El pastor venezolano Richard Torres (57) lleva 17 días viviendo en el límite entre Perú y Chile, junto a su esposa y sus dos hijos menores de edad, en una carpa hecha de telas y mantas.
Ellos pertenecen al grupo de cerca de 200 extranjeros que demandan ingresar a Perú para proseguir su ruta migratoria hacia sus países.
Desde hace 30 días se inició la migración masiva de ciudadanos venezolanos, haitianos, ecuatorianos, colombianos y ecuatorianos.
Abandonan Chile por las pocas oportunidades de trabajo para los extranjeros en condición irregular y cansados de estar viviendo en condiciones difíciles, sin posibilidades de ahorrar como lo habían soñado al dejar sus países.
El pastor Torres tiene tres años y medio fuera de su país. Vivió en Perú y obtuvo el carné de extranjería (que lo acredita como extranjero residente en el país). Para retornar al Perú requiere de una visa y otros requisitos que en la actualidad no puede cumplir. Él no quiere vivir en Perú, sino retornar a Venezuela.
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El último domingo, Venezuela realizó un vuelo de repatriación desde el aeropuerto de Arica (ciudad fronteriza de Chile). En coordinación con Chile, el gobierno venezolano trasladó desde el campamento en la frontera a 126 personas, priorizando niños y madres. En el avión viajaron 115 en total.
Hay reclamos en el campamento sobre la elaboración de la lista. Un hombre expresa desde su carpa que él fue uno de los primeros que se inscribió pero fue retirado de la lista por no ser una persona vulnerable. "¿Acaso aquí no todos somos vulnerables? Viviendo en la tierra, bajo el sol, sin agua potable, comiendo de la caridad. Yo no quiero más ayuda humanitaria, yo lo que quiero es volver a mi país", dice molesto.
Los vecinos de otras carpas comentan que por la mañana una mujer gestante se desmayó. Habría sufrido un aborto hace días. Fue llevada al hospital de Arica. El Departamento de Salud Pública de esa ciudad, que tiene una móvil en la zona desde hace 15 días, atendió durante ese tiempo a 50 extranjeros.
Comida. Venezolanos construyeron una puesto de comida. Foto: La República.
La licenciada Marta Saavedra García, jefa de Salud Pública, detalla que la mayoría de atenciones han sido a gestantes por descompensación o hemorragia, así como descompensaciones a adultos que padecen de enfermedades crónicas y requieren de un tratamiento permanente.
Ayer además iniciaron la vacunación contra influenza y COVID-19, y la atención psicológica de la población que se mantiene en la zona. Se han observado cuadros de ansiedad ante la angustia de no saber qué ocurrirá con ellos.
Saavedra resalta que aunque están dotando de agua potable y hay baños químicos en el lugar, este no ofrece las condiciones de habitabilidad para nadie.
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La jefe de la Oficina de la Defensoría del Pueblo en Tacna, Edward Vargas Valderrama, confirmó que en la ciudad se han denunciado cinco casos de abusos sexual que tienen como víctimas a varones muy jóvenes. Los vejados son personas que lograron ingresar a territorio peruano de forma irregular, ya sea provenientes de Lima o de Arica.
La República tuvo acceso a información de dos de los casos, eran jóvenes de 18 y 20 años que dormían en las calles y que según la denuncia subieron a un vehículo donde dos varones les ofrecieron trabajo. Fueron dopados y abusados en una especie de casa prefabricada. Los jóvenes abandonaron la investigación para volver a Colombia.
Desde que inició la crisis migratoria se ha hecho común ver ciudadanos extranjeros pidiendo limosna en las calles o viviendo en carpas en óvalos. La Policía Nacional y la Fiscalía de prevención han tratado de conminar a los migrantes a buscar albergues pues están en riesgo viviendo en la vía pública, en especial los niños.