José Pérez, el isconahua que lucha para que su etnia no se extinga

En Ucayali. Enseña la lengua de su grupo nativo, que es uno de las más pobres de la Amazonía. Ya recibe apoyo de Pensión 65.,José Pérez Rodríguez tiene 68 años y es uno de los últimos nativos pertenecientes la comunidad isconahua, que significa “hijos del páucar” (ave que imita el cantar de otras aves). Él todavía recorre la selva, las montañas y los largos ríos del distrito de Callería, en la provincia de Coronel Portillo, Ucayali. De niño, José corría junto a sus amigos en busca de los frutos del monte, desnudos todos porque así era la costumbre. Y colgado de una soga que amarraba a los troncos de los árboles, se lanzaba hacia las lagunas y los ríos del Ucayali. PUEDES VER Atalaya ya tiene su tierra prometida, y está en Ucayali José aprendió a cazar venados, a pescar y a disfrutar de la carne de tortuga y añuje. La interacción con las grandes ciudades y la discriminación los obliga a cambiar. Hoy, en su comunidad que está en peligro de extinción, solo nueve personas, incluido José, mantienen viva la lengua isconahua. Desde que salieron del aislamiento en 1960 y se interrelacionaron con otras sociedades adquirieron otras necesidades que no solo llevaron a la dispersión de sus habitantes, sino también a la desvaloración de su lengua y su ahogamiento en la pobreza. Debido a ello, él ha sido incorporado al Programa Pensión 65. Tiene un ingreso bimensual y atención médica. En Ucayali hay 8 mil 873 usuarios de Pensión 65. Alrededor de 500 viven en los distritos fronterizos de Yurua, Purus, Tahuania, Sepahua, Raymondi, Masisea e Iparia, donde existen nativos de diversas etnias. Gran labor José aprendió a hablar shipibo y castellano para no sentirse discriminado. Tuvo once hijos que terminaron los estudios. Ahora junto a Nelita Rodríguez Campos y Pablo Rodríguez Sangama, amigos de la infancia, ingresó al programa Saberes Productivos y enseña la lengua isconahua a los niños de su zona. Y es que no quiere que su cultura desaparezca.