Cultural

Ernesto Cardenal

“En sus célebres poemas y en su actuación pública fue un activo sandinista, hasta que en 1994 el vuelco político de Daniel Ortega se le hizo insoportable”.

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Ernesto Cardenal visitó varias veces el Perú, donde tenía amigos, y algunos de ellos lo acompañaron hasta Nicaragua para la lucha contra el dictador Anastasio Somoza. En sus célebres poemas y en su actuación pública fue un activo sandinista, hasta que en 1994 el vuelco político de Daniel Ortega se le hizo insoportable.

Como sacerdote y pensador defendió la Teología de la Liberación, lo cual en 1984 le valió ser separado del sacerdocio por el papa Juan Pablo II (hay una famosa foto donde un enfurecido Karol Wojtyla le levanta el dedo en Managua). El año pasado el papa Francisco revocó la separación.

De todas sus famas, destacó en lo que en los años 60 se empezó a llamar poesía conversacional. Cardenal la practicó con sangre ligera y filo acerado, esto último sobre todo en sus epigramas contra el tirano Somoza. De estos prefiero quizás ese en el cual Somoza mismo inaugura una estatua a sí mismo en el estadio que lleva su propio nombre.

Su libro más conocido es Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (publicado también en Lima, INC, 1972). El poema comienza “Señor / recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ese no era su verdadero nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre (el de la huerfanita violada a los 9 años / y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)”.

De los temas de su obra al Perú le toca más de cerca su famoso poema “Economía del Tahuantinsuyo”. Cardenal, en la línea de alguna hipótesis de Ezra Pound, elogia a una sociedad incaica sin moneda, en más de un aspecto idealizada, donde el oro es exclusivamente ornamental, y no puede haber usura o capitalismo.

La fuerza de la poesía de Cardenal está en su combinación de un lenguaje moderno cargado a la ironía y el humor, una retórica de aproximación popular tomada del discurso religioso, y temas de actualidad, que no han perdido nada de su vigencia.

Lo conocí en Lima, en una breve visita. Lo busqué en Managua poco después del triunfo sandinista, pero estaba de viaje. Nunca he dejado de leer sus versos, frescos como en el primer día.

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