El sueño del fraude propio, por Maritza Espinoza

El descarado proceso de copamiento de las instituciones democráticas —que comenzó con el secuestro del TC y busca tomar la JNJ y el JNE— revela un objetivo inequívoco: las fuerzas mafiosas de la derecha coludida con la izquierda cerronista preparan, lenta pero inexorablemente, un fraude en mesa.

Es cierto, faltan tres años para el proceso electoral que —algunos ingenuos creen— nos librará de esa lacra que nos ha tocado como ‘clase política’, pero las intenciones ya se pintan clarísimas y, con ellas, la destrucción de lo poco que queda de nuestra democracia.

¡Pero quién va a votar por esos impresentables!, dirá usted, agudo lector. Y tiene razón. Obviamente muy pocos, pero es allí donde cobra sentido la estrategia que garantizará la violación de la voluntad popular. Los representantes de esta mafia no ganarán en las urnas: lo harán ‘en mesa’.

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Y eso significa apelar a todas las triquiñuelas, desde invalidar (vía impugnaciones mañosas) votos válidos de los candidatos opuestos hasta hacer aparecer, mágicamente, votos a su favor. Para eso tendrán de mascota al presidente del JNE que elijan apenas caiga Jorge Luis Salas Arenas y, obvio, a una ONPE que les será fácil domesticar.

¿Podemos hacer algo? Por supuesto. Primero, no votar por ninguno de ellos, ofrezcan lo que ofrezcan. Hay que recordar bien los nombres de cada ‘mochasueldo’, de cada ‘gestor’ de intereses turbios y de cada uno de los que votaron leyes anticonstitucionales, y decirles ‘no’.

Segundo, votar preferentemente por aquellos a los que los mafiosos atacan desde sus medios cómplices y sus granjas de troles. Tal vez no sean estadistas de primer mundo, pero por lo menos no perpetuarán este estado a la ‘guatemalteca’ en que nos quieren hundir.

Pero, lo principal, votar alto y claro. Y votar en masa al demócrata que esté favorito en las encuestas al final de campaña. Porque la única manera de parar esta peste es no dejar margen de duda a lo que queremos los peruanos: que se vayan todos.