En Senegal, un profesor de una escuela islámica fue condenado a dos años de prisión, ya que encadenada a los alumnos fugitivos, un asunto que divide al país entre tradiciones y derechos del niño, dominio religioso y autoridad del Estado.
Los hechos desencadenaron encendidos debates en un país mayoritariamente musulmán, que cuenta con miles de escuelas coránicas y que, a su vez, se ve afectado por la evolución de las costumbres.
Anticipando un posible estallido de violencia por parte de los partidarios del maestro, policías bloquearon todos los accesos al tribunal de Luga, Senegal (noroeste).
Las decenas de fieles que se encontraban detrás de las barreras parecían acoger con satisfacción la ausencia de una condena a prisión firme, contrariamente a las exigencias del fiscal, que había exigido dos años de cárcel, de los cuales dos meses eran firmes.
"La paz volverá ahora", dijo uno de ellos. Hace unos días, los simpatizantes del maestro, Cheikhouna Guèye, habían saqueado el tribunal cuando éste se negó a liberarlo con sus cinco coacusados --cuatro padres y el herrero que fabricó las cadenas--.
Famara Mane, abogado de los acusados, precisó a la AFP que estaba satisfecho con la sentencia “de apaciguamiento y sabiduría”, e indicó que sus clientes saldrían de la cárcel el mismo día.
En el tribunal, cerrado al público salvo a los periodistas, el presidente Madické Diop declaró culpables a los acusados y dictó la misma pena para todos.
Los cinco fueron detenidos a finales de noviembre tras el descubrimiento fortuito de varios niños de la escuela coránica de Ndiagne (noroeste) con los pies atados.
Tanto unos como otros declararon en el juicio que los niños estaban encadenados a petición de sus padres porque huían. También afirmaron que no sabían que la práctica estaba prohibida por la ley.
Fuente: AFP.