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Domingo

Futbolistas ‘delivery’

Dicen que las crisis sirven para despertar la creatividad. Estas futbolistas emprendieron pequeños negocios tras el recorte de sus sueldos. Recorren Lima llevando sus productos a la puerta de sus clientes.

Cargan bidones de agua como si fueran pesas, improvisan sus salas como gimnasios caseros, corren en sus azoteas. Las futbolistas de la división femenina del club Universitario de Deportes retomaron esta semana sus entrenamientos de forma virtual, con miras a la Copa Libertadores Femenina 2020, -que probablemente se iniciará a fines de año- tras más de cien días de inactividad y desempleo.

En abril último, la crisis sanitaria dio un duro golpe al club -que ya arrastraba la contabilidad en rojo- y decenas de trabajadores, incluidas las futbolistas, fueron desvinculados hasta que terminara la cuarentena. Hoy, parece que las merengues ven una luz al final del túnel. El comando técnico las ha convocado y, aunque con el sueldo recortado al 50%, vuelven a tener un ingreso mensual. Uno que, comparado al de sus pares masculinos, aún es minúsculo.

Sin embargo, ¿cómo hicieron para mantenerse durante

los meses de confinamiento? La capitana del equipo, Cindy Novoa (24) lanzará esta semana su colección de poleras. Be brave! (¡Sé valiente!) es una de las frases que ha mandado a bordar en sus piezas hechas de franela reactiva de algodón peruano. Ideó su pequeño negocio varias semanas atrás cuando tenía incertidumbre sobre su situación en la U y su familia dejó de recibir ingresos: “Debíamos dos meses de Internet y mi her- mana dejó de estudiar Inglés. La cuarentena nos afectó mucho. Así es que mi mamá me puso las pilas”, dice la goleadora de la U, quien además estudió administración de empresas.

Apenas se reactivaron las actividades en Gamarra, Novoa se puso la mascarilla y el corta- viento con capucha y fue a hacer cola al emporio como decenas de clientes para comprar las telas que, dice, subían de precio conforme pasaban los días. En el ínterin, la confeccionista que se comprometió con ella para armar las piezas se infectó de coronavirus. Por suerte, consiguió otra sobre la marcha.

Esta semana, Cindy fue al taller de confección ubicado en Puente Piedra para definir los detalles de sus poleras, que también llevarán sus iniciales bordadas y las distinguirán de las marcas que se venden por redes sociales. Planea entregar un primer lote de cien piezas. Confía en la colaboración de su hinchada. De hecho, cuando el equipo femenino fue separado de la U, sus seguidores las apoyaron creando el ‘bono crema’, una donación de dinero que entregaron a las jugadoras para su manutención.

Las del equipo de mayores recibimos 350 soles por cabeza, el excedente se repartió entre el equipo de menores y los fisioterapeutas”, comenta Novoa y añade que tienen un ‘guardado’ en caso de que una de las jugadoras se enferme.

Ingenio futbolero

La crisis también ha empujado a la volante central del equipo femenino de Alianza Lima, Yoselin Miranda (25), a ‘recursearse’ vendiendo artículos deportivos. Su padre taxista dejó de trabajar por las restricciones del estado de emergencia y a ella los pocos ahorros que tenía se le terminaron a fines de mayo. Si bien el club no la despidió, su sueldo mensual fue recortado, lo que redujo los ingresos de la familia.

Yoselin tuvo que poner manos a la obra y guiada por su hermano, quien se dedicaba a la venta de piezas de automóviles importadas, comenzó a traer del extranjero ligas de resistencia, mancuernas, sogas para saltar, ruedas para hacer abdominales, mats de yoga. Artículos que inicialmente pedía por delivery para sus entrenamientos vía Zoom, pues su equipo no paró sus rutinas de ejercicios. Ahora que es la impulsadora de @ymstore_10 (la cuenta de Instagram donde promociona sus productos) ella misma tiene que hacer los envíos a domicilio. A las 8 de la mañana, Yoselin está trepada en su moto, una modelo scooter, a la que monta una caja de cartón y con la que recorre toda Lima con una botella de lejía a la mano.

Asegura que durante las seis horas que se dedica a repartir sus productos no come ni bebe nada comprado en la calle. No se baja ni un segundo el tapaboca. Teme que por un descuido lleve el virus a casa e infecte a sus padres que son adultos mayores. “Da un poco de miedo la calle, porque no sabes quién te va a recibir. De repente el virus está en la plata y, a veces, una por inercia la guarda. Trato de echarle lejía a todo”, dice la también seleccionada del equipo femenino de futsal.

El 2019 fue un año importante para el fútbol femenino peruano. Por primera vez un clásico U - Alianza se jugó en el Estadio Nacional a puertas abiertas. Cientos de hinchas pudieron ovacionar a sus favoritas. Las jugadoras se hicieron más visibles e impulsaron movimientos por la igualdad con sus pares varones. Sin embargo, la pandemia lo ralentizó todo. La crisis sanitaria ha hecho que sus reducidos sueldos se reduzcan aún más, por eso hoy tienen que echar mano de pequeños negocios para mantenerse.

“Aunque nos redujeron ligeramente el sueldo, el comando técnico nos siguió apoyando durante la cuarentena, recibimos llamadas de la psicóloga y el fisioterapeuta”, dice la aliancista Berioska Castro (24), quien des- de hace dos semanas intercala los entrenamientos online con la producción de café. Importa los granos de la región San Martín, y ella misma los tuesta, muele y empaqueta en un almacén que ha conseguido cerca de su casa. También lo promociona vía redes sociales y la pueden buscar como @kamay_coffe. Ya vendió 30 kilos esta última semana y sus primeros clientes han sido gente del medio futbolístico.

En el fútbol femenino lo que más resalta es la cooperación. Las jugadoras promocionan el nuevo emprendimiento de sus colegas sin importar el color de su camiseta. Yoselin de Alianza Lima nos avisó que Rosa Castro del Club Deportivo Municipal comenzó a preparar chocotejas desde hace unos días. Por la emergencia sanitaria, la lateral izquierda fue despedida de su trabajo en una oenegé y sus clases de diseño gráfico se suspendieron. La también seleccionada del equipo nacional tuvo que ingeniárselas para colaborar con su familia: “Hace frío y el chocolate ayuda a calentar a la gente. Las preparo rellenas de pecana, manjar, arándanos, pasas”, apunta Rosa, que ya vendió ochenta cajas en las últimas dos semanas.

“La pandemia fue un baldazo de agua fría”, dice Berioska, quien justo antes de que el país se paralizara renunció a su trabajo en un call center para entregarse de lleno a su carrera futbolística. “Me considero una profesional porque me enfoco en mi trabajo, solo me falta firmar un papel y tener un sueldo mensual que me permita vivir”, añade.

El coronavirus frenó al fútbol femenino, pero sus jugadoras tienen un plan B para sostenerse económicamente y llevar adelante su carrera. Lo hacen desde hace años.

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