Tengo una obstinación, a veces ilusa, otras acertada, sobre el entendimiento, el consenso, el diálogo y hasta la reconciliación, tremenda palabra, y clave, esta última. El indulto a Alberto Fujimori es uno de aquellos temas que polarizan las opiniones, los sentimientos, y hasta la historiografía, a niveles superlativos.
Una vez conocida la noticia, apenas empezamos con Anuska Buenaluque y Daniel Yovera, de EpicentroTV, a entrevistar a congresistas, analistas, abogados, parientes de víctimas, exministros, etc., respecto a un mismo hecho, es decir, la anulación de la anulación del indulto a Fujimori, luego de un habeas corpus presentado ante el TC. Recordé la intensidad de las opiniones y posturas contrarias, que se ubican en las antípodas, las unas de las otras.
Para unos, Alberto Fujimori es el superhéroe presidente que reformó y pacificó al país, mientras que, para otros, se trata de un vil asesino y corrupto que merece morir en la cárcel e incluso lo ponen a la altura criminal de Abimael Guzmán. Se supone que el Poder Judicial sentencia y así lo hizo y condenó a Fujimori por homicidio calificado, entre otros graves delitos, pero una sentencia del Poder Judicial no zanja un asunto tan complejo, de tantas heridas y traumas que siguen abiertos, sobre el que no paramos de dar vueltas y vueltas periódicamente cada elección y cada vez que se habla del indulto a Fujimori.
La Comisión de la Verdad fue un buen intento de conciliación y de certezas, pero casi dos décadas después estamos en lo mismo, no sirvió porque no fue aceptada por todos y demonizada por muchos. Tal vez deberíamos abrir un foro político para diseñar una especie de acuerdo o tratado de paz, tal como ocurrió en Colombia, la Justicia Transicional de Sudáfrica o la Comisión para la Paz de Uruguay.
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Diseñar una salida, hacer ingeniería jurídica, que se acerque lo más posible a una reconciliación sin dejar de lado las voces principales, es decir, las de las víctimas y parientes de las víctimas, incluyendo la familia policial y militar y llegar a un acuerdo político sin impunidad y sin venganza. ¿Qué proponen?