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Opinión

Pensamiento Maraví

“Debemos suponer que viene sobreviviendo en el cargo porque Pedro Castillo no considera que su trayectoria amerita separarlo, y quizás ya la conocía bien cuando lo nombró”.

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El caso de Iver (¿Iber?) Maraví es sintomático de varias cosas. Tuvo un paso prominente por Sendero Luminoso, y por decenios se ha mantenido en su esfera (una periferia blanda, hasta donde sabemos), sin que eso le haya causado mayores problemas. De no haber llegado a ministro, seguiría llevando esa parte de su hoja de vida en paz.

Individuo versátil, ha sido estudiante de derecho, actor, compositor y sobre todo dirigente magisterial en su Ayacucho natal. Los registros biográficos lo ubican como integrante del partido Alianza para el Progreso, de César Acuña. Pero su historia sindical ha tenido más que un toque de proximidad con organismos vinculados a SL.

Las investigaciones periodísticas de estos días le han escarbado un pasado violentista, dato que evidentemente había manejado con todo disimulo. No le ha parecido necesario presentar algo semejante a un arrepentimiento, o por lo menos una explicación. Lo cual parece ser hoy una norma de quienes se encuentran en igual o similar situación.

Debemos suponer que viene sobreviviendo en el cargo porque Pedro Castillo no considera que su trayectoria amerita separarlo, y quizás ya la conocía bien cuando lo nombró. O porque se ha vuelto manzana de la discordia en una pugna de poder en las alturas que todavía no se resuelve. De allí que esté saliendo y quedándose al mismo tiempo.

Los pasados violentistas de algunos nuevos funcionarios públicos son un problema, sobre todo porque el gobierno parece estar tomándolos a la ligera. No es solo una cuestión de posibles responsabilidades legales que la justicia pasó por alto, sino también un asunto de peligrosidad política en zonas sensibles del Estado.

Un tema en este caso es la lealtad, activa o latente, con organizaciones que abierta o veladamente buscan la reconstrucción del SL-Guzmán derrotado en 1992. Otro es el vínculo con el SL-VRAEM que gracias al narcotráfico sigue gozando de buena salud. Impedir ambas cosas es una tarea importante del Estado peruano.

Un pasado político vergonzante no es algo imposible de superar, siempre y cuando haya un público propósito de enmienda. No es lo que estamos viendo en estos días, en que más bien la actitud desafiante de una total indiferencia a la opinión pública. Da la impresión de ser gente que, más envejecida, esencialmente sigue en lo mismo.