiso ponerse el traje blanco de protección que otros –como este periodista, alérgico a las picaduras– se ponen. No pasó nada: ninguna abeja la picó. El dueño de la Apícola Bet-Aven del Norte me explica su método para tener abejas cada vez menos agresivas: identificar las colmenas con los individuos más trabajadores, limpios y mansos y propiciar solo la reproducción de sus reinas, eliminando a la par a las reinas de las colmenas con miembros poco productivos y virulentos. En apariencia, nada del otro mundo pero, según el apicultor, muy efectivo. Tanto esfuerzo no es solo para hacer las tareas apícolas menos incómodas y dolorosas. Los Sánchez son productores de miel, polen, propoleo y jalea real. Luis la produce y se la vende a su hermano Aurelio, que, con su marca, Toyva, la distribuye en todo el norte y en los principales supermercados de Lima. Pero los ingresos más importantes de esta apícola provienen de una actividad poco conocida: el alquiler de abejas a las empresas agrícolas para la polinización cruzada. Familia de fe Fue hace unos 10 años cuando la empresa Agrokasa contactó a Luis para que le alquilara 186 colmenas. Luis aceptó, pero les confesó que sabía muy poco de esa tal polinización. ¿Para qué las querían exactamente? Le explicaron que las abejas son ideales para transportar el polen de las plantas macho a las plantas hembra en los campos de cultivo. Esa polinización es clave para que árboles como los del palto puedan producir. Solo en Barranca, Agrokasa siembra 1,200 has de palta. Necesitan muchas, muchas abejas. Y Luis Sánchez se ha convertido en uno de sus principales proveedores. El empresario y su familia son cristianos practicantes (el nombre de su empresa alude a una historia del rey Saúl) y creen que su fe en Dios los ha ayudado a prosperar. Hace cinco años, cuando Luis recibió el Premio CITI a la Microempresa, tenía unas 700 colmenas. Hoy ya está cerca del millar. Y se está proyectando. Josué ingresó este año a la universidad a estudiar Zootecnia. Cuando acabe la carrera, Luis lo mandará al extranjero a especializarse. Quiere que aprenda a inseminar artificialmente a las abejas para perfeccionar su método de selección de las más dóciles. Calcula que en unos cinco años se triplicará el área de cultivos regados por el Proyecto Olmos y que la demanda de abejas para polinización se incrementará. Para entonces quiere que las suyas sean las más nobles y trabajadoras de todo el norte.