En Panamá, un pequeño pueblo ha quedado a merced de las inclemencias del mar tras años de lucha contra los estragos del cambio climático. Las constantes inundaciones y el incremento del nivel del mar han forzado a sus habitantes a abandonar su hogar, convirtiendo a esta comunidad en la primera de América Latina en ser evacuada por esta razón.
Las familias dejarán la isla para reasentarse en una urbanización construida en el Panamá continental. Este proceso marca un momento histórico no solo para el país, sino también para la región, donde las consecuencias del cambio climático ya afectan a comunidades vulnerables.
Cartí Sugdup, una pequeña isla caribeña de Guna Yala, es el primer pueblo en Latinoamérica en ser evacuado por culpa del cambio climático. Con una población de aproximadamente 1.500 personas, esta comunidad indígena guna ha vivido por siglos en esta zona costera. Sin embargo, el aumento sostenido del nivel del mar, registrado en unos 6 milímetros anuales, según datos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, ha hecho imposible su permanencia en la isla.
Las inundaciones constantes en Guna Yala han sido consecuencia del incremento del nivel del mar en la región caribeña. Foto: AFP
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, supervisó el traslado de estas familias hacia el continente, en lo que se considera el primer reasentamiento climático a gran escala en América Latina. Los habitantes de Cartí Sugdup serán trasladados en varios bloques, con prioridad para personas vulnerables, como discapacitados y ancianos. La logística incluye 14 botes aportados por los propios isleños y otros medios facilitados por el gobierno.
El aumento del nivel del mar ha sido devastador para la comunidad y el resto del archipiélago. Las inundaciones recurrentes han afectado la calidad de vida de los gunas, quienes sufren con cada temporada de lluvias y mareas altas. Los habitantes de esta isla enfrentan condiciones insalubres y constantes riesgos para su seguridad.
Las nuevas viviendas en Isber Yala están hechas de PVC, la comunidad habitar en chozas de materiales naturales como el bambú y la penca. Foto: AFP
La crisis climática en la región del Caribe ha sido evidente en los últimos años. Los científicos señalan que, de no tomarse acciones más contundentes, muchas otras comunidades costeras le seguirán los pasos. Esta situación plantea serias preguntas sobre el futuro de las comunidades isleñas en América Latina, y sobre el papel que los gobiernos deberán asumir ante la creciente crisis ambiental.
Para ofrecer una solución a esta situación crítica, el gobierno de Panamá desarrolló la urbanización Isber Yala, un proyecto valorado en 12.2 millones de dólares y que abarca 22 hectáreas. El nuevo asentamiento, ubicado a solo 15 minutos de la isla, ha sido diseñado para albergar a las 268 familias evacuadas, junto con otras 32 familias indígenas que retornan de la ciudad de Panamá.
Las inundaciones constantes en Guna Yala han sido consecuencia del incremento del nivel del mar en la región caribeña, estimado en 6 mm anuales. Foto: AFP
Isber Yala está situada en una zona de montaña, fuera del alcance de las amenazas del mar. A pesar de que muchos habitantes de Cartí Sugdup han expresado su pesar por dejar su hogar ancestral, el proyecto representa una oportunidad de supervivencia y estabilidad a largo plazo para la comunidad guna. No obstante, algunos líderes y miembros de la comunidad han manifestado su preocupación por las diferencias culturales que presenta el nuevo asentamiento, en comparación con la vida tradicional en la isla.
La urbanización incluye la construcción de viviendas de 49 metros cuadrados, hechas de PVC, un material que ha generado polémica entre los gunas. Según Dalys Morris, una de las líderes del comité de traslado, estas viviendas no se alinean con las costumbres tradicionales de la comunidad, que solían habitar en chozas hechas de penca y bambú. Para muchos, el cambio a estructuras más rígidas y modernas supone un reto de adaptación cultural.
Además de las casas, el nuevo asentamiento cuenta con dos chozas comunitarias que buscan preservar las tradiciones indígenas: una que funciona como sede del congreso, donde se reúnen las autoridades gunas, y otra conocida como la Casa de la Chicha, donde se celebran rituales y eventos culturales de la comunidad.