Puede ver la entrevista aquí: Javier Llaque Moya, presidente del INPE, en LR+ Economía.
—¿Se puede hacer empresa y producir desde las cárceles?
—Si se puede hacer empresas desde las cárceles. Vamos a romper los mitos y leyendas. Se cree, que los privados de su libertad están en las cárceles sin hacer nada. Sin embargo, buena parte de los internos, trabajan. Tenemos 90 mil privados de libertad, de los cuales más de 26 mil trabajaban y 15 mil acaban de iniciar el año escolar 2023. Tenemos más de 40 mil internos ocupados. Lamentablemente, las cárceles no tienen la total capacidad de infraestructura para que todos los internos trabajen y estudien. Tenemos 50 mil desocupados y como Estado debemos revertir la situación de hacinamiento para generar oportunidad de producción para los privados de libertad frente a la sociedad.
—¿Hay facilidades para formar una mype desde las cárceles?
—Efectivamente, sí lo hay.
—¿En cuántos centros penitenciarios?
—En 68 penales. 67 de ellos trabajan en todos estos penales. Del grupo de 26 mil internos. Casi dos mil de ellos trabajan para empresarios, gracias a la iniciativa Cárceles Productivas, hemos coordinado con la empresa privada para que vayan a los penales a producir, y lo hacemos porque ellos conocen el mercado. En los penales tenemos también internos emprendedores. Ellos mismos han decidido trabajar desde algún oficio para ayudar a sus familias, desde los penales.
—¿De qué tipo de producción estamos hablando?
—Tenemos cerámica, trabajos en madera, porque tenemos talleres de carpintería. Nuestros talleres de cerámica están ampliamente difundidos en una gran mayoría de penales. Hay empresarios textiles que producen en los penales y por ello una gran cantidad de internos se benefician con estos trabajos. Hay penales que abastecen al mercado con el merchandising, como es el caso del penal de Cusco.
—A propósito del Cusco, hace 5 años me invitaron a conocer el trabajo de los internos en el penal de Quencoro y directamente observé el proceso de producción y venta de panetones Inti Raymi. También los talleres de orfebrería, de textiles cerámica, entre otros. En ese sentido, ¿Qué más ofrece el penal del Cusco a los internos?
—Siempre, lo comento, el penal de Cusco no es un penal, es un centro de producción.
—¿No es un penal entonces?
—Para nosotros, no. Porque casi todos estudian y trabajan. Rumi, te voy a dar una primicia. El día de hoy hemos publicado nuestra declaración de política institucional que implica ocho líneas de acción, una de ellas es implementar e incrementar el trabajo de cárceles productivas. La segunda línea es Ocio cero en las cárceles. Ello implica que los privados de libertad, todos en el futuro deberían de trabajar o estudiar.
—¿Cusco se convirtió entonces en un centro de producción más que en una cárcel?
—El actual director del penal ha reacomodado todo ello. Hoy nos han informado que de los 2.880 internos, 2.800 están trabajando o estudiando. En ese sentido, pronto podremos anunciar, que Cusco será el primer centro penitenciario del Perú en implementar ocio cero en cárceles.
—Tenemos un mensaje a través del WhatsApp de La República (+51 941 000 000). Los vecinos de la Av. Ciro Alegría, de la Urbanización Villa Miraflores, del distrito San Jerónimo – Cusco, que se ubica frente al ingreso del Centro Penitenciario de Mujeres de Quencoro, piden al INPE tapar el zanjón que se llena de basura, desmonte y hasta con perros muertos, para que avancen las obras de pavimentación de su avenida y no pierdan las áreas verdes y puedan contar con jardín y veredas, como originalmente está en los planos de la urbanización. ¿Usted, como autoridad del INPE cuál sería la respuesta para los vecinos de esta urbanización y puedan vivir en armonía?
—Tomamos nota de la noticia y de inmediato podemos disponer que miembros de la oficina de infraestructura concurra al lugar y no solo nos informe de lo que ocurra, sino que adopte las medidas necesarias. Lo haremos pronto.
—Ellos, los vecinos, quieren que se les respete sus jardines. Eso es importante…
—Lo que debo informar es que los penales siempre se han construido alejados de la ciudad, pero las ciudades crecen y son las que se acercan a los establecimientos penitenciarios. Tenemos una norma que indica que no se debe construir 200 metros a la redonda de un penal, pero lamentablemente no se cumple, y las municipalidades autorizan que los vecinos se vayan acercando a los penales y presumo que esta es una de las causas que viene ocurriendo en el penal. Sin embargo, para no afectar a los vecinos adoptaremos las medidas que sean necesarias sin afectar la seguridad del establecimiento penitenciario.
—De otro lado, ¿cómo muestran el trabajo de los internos en diferentes ámbitos?
—A través de cárceles productivas. Hemos hecho convocatorias a empresarios. Lamentablemente por la pandemia, algunos de ellos tuvieron que retirarse de los talleres, pero ahora nuevamente y a través de tu programa, invocamos a los empresarios que vuelvan a los penales. ¿Qué ofrecemos en los penales? Locales donde pueden producir. La relación entre el empresario y el privado de libertad no es una relación laboral, por lo tanto, la carga que tiene el empresario es mucho menor que en la calle. No tiene obligación de pago de vacaciones, por ejemplo, CTS o Seguro Social, porque la salud del interno la asume el INPE a través del SIS. Por lo tanto, tiene una serie de ahorros, que le permiten que se convierta en utilidad. Invocamos a los empresarios y son bienvenidos los que están interesados en el rubro textil, de cerámica de primer nivel. En el penal Castro Castro, por ejemplo, cuyos clientes son las cafeterías de San Borja. Algunos de estos productos se exportan, porque se lleva para cafeterías en el extranjero. Por ejemplo, la cerámica que se produce en el penal del Cusco, es exclusivo para el mercado internacional. En específico al mercado europeo, lo que significa la producción es de alta calidad.
—¿Se le paga 100% al interno o hay un porcentaje que queda para la institución?
—El trabajo en cárceles tiene una orientación. Del 100% del sueldo del interno tiene un descuento de 20%, que estamos implementando poco a poco, para que con eso paguen su reparación civil. Actualmente, la ley obliga que para rehabilitarse debe de pagar su reparación civil. Si no lo ha pagado, no puede rehabilitarse.
—¿Y cómo lo va a pagar si está interno, para eso tiene que producir?
—Exactamente, si el interno trabaja tiene que aprovechar el tiempo que está privado de libertad para pagar con cada mes que cobra el sueldo. Y nosotros estamos reteniendo, el 20% a través de los empresarios para que vaya pagando su reparación civil, de tal manera que para que cuando cumpla la pena no tenga las dificultades en el pago. También hay que reconocer que hay reparaciones civiles que son un poco altas y los internos no tienen la capacidad económica. Si lo va haciendo mes a mes, año año, cuando salga en libertad se rehabilitará de manera inmediata.
—Cuéntenos de los encuentros empresariales. ¿Ustedes han participado con los internos en estos encuentros?
—Hemos convocado a las diferentes Cámaras de Comercio de las regiones. Reitero que por la pandemia han disminuido. El año pasado hemos hecho ocho convocatorias y este año venimos con más fuerza. Vamos a llamar con mucha más fuerza a los empresarios para mostrarle que tenemos capacidad en los talleres y hay internos ávidos de trabajar porque no quieren estar desocupados porque tienen familia afuera de la cárcel, así como hijos en etapa de estudio. Y alguien tiene que asumir ese costo, ellos están dispuestos a pagar ese precio y a afrontar su reparación civil.
—¿Es importante el trabajo del sector privado, pero también del sector público, tienen algún convenio para capacitar a los internos?
—Hemos tenido una reunión con Produce, y van a volver a capacitar a los internos, lo han realizado antes de la pandemia del COVID-19. Ellos van a los penales a capacitar a los internos. El Ministerio de Trabajo también dio capacitaciones a los internos, hubo un concurso y el ganador recibió un premio en especies. Ya está libre viene produciendo textiles en los penales, y trabaja con 40 internos y nos pidió ingresar a otro penal más, porque su demanda aumenta. Lo que significa que los productos son de calidad.
—Es importante la cadena productiva, no solo se requiere mostrar la producción ¿Dónde lo están promocionando?
—En Jirón Ucayali cuadra 1, en el centro de Lima, pero vamos a intensificar las ventas para que se hagan por internet. Pronto vamos a cambiar a un lugar mucho más visible y también vamos a intensificar a través de Produce que también nos ofreció Feria en donde podamos llevar los productos. El alcalde de Lima nos acompañó recientemente en una actividad de inicio del año escolar penitenciario y nos ofreció varias áreas donde la municipalidad puede ofrecer los productos de los internos.
—¿Cuál es el centro penitenciario en el cual aún hay resistencia de los internos para labores productivas?
—Los penales de régimen cerrado especial son los más complicados porque por medidas de seguridad debemos tener cuidado a quienes se les da herramientas o maquinaria. Lo que tenemos que hacer es incrementar la capacidad de nuestros talleres de nuestras aulas porque en penales según el censo del 2016, de cada 10 internos 6 no han culminado educación secundaria. ¿Que implica ello? que tenemos un factor de riesgo que conlleva a cometer delitos, este factor unido a otra más, nos lleva a que terminen privados de libertad. Actualmente 15 mil de ellos estudian, estamos lanzando Cero analfabetismo en las cárceles. Hemos ubicado 540 analfabetos a nivel nacional e ingresaron al programa de analfabetismo. 500 profesores del Minedu ingresan a los penales a enseñar todos los días y 200 profesores del INPE, tenemos 700 docentes en total. Entonces, con la educación, primaria, secundaria y técnico productiva, los vamos a preparar para que ellos produzcan en cárceles de una manera técnica. Los vamos a capacitar para que, cuando salgan libres, no solo estén capacitados sino para tengan un empleo.
—El estudio libera y el trabajo productivo libera ¿Cuál sería su recomendación para que la gente compre lo que se produce en las cárceles?
—Comprar un producto de cárceles no solo es un acto mercantil, sino un acto social, porque cada producto que se hace en las cárceles tiene un efecto en cadena que permite que sigan trabajando en penales, para que la persona privada de su libertad pueda asumir sus responsabilidades frente a su familia y frente a sociedad a la que hizo daño, a esa victima hay que repararla y lo podemos hacer a través del trabajo.
—¿Y cuál es su mensaje para los vecinos del Cusco respecto a lo que conversamos, a su pedido?
—Les decimos a los vecinos que estén tranquilos. El INPE va asumir a su responsabilidad.