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“¡Cuellos blancos era un pulpo!”

Rocío Sánchez y Sandra Castro. Una, abogada por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La otra, por la Universidad Particular San Martín de Porres. Integran la Fiscalía Corporativa contra el Crimen Organizado del Callao.

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A diferencia de sus colegas del caso Lava Jato, acostumbrados a los reflectores de la celebridad, Rocío Sánchez y Sandra Castro, las dos fiscales del complejo caso de los Cuellos blancos del Puerto –donde están involucrados Pedro Chávarry, César Hinostroza, entre otros altos funcionarios del sistema judicial-, prefieren el perfil bajo, a pesar de que, sin su investigación, no se hubieran dado el referéndum ni las propuestas de reforma política del presidente Vizcarra. Al cumplirse el primer año del primer audio de la vergüenza, accedieron a darnos una entrevista.

No es muy típico que dos fiscales trabajen corporativamente en un caso. ¿Cómo se dio esto?

RS: Un fiscal no puede pensar que todo lo puede hacer solo. Se necesita la colaboración de un equipo. Con Sandra, siempre tenemos que “contrapuntear” las perspectivas, porque yo lo puedo estar viendo de una manera, ella de otra y la policía de otra.

¿Por qué convoca justo a Sandra para la escucha de los audios?

RS: El presidente de la Junta de fiscales del Callao (Roberto Lozada), nos propone el reto de dirigir el despacho de Crimen Organizado en el Callao, en abril o mayo del 2017. Al inicio, Sandra, en uno de los operativos conoce a personal de inteligencia y empiezan a hacer un barrido de información. Luego, se arma una estrategia y nosotros asumimos la conducción legal, por ser yo la fiscal del caso.

Eso es cuando el caso se llamaba Castañuelas de Rich Port. ¿Cómo llegan de allí a Los Cuellos Blancos?

SC: Cuando era fiscal adjunta, veía varios casos y me interesó este. Entonces, le presento lo poco de investigación que tenía al policía de inteligencia que conocí en un operativo y ahí se inicia el trabajo por parte de ellos. Luego, ya en la escucha, yo detecto otro tipo de conversación, diferente a las de Castañuelas, y me percato de que eran trabajadores del Poder Judicial. Además, sinceramente, a mí no me gustaba eso de Castañuelas de Rich Port, el nombre se lo colocó la policía, y dije: “¡ahora les gano a ellos! Esto se debe denominar Cuellos Blancos”. Y en el Whatsapp grupal que teníamos, coloco Cuellos Blancos… Pero este policía con el que trabajaba le agrega “del puerto del Callao” (Risas)

Cuando ya aparece la voz de Hinostroza, ¿se dan cuenta de que el asunto iba mucho más allá de lo que era Cuellos blancos del Puerto?

RS: No. Sucede que los pedidos de escucha son progresivos. Por información de inteligencia, sabíamos que los miembros de la organización ya sabían que estaban siendo investigados desde inicios de mayo.

¿Y cómo se dan cuenta de eso?

RS: Porque Sandra se percata, en las escuchas, que estaban tratando de “corregir” sus conversaciones. Ellos lo denominan “control de comunicaciones”. Es decir, tratan de “voltear” sus conversaciones, que eran tráfico de influencias y corrupción, para hacerlas ver como que eran una broma. Esa fue una idea de Walter Ríos.

¿Cómo se habrían enterado ellos que los escuchaban?

RS: Tenemos varias hipótesis, pero, como están en proceso de maduración, no se podrían todavía transmitir. Hemos conocido de esas escuchas al final, cuando ya habíamos elevado incluso el informe al Fiscal de la nación. No se habían identificado las personas hasta que, en primeros días de junio, llega el oficio de Telefónica, donde formalmente nos dice: “el número tanto corresponde a tal persona”, y era el señor Hinostroza.

Cierta prensa ha dicho que, en el caso Lava Jato, los fiscales han pasado información a la prensa de investigación, específicamente a Gustavo Gorriti. ¿Han tenido algún tipo de coordinación con él?

RS: No conocíamos al señor Gorriti hasta después de la información que él (nos) trasladó. A raíz de que ellos mismos toman contacto con la investigación, ya tuvimos interés en saber cuál era su bagaje documentario. Se les ha pedido información, nos la han entregado y ahí quedaron las coordinaciones.

¿Cuál ha sido el punto de encuentro con el proceso Lava Jato?

RS: En la evaluación macro, si bien una fiscalía empieza investigando narcotráfico local, hay como un eje, donde, al profundizar las investigaciones, te encuentras con un soporte económico y político fuerte. La investigación madura y no solo estamos ante un delito regional del Callao, donde un presidente de corte designa jueces para favorecer a amigos externos, sino que este juez tenía vínculos con un supremo y el supremo tenía vínculo directo con el Consejo de la Magistratura. Ahí viene la tesis del copamiento del sistema a través del CNM. Pero las investigaciones ahora nos enseñan que el propio CNM tenía un procedimiento autónomo de corrupción. Podríamos decir que hay varios círculos de corrupción que, en determinado momento, se cohesionan por intereses mutuos.

¿Esto es una metástasis?

RS: Esto ya ha corrompido las estructuras de la justicia y del sistema político. A nosotras nos impresionó ver cómo se negocian los procesos, de la manera más burda.

¿Cuál ha sido el momento más difícil, aquel en el que dijeron: “ya, esto se nos va a derrumbar”?

RS: Para mí, cuando se filtran (los audios) y ellos saben que los estamos investigando.

SC: Para mí también, porque pasamos momentos de mucha tensión al ver que los audios se habían filtrado y corríamos el riesgo de que tergiversen la forma de intervención las comunicaciones. Algunos decían que fue “chuponeo”, cuando era un procedimiento legal, una medida necesaria para investigar casos de redes de corrupción o crimen organizado. No hay fiscal de crimen organizado que te pueda armar o investigar un caso si no tiene escuchas.

José Domingo Pérez (fiscal del caso Lava Jato), es casi un rockstar y ustedes mantienen el perfil bajo. ¿Sienten la diferencia?

RS: Es la propia investigación que te hace ser así, porque investigamos crimen organizado y los objetivos son de alto riesgo.

SC: En mi caso, yo me concentro en mi trabajo y estar en los medios me desconcentra.

Yo entiendo que usted pasa las noches escuchando los audios...

SC: Sábado, domingo, feriado. Para mí no había día de descanso cuando estaba en la investigación de Cuellos blancos. Además, no podía dejar de escuchar, porque una conversación enlazaba con la otra y la otra. Era como si me hubiera enviciado.

Era como seguir una serie…

SC: Sí, pero era una investigación de crimen...

RS: Una triste historia… Nos acongojábamos mucho. Sandra salía de Constelación (en la Dirandro) a altas horas de la noche y me llamaba. Me decía: “esto es así…” Y yo decía: “¡por Dios Santo! ¿Estás segura?” Y entraba ahí el debate. Entonces, ella continuaba y reforzaba las tesis iniciales. Por eso es que, cuando se inicia todo, teníamos la certeza de que era una investigación básicamente por tráfico de influencias.

SC: Noté que no se trataba de conversaciones de amigos, como dicen. Los amigos dicen: “vamos a una reunión, a almorzar”. En este caso, no. Era otro tipo de conversaciones: “oye, ¿cómo va el expediente acá? ¿Cómo va el hermanito? Tiene que ingresar, que aprobar el examen”. Una venta de casos, de expedientes… ¡Cuellos blancos era un pulpo!

¿Son conscientes que, sin el trabajo de ustedes, no habría existido referéndum ni las propuestas para la reforma política…?

RS: Cuando estudiamos el caso, dijimos: “aquí hay un grave problema que va a generar una crisis”. Y los mismos investigados lo sabían. Walter Ríos estaba muuuy preocupado y eso lo reportan la información policial: cuando le estaban haciendo el seguimiento, él estaba como ido, preocupado. Lamentablemente, fiscales supremos también se han visto involucrados… Tenemos que tener claro que un proceso de corrupción no es tal si no empiezas por la cabeza.

¿Y esa cabeza es Chávarry o Hinostroza…?

RS: En cada círculo de poder, existe una persona clave. Por eso la imputación es que esas son redes de corrupción. No es una estructura piramidal ni violenta. Es una organización no tradicional, por redes de corrupción, que es la más difícil de acreditar.

¿Las mafias están aún vivas?

RS: A pesar del golpe, están cumpliendo un rol estratégico aún. Necesitaban un fiscal para la organización y lo han tenido, y lo han mantenido, y lo mantienen.

SC: Siguen dispuestos, empoderados. Por eso es que la mafia persiste. Es complicado para nosotras, pero seguimos en la lucha.

Hay idea de que todos los audios ya se escucharon. ¿Es así?

RS: Todavía. La etapa que corresponde ahora es la reescucha, que no la hace el fiscal recolector, sino el equipo policial.

¿Qué otras sorpresas todavía podrían venir, más allá de los nuevos audios de Walter Ríos?

SC: Walter Ríos es una caja de Pandora. Él no es investigado en nuestro nivel, pero hay audios que todavía no se terminan de escuchar de él. Y siguen saliendo nuevos personajes, nuevos hechos.

¿Qué es lo más injusto que se ha dicho de ustedes?

SC: Han dicho: “son fiscales políticas”. O sea, el hecho de hacer nuestro trabajo hace que estas personas, vinculadas a esta organización criminal, se den el lujo de decir que somos políticas. Los fiscales trabajamos con evidencias, con hipótesis y hacemos estas investigaciones siempre conforme a ley. Yo no soy política para que nos cataloguen de “políticas”.

Y en su caso, Rocío, ¿qué es lo más injusto que se ha dicho?

RS: Lo más triste no es lo que puedan decir sobre mi persona, porque, por último, yo sé quién soy y la gente que me quiere, que me estima y que me conoce sabe por dónde voy. Lo que me da pena es que, desde la propia presidencia del Poder Judicial, se diga que los fiscales estamos haciendo “uso y abuso” de las únicas herramientas que tenemos para investigar. ¿Qué vamos a hacer? El procedimiento dice que tengo que “respetar los derechos fundamentales del investigado”, y se le respetan, porque no está siendo acusado, está siendo investigado. Le protege la presunción de inocencia hasta que tenga sentencia. Pero eso no significa que voy a dejar que se fugue, o que entorpezca la investigación, o que me trabe los testigos que voy a necesitar para el juicio.

¿Cuál es el respaldo con el que cuentan ustedes?

SC: La ciudadanía peruana. Vemos ahí a todos los padres de la patria que con uñas y dientes tratan de desequilibrar nuestra investigación, pero la ciudadanía, el pueblo peruano es quien observa y, por más que quieran desequilibrar nuestra investigación, no van a poder, porque lo hemos hecho con profesionalidad, honestidad, y seguiremos haciéndolo.

La ciudadanía tiene la sensación de que su trabajo se puede desbaratar. ¿Puede ocurrir?

R.S: Por los elementos que estamos recabando y que van a ser materia del informe, así no esté yo, así no esté Sandra, así sea otro fiscal, no van a poder decir: “esto no existe”. Lo que van a pretender, y están pretendiendo ahora, es irse por la tangente, por las formalidades. Pueden tratar de hacer muchas cosas, pero los hechos están claros ya.

Periodista por la UNMSM. Se inició en 1979 como reportera, luego editora de revistas, entrevistadora y columnista. En tv, conductora de reality show y, en radio, un programa de comentarios sobre tv. Ha publicado libro de autoayuda para parejas, y otro, para adolescentes. Videocolumna política y coconduce entrevistas (Entrometidas) en LaMula.pe.