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Domingo

El corazón, víctima colateral

Aún es muy pronto para un recuento estadístico de la afectación de órganos provocados por el COVID-19. Pero los estudios preliminares indican que, además de afectar al sistema respiratorio, compromete al corazón, dejando secuelas cardiovasculares en pacientes recuperados. Incluso en quienes no presentaban patologías previas.

El virus que ha puesto de patas arriba al mundo es una enfermedad sistémica. Ingresa por las fosas nasales, ataca al sistema nervioso, alterando el olfato y el gusto (se dice que hay pérdida en el 59% de contagiados). Y luego se esparce con suavidad o severidad, dependiendo de la comorbilidad. Es decir, si padeces de diabetes, hipertensión u obesidad, enfermedades dormidas a las que recién les prestamos atención, cuando estamos al borde de una amputación, un derrame cerebral o un paro cardiaco.

Según las cifras oficiales, son más de 19 mil peruanos que se han recuperado del COVID-19. Como se sabe, el 85% de personas que lo contraen son asintomáticos o presentan síntomas leves, el 10% es moderado y el 5%, severo o grave. ¿Pueden cantar victoria quienes salen de este trance? ¿Cuántos de ellos tendrán secuelas transitorias o perennes?

El virus es tan nuevo en el vecindario que es complicado hablar de porcentajes e investigaciones absolutas. Pero los estudios preliminares pueden ser una guía para trazar una ruta. Según un estudio en 416 pacientes tratados en Wuhan, donde todo comenzó, uno de cada cinco personas hospitalizadas por Covid-19 sufre afectaciones en el corazón (algunos sin cardiopatías preexistentes) De hecho, el departamento de Cardiología del Instituto Nacional Cardiovascular (INCOR) de EsSalud mencionó a mitad de semana que entre un 15% y 17% de contagiados podrían padecer arritmias cardiacas. Arritmias que en el peor de los casos podrían tener un desenlace súbito.

“De lejos el aparato más comprometido es el sistema respiratorio. Quienes han pasado por ventilación mecánica tienen altas probabilidades de contraer fibrosis pulmonar, mermando hasta en un 30% su capacidad funcional respiratoria. Pero las secuelas cardiológicas no dejan de ser preocupantes. Varios pacientes han quedado con arritmias e insuficiencia cardiaca crónica. Difícilmente tendrán una vida normal, porque el corazón tendrá dificultad para enviar sangre oxigenada al organismo”, dice Willy Díaz, jefe del Servicio de Cuidados Críticos del Hospital 2 de Mayo que hasta el cierre registraba 280 pacientes dados de alta por COVID-19.

Díaz libra batalla con 28 médicos intensivistas, 38 ventiladores y 44 camas de Unidad de Cuidados Intensivos de las cuales solo 22 están habilitadas. Si bien sus pacientes han respondido bien a sus medicaciones, Díaz deja entrever peligro a la hora de combinar antivirales. “La hidroxicloroquina y la azitromicina incrementan la posibilidad de eventos cardiacos como la arritmia. Lo hemos estado usando, pero gracias a Dios no hemos tenido ningún cuadro”.

Las arritmias son los latidos irregulares del corazón. Se producen cuando los impulsos eléctricos que coordinan esos latidos no funcionan correctamente. Los otros daños cardiovasculares a causa del coronavirus son la inflamación en la capa media de la pared del corazón denominado miocarditis y la inflamación en los vasos sanguíneos denominado vasculitis. Sea como fuere, el corazón no bombea como debería.

Más allá de las obviedades, ¿qué hace que el virus sea más agresivo con la población con factores de riesgo como la obesidad o la hipertensión? Díaz explica que el virus necesita a los receptores ECA (enzimas convertidoras de la angiotensina) para anclarse en el tejido humano y dañar. Las personas con las enfermedades crónicas ya mencionadas poseen abundantes receptores ECA por su condición. Por eso son organismos más propensos a ser invadidos. Y por eso mismo la afectación en los niños es baja, dado que en la mayoría de casos no han sido azotados por la diabetes ni la presión alta.

“Yo aún no he revisado pacientes cardiacos porque no contamos con electrocardiogramas en algunos servicios del hospital, y en general escasean en el país. Eso lo complica todo. Pero es una realidad que existe”, señala el infectólogo Leslie Soto del hospital Cayetano Heredia.

Soto, quien realiza videoconsultas a diario y está bosquejando un documento para los pacientes post-salida del hospital, también advierte riesgos durante el tratamiento. “Hay algunos fármacos que prolongan el QT. El QT es parte de la conducción cardiaca eléctrica. Y cuando eso sucede puede provocar arritmias”.

Soto comenta también que a los pacientes que superan el coronavirus hay que volverles a enseñar a caminar. Al estar postrados durante un par de semanas quedan con atrofia muscular y se les adelgazan los músculos. Hay fármacos que afectan la placa bioneural que une al nervio con el músculo. Y sin las órdenes del cerebro el músculo no se mueve.

Sumémosle el impacto mental de haber estado cerca de la muerte. Todo paciente que sale de la Unidad de Cuidados Intensivos lo está. Ramón Mendoza, neumólogo del hospital 2 de Mayo, cuentan con autoridad de sobra para compartir esta premisa: trabaja conteniendo el COVID-19 desde febrero, semanas antes de que se dictara el confinamiento obligatorio.

Primero en guardias interdiarias en carpas, realizando descartes y brindando información, y luego tratando pacientes hospitalizados. “No podemos darle seguimiento como quisiéramos a quienes son dados de alta porque nos faltan recursos humanos. Y porque ellos por su estado de convalecencia no pueden realizar sus controles, ya que tenemos pacientes críticos”.

Por lo general, Mendoza se comunica con ellos cada cuatro días. Pasada dos semanas de cuarentena post-alta, tras aislarse en su propia casa, son “dados de alta”. “No podemos detenernos en las secuelas todavía, porque nuestro esfuerzo es luchar contra la enfermedad”, agrega.

Convivir con el virus

El epidemiólogo Jorge Tarrillo es un caso perfecto para ilustrar estos tiempos en los que unos lideran esta batalla mientras a otros no nos queda otra que recluirnos. Pudo quedarse en Lima con su familia, pero prefirió viajar Chepén, la ciudad liberteña donde ha asumido la gerencia de Desarrollo humano del consejo provincial.

En Chepén, donde no existe una sola Unidad de Cuidados Intensivos y los pacientes deben ser derivados a Trujillo o a Chiclayo, está atendiendo consultas, sobre todo ahora que el único hospital que atiende pacientes COVID-19 está colapsando.

Tarrillo recomienda de forma suplementaria y sin oponerse a las directivas del Minsa el sauce y la quina, plantas medicinales con sustancias antiinflamatorias. Así como el neem, una planta oriunda de la India que posee antioxidantes.

“Una vez que afecte a más del 60% de la población se manejará de manera estacionaria. El virus ha llegado para convivir con nosotros. Lo importante es cambiar nuestros estilos de vida para no tener factores de riesgo”.

Cuidémonos. El coronavirus también ataca al corazón.

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