Trump y su relación con América Latina
Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos por segunda vez levantando la bandera del cierre de puertas a los inmigrantes, poner barreras arancelarias y hacer grande nuevamente a América. ¿Cómo será su política con los países latinoamericanos? Expertos advierten que su enfoque proteccionista no augura buenos tiempos para la región.
En la campaña a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump posicionó la idea de que los inmigrantes les quitan el trabajo a los norteamericanos y es necesario cerrar la frontera o deportar a los que ya están allí. Si en su primer gobierno ofreció construir un muro en la frontera con México, esta vez ofreció expulsar a 12 millones de inmigrantes irregulares. En sus mítines, sus seguidores iban con carteles que decían “Mass Deportation Now” (deportaciones masivas ahora) ¿Podrá hacerlo?
Parece que no. Una operación de esas características, además de ser gigante, podría costar unos US$900.000 millones, según cálculos del Consejo Americano de Inmigración. Y habría problemas logísticos: tendría que movilizar a los diferentes cuerpos de seguridad norteamericanos, incluido el Ejército, además de que algunas ciudades de signo demócrata se opondrían y pasarían a ser “ciudades santuario”.
“La deportación es parte de su narrativa, pero es muy difícil de cumplir. Gran parte de la actividad agrícola la mueven migrantes ilegales. Y en el sector de construcción, los trabajadores son migrantes. Eso permite que el costo de alimentos y vivienda sean más bajos. En los últimos gobiernos, demócratas o republicanos, siempre ha habido deportaciones y van a continuar con eso, pero en menor medida”, señala Óscar Vidarte, internacionalista y politólogo de la Pontificia Universidad Católica (PUCP).
México, socio a la fuerza
La relación con México —con Claudia Sheinbaum también recién llegada a la presidencia— ha empezado con una advertencia: o detienen el flujo de migrantes y el tráfico de estupefacientes, o subirá los aranceles desde 25% hasta 100% a sus productos. “Donald Trump está dispuesto a aplastar a México con aranceles”, titula un artículo de The Economist. La enorme oleada migrante de Centro y Sudamérica, además de población de otros países que va rumbo a Estados Unidos, hace que México no pueda hacer mucho en la amplia y porosa frontera común.
“Eso nos da una idea de cómo va a ser su política con Latinoamérica. Con Trump nos alejamos de la posibilidad de cooperación para hacer frente a problemas conjuntos y nos acercamos más a una idea de amenaza, de imposición. Así entiende Trump las relaciones con países más pequeños”, apunta Vidarte.
El efecto de la deportación de inmigrantes se sentirá con fuerza en México y otros países centroamericanos, donde miles de familias viven de las remesas que sus familiares envían a casa desde EEUU. Por ejemplo, El Salvador recibió 4.756 millones de dólares en remesas, en el período de enero a julio del 2024. El dinero proveniente de Estados Unidos representa el principal motor económico de ese país.
Perú y el factor chino
La agenda de la relación bilateral entre Perú y Estados Unidos es conveniente para ambos y por ello podría permanecer en las mismas condiciones previas a la toma de mando de Trump. Pero el anuncio de que pondría hasta 20% de arancel a todas las importaciones “del resto del mundo” puede perjudicar la exportación de algunos productos peruanos a ese mercado, según el economista Jorge Gonzales Izquierdo.
Los votantes de Donald Trump confían en sus promesas de mejorar la economía. En la imagen, con carteles que dicen “Trump lo arreglará”. Foto: AFP
“Cuando Estados Unidos impone aranceles, casi el cien por ciento se traslada al precio del consumidor. Entonces, es de esperar que los productos peruanos que están entrando a ese mercado van a subir de precio para el consumidor norteamericano y si el precio sube se consumirá una menor cantidad. Y vamos a vender menos”, explica.
En general, los montos de intercambio comercial con EEUU no son tan grandes y la migración peruana tampoco: se estima en unos 500.000, con aproximadamente un tercio de esa cifra en situación irregular.
Para muchos expertos, Latinoamérica y el Perú no han sido nunca muy importantes para Estados Unidos, pero últimamente lo que ha llamado la atención del Gobierno norteamericano ha sido nuestro acercamiento a China, que se materializa con la construcción del megapuerto de Chancay, al norte de Lima.
“Para republicanos o demócratas, China es su principal competencia geopolítica. Ya las autoridades norteamericanas —de la administración Biden— levantaron la alarma con el puerto. Con Trump, la alarma puede ser más grande. Que China tenga el puerto más importante del Pacífico Sur, que va a cambiar la dinámica comercial en la zona, va a generar preocupación en términos geopolíticos. ¿Trump verá con tranquilidad ese acercamiento?”, se pregunta el politólogo Óscar Vidarte.
Democracia regional
Es sabido que durante su primer mandato, Donald Trump tuvo muy malas relaciones con Venezuela, que reconoció a Juan Guaidó como presidente y que incluso amenazó a Nicolás Maduro con una intervención militar. Eran tiempos en que Venezuela estaba muy cerca de Rusia y China, y Maduro afianzaba su autocracia. Ahora, a la luz de su discurso más aislacionista, Trump no tendría mayor interés en acercar relaciones con Venezuela, pero tampoco presionar a Maduro con el tema de la democracia en ese país.
“Trump no se caracteriza por sus valores democráticos. Venezuela no juega un papel geopolítico en la región y no creo que sea foco de atención como hace cuatro años”, precisa Vidarte. Su talante autoritario tuvo su clímax con el asalto al Capitolio en 2021, que él instigó. Quizá la principal preocupación con Venezuela sea frenar el flujo de migrantes que ha llegado a Estados Unidos en los últimos años.
En la región también hay aliados y amigos que saludan su triunfo: Javier Milei o Nayib Bukele. La mirada general es que su administración será mucho más vertical con la región que en los pasados tiempos.