Como cada 8 de marzo, por el Día Internacional de la Mujer, miles de ellas en América Latina se movilizan en las principales ciudades de la región para exigir las distintas demandas que aún las afectan en los ámbitos de salud, empleo, educación o seguridad.
De esta manera, se busca exigir a las autoridades y también a la sociedad detener los altos niveles de violencia que las mujeres han tenido que experimentar.
La falta de adecuadas políticas públicas de salud reproductiva va dejando alarmantes cifras, ya que el embarazo en menores posiciona a Latinoamérica y el Caribe como la región con la más alta proporción de nacimientos de madres adolescentes, con un 18% del total mundial de estos partos. Asimismo, la mortalidad materna se ubica entre las tres primeras causas de muerte en las mujeres entre 15 y 19 años de América Latina.
En este sentido, es indispensable que los Gobiernos establezcan medidas en los currículos escolares, con las cuales los jóvenes puedan tener información adecuada que les permita tomar las mejores decisiones cuando inician su vida sexual, así como obtener acceso a métodos anticonceptivos idóneos.
Marcha por una educación sexual integral en Perú. Foto: Gerardo Marín/La República
Por otro lado, una importante demanda de las féminas en Latinoamérica es la legalización del aborto para evitar que miles de ellas fallezcan en prácticas clandestinas, las cuales significan 10% de las muertes maternas en la región, de acuerdo con la OMS.
En la actualidad, solo ocho países en América Latina y el Caribe han despenalizado el aborto sin excepciones (Argentina, Colombia, Cuba, Guyana, Guyana Francesa, México, Puerto Rico y Uruguay), cinco de estos lo impiden sin excepciones (El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua y República Dominicana), mientras que otros 10 lo prohíben con excepciones (Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Venezuela).
Colectivos manifestándose en Perú a favor de la despenalización del aborto. Foto: John Reyes/La República
Para fines de 2021, Latinoamérica registró la alarmante cifra de 4.473 feminicidios en los 29 países de la región, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Estos asesinatos contra las mujeres no se han detenido en lo que va del 2023, ya que, durante los primeros dos meses del año, Perú registró 32 feminicidios, mientras que México reportó 72 solo en enero.
Movilizaciones por el 8M en México. Foto: Sopitas
Lamentablemente, estas cifras se estiman que no disminuyan debido a que el registro que se tiene no sería del todo preciso a consecuencia de los vacíos legales que existen en cada nación que se catalogan estas muertes como homicidios dolosos, así como el temor de los familiares de las víctimas, que los lleva a que no interpongan una denuncia.
La brecha salarial que existe entre hombre y mujeres en Latinoamérica varía, según cada país. Sin embargo, las causas de esta problemática que puede originar casos de dependencia económica son muy parecidas.
Empleos de medio tiempo debido a tareas de cuidado, mal pagados, socialmente mal valorados y la falta de reconocimiento de las trabajadoras por sus derechos son algunas de las principales razones por las cuales existe la falta de sueldos equitativos, conforme con ONU Mujeres.
Brecha salarial entre hombres y mujeres se cerraría en 50 años en Perú. Foto: Dreamstime
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En esta línea, en Argentina, el salario promedio mensual de los varones es entre un 20% y un 30% más alto que el de las féminas, de acuerdo con la coordinadora de Protección Social de Cippec, Florencia Caro Sachetti. Además, el 15 % de la fuerza laboral femenina se desempeña en el servicio doméstico, siendo el sector peor remunerado de la economía, el cual tiene una informalidad del 78%.
Por otra parte, en Perú, los hombres ganan 30% más que las mujeres y solo 4 de cada 10 de ellas cuentan con un trabajo formal. Ello se debería a que, al asumir labores de cuidado del hogar, habrían tenido que abrir sus propios emprendimientos, en los cuales no pueden negociar sus sueldos.