Las numerosas advertencias de las autoridades a nivel local y regional no parecen calar en un sector de la población, que continua con sus actividades normales, sin considerar que el Perú acata un estado de emergencia, a modo de prevenir que la pandemia del COVID-19 (coronavirus) infecte a más personas.
Al igual que en otros puntos de las regiones del sur, en la ciudad de Juliaca, en la provincia puneña de San Román, aún pueden verse aglomeraciones de personas en los mercados o sus alrededores. En algunos casos los transeúntes prescinden del uso de mascarillas o no portan alcohol en gel.
Para evitar que esta situación empeore, miembros de serenazgo y representantes de las rondas campesinas se hacen presente en los centros de abastos para invocar a la población acatar la cuarentena. Por no hacer caso, un triciclero tuvo que pagar las consecuencias con un peculiar castigo.
Los ronderos con látigo en mano mandaron al ciudadano a hacer “ranas”. El triciclero no tuvo más remedio que flexionar sus dos piernas y poner ambas manos al frente para ejecutar el castigo, esto ante la mirada de comerciantes y transeúntes.
Al terminar el ejercicio físico, uno de los ronderos explicó al ciudadano que, debido a la cuarentena, está prohibido el tránsito de triciclos y que, en todo momento, debe portar su documento de identidad.
Otro de los vigilantes también se dirigió al triciclero y le invocó quedarse en su domicilio. “Señor, usted no tiene barbijo, al llegar a su casa va a exponer a toda su familia, los va a contagiar, usted tiene que ser consciente, por favor”, enfatizó.