El Gobierno de Estados Unidos alista una acusación contra la esposa de Nicolás Maduro y primera dama de Venezuela, Cilia Flores por delitos de tráfico de drogas y corrupción.
Parte importante de la próxima demanda contra Flores es Yazenky Lamas, quien fue su guardaespaldas por casi diez años. Él fue detenido en 2016, acusado de narcotráfico, y posteriormente fue extraditado a EE. UU. en 2017, donde acordó ser testigo del caso.
En su testimonio, recogido por la agencia Reuters, Lamas afirmó que la también diputada de la Asamblea Nacional estaba al tanto de los negocios de sus sobrinos Efraín Campo y Francisco Flores, arrestados en 2015 por la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés).
Yazenky Lamas aseguró sentirse abandonado por el régimen. Desde la prisión en Washington, tomó como una traición que, tras su arresto, las fuerzas del orden venezolanas ejecuten una redada en su vivienda, en donde habitaban su esposa y sus dos hijos. “Fui leal a todos ellos, pero no fueron leales a mí”, indicó.
Tanto el exescolta como las más de 20 personas que fueron entrevistadas coinciden en el rol fundamental que tiene Flores en el régimen, en el que se le atribuye una alta influencia con respecto a las decisiones tomadas por el líder chavista.
“Es la figura más influyente, además de Maduro” mencionaron en su momento desde la Casa Blanca para referirse a la primera dama de Venezuela, a quien también le acusan de haber ofrecido altos cargos en el Gobierno con altas remuneraciones sus familiares.
La acusación sobre Cilia Flores llega en un momento donde las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela se encuentran en un punto alto una vez más, en especial luego de que en marzo, el Departamento de Justicia en Washington pusiera precio a la captura de Nicolás Maduro.
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Son 15 millones de dólares los que ofrece el Gobierno estadounidense por información que conduzca a la captura del mandatario venezolano y 10 más por la del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, su mano derecha.
Ellos fueron señalados como las cabezas de una red de narcotráfico que habría transportado entre 200 a 250 toneladas de cocaína a EE. UU. en las últimas dos décadas con apoyo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), además de políticos y militares venezolanos de alto rango.