Los ataques provocados por Irán contra Israel, en respuesta por el bombardeo de la sede diplomática del primero de estos dos países en Siria, anticiparán un nuevo incremento de los precios mundiales del petróleo.
Aunque Israel —inmerso en la guerra con Palestina por Gaza— no es un país productor de crudo, la vieja nación de Irán, miembro y fundadora histórica de la OPEP, sí lo es. Su producción fiscalizada rompe los 3,5 millones de barriles diarios (bpd).
El último viernes, la cotización del petróleo ya había escalado en presagio de lo que podía ocurrir nuevamente en Tierra Santa. El marcador WTI estaba por encima de los US$87 por barril, mientras el Brent europeo hacía lo propio arriba de US$90. La próxima apertura será este lunes.
El paso de Ormuz es clave. Oriente Próximo produce cerca de un tercio de todo el crudo del mundo y por este estrecho del Golfo Pérsico transita el 28% de los envíos por barco que provee la región. La embarcación MSC Aries, de bandera portuguesa, fue abordado también este sábado por un helicóptero iraní.
Estados Unidos, otro gran productor global —aunque no del cártel OPEP—, se ha unido a la contienda en defensa de Israel. El Reino Unido le ha seguido la posta en el combate contra los drones y Alemania también ha sugerido su intermediación.
De mantenerse las tensiones por un tiempo muy prolongado, subirían los precios de los combustibles en todas las naciones del resto del mundo, entre ellos el Perú, un país deficitario de petróleo que produce menos de la sexta parte de lo que consume diariamente en barriles.
Ya la guerra entre Rusia y Ucrania alimentó la inflación en el país andino entre 2022 y 2023, por lo que sus precios regulados sobre el gas natural, otro tipo de energético, podrían aplacar el golpe, en días en que la cotización global de todas las fuentes de energía se dispara en favor de los exportadores de gas.