Javier Valenzuela. Moscú/ A mediados de junio, The Sunday Times, Univision y otros medios dieron cuenta de que la ex espía rusa Anna Chapman, de 30 años de edad, había desfilado en una pasarela de moda de Turquía, guapísima y flanqueada por dos tipos vestidos de negro y con gafas oscuras que inevitablemente evocaban guardaespaldas de opereta. Ahora, la revista alemana Focus y el diario inglés The Telegraph informan de la reciente detención en La Haya (Holanda) de un nuevo miembro de la red de espías rusos a la que pertenecía Chapman. Se trata de un diplomático holandés de 60 años de edad llamado Raymond P., que habría facilitado a Moscú unos 450 documentos confidenciales. Raymond P. habría sido desenmascarado por el servicio de contraespionaje alemán. Según The Voice of Rusia, el portavoz de Chapman, Alexander Kosterin, ha declarado que la ex espía no desea comentar estos asuntos. Pero el plato más fuerte del regreso de Chapman a la actualidad es el largo reportaje que, bajo la firma de Vincent Jauvert, le consagra esta semana el semanario progresista francés Le Nouvel Observateur (Sexe, internet et FBI : dix espions russes autour d'Obama). Los diez James Bond del Kremlin entre los que se contaba Chapman habrían sido arrestados por el FBI cuando estaban a punto de infiltrarse en círculos próximos a Obama, informa Jauvert. El periodista arranca su reportaje llamando al pan pan y al vino vino: “Ella (Chapman) era una especie de prostituta de lujo al servicio del espionaje del Kremlin”. Joven, pelirroja, atractiva y políglota, Chapman, hija de un oficial del antiguo KGB, obtenía la mayor parte de sus informaciones en la cama. Vivía en Nueva York y se declaraba mujer de negocios, propietaria de una empresa en internet de alquiler de apartamentos. Esa impostura ocultaba su trabajo como agente del SVR, el sucesor ruso del KGB soviético, y le permitía llevar una intensa vida social en los restaurantes y discotecas de moda de la Gran Manzana. Como los otros nueve miembros de su red, Chapman no tenía cobertura oficial, esto es, no se hacía pasar por diplomática o funcionaria de la embajada o los consulados rusos en Estados Unidos. Estos agentes del SVR vivían clandestinamente, con identidades, nacionalidades y profesiones ficticias. Todos fueron detenidos por el FBI en junio del 2010 e intercambiados poco después en Viena por miembros o colaboradores de la CIA y el MI6 capturados en Rusia. Según informa Jauvert, EEUU tenía un topo bien colocado en el SVR, un coronel llamado Alexandre Poteiev. Tras desenmascarar a la red de Chapman y compañía, Poteiev fue sacado subrepticiamente de Rusia e instalado en Estados Unidos, donde vive bajo una falsa identidad. Un tribunal militar moscovita lo condenó en junio del 2011 por traición, después de que la mismísima Chapman testificara en su contra en el juicio. Putin declararía después: “Los traidores siempre acaban mal, en un arroyo”. El seguro de vida de Poteiev debe salir muy caro. En cuanto a Chapman, convertida en una heroína nacional rusa, volvió a conseguir protagonismo en la prensa en octubre del 2010, al posar, en lencería y pendientes de diamantes, en la edición rusa de la revista Maxim con una Beretta en la mano. Entretanto, Chapman vive muy bien en Moscú, por donde circula en un Porsche Cayenne negro. Warnig: de superagente secreto a superempresario metalúrgico Matthias Warnig, antiguo espía de la policía secreta STASI de Alemania Oriental y hombre próximo a Vladimir Putin, es el principal candidato para encabezar el Consejo de Directores del gigante de aluminio ruso Rusal, del oligarca Oleg Deripaska. Warnig ocupa actualmente el cargo de director general de la compañía Nord Stream AG, que controla el gasoducto que une Rusia con la Unión Europea. Rusal es un polvorín después de la salida de la presidencia del consejo directivo de Víctor Vekselberg, que abandonó el cargo en marzo a raíz de graves discrepancias con Deripaska, oligarca investigado en España por su relación con el crimen organizado. El dato Pilar Bonet informó en El País el pasado abril que nuevas revelaciones indicarían que Chapman había fracasado en su intento de seducir a un hombre próximo al presidente Barack Obama, aunque cada vez se iba acercando más a ese objetivo.