La plata no llega sola

Por una nueva política de remuneraciones públicas.,Una medida que debería promoverse como parte de una agenda de trabajo entre el nuevo gobierno y el próximo Congreso es la mejora de las remuneraciones de los funcionarios de primer nivel de la administración pública. Es, sin duda, un tema impopular que puede significar una pérdida de respaldo en la opinión pública, pero es imprescindible enfrentarlo por su impacto en la capacidad de recluta los recursos humanos valiosos para una gestión pública exitosa. Porque debería ser evidente para todos que el componente tecnocrático de calidad constituye un factor crucial para el éxito o fracaso de una administración pública o privada. En este sentido, a diferencia de la competencia enorme que existe en la actividad privada para captar cuadros gerenciales, lo cual depende, además de un clima de trabajo apropiado e incentivos que no tienen que ver con los asuntos económicos, de las remuneraciones que se ofrecen, en la parte alta del sector público los sueldos se han venido mellando crecientemente, especialmente en relación con el sector privado. La agresión más fuerte la ocasionó el ex presidente Alan García en su segundo mandato cuando, al empezar este, decidió un recorte drástico de las remuneraciones públicas que perjudicó mucho la calidad de gestión de su gobierno y produjo un éxodo hacia la actividad privada. Esa no fue la primera acción destructora de García contra el sector público, pues en su primer mandato –en la segunda mitad de los ochenta– casi lo liquidó a través de un déficit fiscal monumental y una política absurda de precios y tarifas subsidiadas de las empresas estatales, que terminó desapareciendo al Estado peruano, el cual tenía, por ejemplo, hospitales en los que no había ni curitas. Este problema se está presentando en este momento en el que la nueva administración del presidente electo Pedro Pablo Kuczynski está reclutando a sus equipos. Por ello, se debe replantear la política de remuneraciones para los profesionales altamente calificados de la administración pública, de manera que sea útil para atraer personas de buen nivel y ofrecerles una perspectiva atractiva de mediano plazo. Como es una medida impopular, que será criticada por los gaznápiros de siempre, se podría atenuar el impacto estableciendo que esta nueva política remunerativa se hará efectiva recién dentro de doce meses, y que nadie del gabinete actual gozará de ella. Esto es importante porque a no todos la plata les llega sola.