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Sociedad

Riesgo

“Si el número de casos graves se dispara, los sistemas de salud colapsarán y tendrán que elegir a quién salvar y a quién no”.

larepublica.pe
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Somos una sociedad de riesgos. Beck analizaba la relación de los modos de producción, por ejemplo el uso de pesticidas para el masivo cultivo de alimentos, con posibles efectos sobre la salud. Esta reflexión marca el surgimiento de la consciencia del riesgo, y también del debate sobre sus límites permisibles. Es decir sobre la tolerancia social al riesgo que acompaña esta nueva modernidad.

En el camino a constituirnos como sociedades industrializadas, decía Marx, se genera una desconexión del ser humano y sus medios de vida. Una ruptura metabólica que nos aísla cognitivamente del entorno. Aislamiento que nos vuelve letales como muestran los efectos en el ambiente de nuestra manera de organizar la producción y el consumo. Los datos sobre el cambio climático debieran llevarnos a tomar medidas drásticas, pero parece mucho pedir.

Hoy que enfrentamos una pandemia por lo menos evaluemos colectivamente los riesgos que vamos a tolerar y cómo se distribuirán los costos de las decisiones. Estamos lejos de tener un sistema de salud público eficiente. Niños acampando frente al Ministerio de Salud demuestran que el Estado decidió que era un riesgo aceptable que crezcan con metales pesados en la sangre y hoy no los atienden.

El coronavirus presenta un dilema ético. Si dejamos que se propague de golpe, el porcentaje de casos críticos -entre 1% y 3%- puede terminar en un número altísimo de muertes. ¿Por qué? Porque se necesita capacidad instalada que no tenemos. Si el número de casos graves se dispara, los sistemas de salud colapsarán y tendrán que elegir a quién salvar y a quién no.

No podemos evitar el contagio, pero sí podemos reducir su velocidad. Suspender clases y declarar cuarentena a potenciales portadores sirve, pero se requiere también conciencia ciudadana.

Una pandemia no se enfrenta individual sino colectivamente. Pero tantos años de apelar a un individualismo radicalizado parecen haber atrofiado nuestra solidaridad.

Y esto se agravará si desde el Estado ministras como la de Trabajo pretenden descontar los días que un trabajador debe mantenerse en casa para prevenir eventuales contagios de los periodos de vacaciones.

Hay quienes, incluso en este tipo de emergencias, cuidan los intereses de los que más tienen e imponen a los que menos tienen todos los costos.