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Domingo

Kayara, nacida para correr

Antes de la rueda, existieron los chasquis, la legión de mensajeros del Tahuantinsuyo. Eran preparados desde pequeños para correr miles de kilómetros. No hay registro de mujeres en esta labor. Kayara, una película de animación, rompe ese estereotipo.

Imagen del afiche promocional de la película
Imagen del afiche promocional de la película

El alumno César Zelada estaba fascinado con las clases de Historia del Perú. Memorizaba datos de los incas. Sabía, por ejemplo, que llegaron a construir la red de caminos más extensa del hemisferio occidental. Que unieron a seis países a lo largo de 39 mil kilómetros. Que trabajaron a mano porque no supieron de la rueda o el hierro. Estaba “enganchado”, recuerda ahora. No tuvo manera de saber lo otro.

La disyuntiva le llegó ya adulto, convertido en productor de cine y mientras ponía en marcha su proyecto más reciente. “En el colegio no puedes identificar lo severo de un imperio patriarcal —afirma el productor y guionista de Tunche Films—. Hace 500 años, las cosas tampoco iban bien en torno a la igualdad de género”. Las cosas no iban bien hace cinco siglos, durante el incanato. Entre otras cosas, las escuelas estaban divididas para varones (Yachaywasi) y mujeres (Acllahuasi). A ellas se les enseñaba a cocinar, tejer, hilar y preparar chicha; mientras que a ellos, la interpretación de los quipus y técnicas marciales. Los más diestros eran seleccionados desde pequeños para conformar la legión de chasquis, los mensajeros del Tahuantinsuyo. Eran, en general, hijos de los curacas; nunca mujeres. “Esto me sorprendió sobremanera. Fue un descubrimiento. Entonces, hace un año y medio, nació Kayara”.

Kayara que, en quechua, significa “flor del desierto”: una adolescente que desgaja estereotipos de género y se abre camino en una labor únicamente para ellos. Kayara, indomable entre andenes y valles majestuosos, tocando el pututo (instrumento de viento) frente a Machu Picchu, acompañada de su mascota, un cuy.

Avanzar contra todo

“Es la historia de una adolescente de 16 que crece admirando a su padre, dedicado a esa tarea, aunque a ella la ley no se lo permite. Su lucha es también una manera de cambiar la historia del imperio”, dice Zelada, cuyo film en 3D se encuentra en preproducción y ya ha logrado preventas en toda Latinoamérica.

El teaser fue presentado en Los Ángeles en noviembre de 2019, aunque la pandemia pospuso los planes de empezar la realización, programada para junio de este año. Kayara, mientras tanto, genera expectativa y se hace entrañable. “Aún no hay nada oficial, pero Netflix y Sony también han mostrado interés para mirar nuestro proyecto”, dice Zelada. Y cuenta, además, que no solo busca entretener con sus películas. “Me interesa dejar un mensaje. Esto también lo menciono a nombre de mi hermano, José. Estamos en esa onda. Ahora llegó Kayara, pero antes estuvo Ainbo. El cine nos ha llevado por ese camino”.

Ainbo es la historia de una niña shipibo que se enfrenta a la destrucción de su hogar debido a la minería ilegal. Aún no tiene fecha de estreno –la pandemia, otra vez–, pero tuvo un éxito arrasador en Hollywood: el film fue adquirido por Cinema Management Group (CMG), con sede en Beverly Hills. El presidente de la compañía, Ed Noeltner, celebró: “Era el proyecto de animación más comercial y atractivo que vimos en mucho tiempo”. “Ainbo fue inspirada en las leyendas que mi madre nos contaba cuando éramos chicos. Ella creció en la selva. Era la representación de mi mamá. Fui preproductor (de esa película). Con Kayara, en cambio, el mensaje se da por sí solo. No hay afán de crear política. Es un tema muy actual, creo que ha gustado por el mensaje necesario y urgente de la igualdad de género”, apunta César Zelada, admirador de las maratonistas Gladys Tejeda e Inés Melchor. Luego hace una pausa y suspira: “Kayara, por eso, es ‘flor del desierto’, el color entre la adversidad, el símbolo de la resistencia”.