Desde su infancia en Madre de Dios, Salomón Pérez Alencart veía las flores de heliconia por todas partes. Incluso se juntaba con sus amigos y jugaban con ellas a cortarlas y ponérselas en la nariz, dado que uno de los nombres locales de la flor es “pico de loro”. Con el paso del tiempo heredó el fundo Ten Paciencia, de 46 años de antigüedad, pero no olvidó las heliconias.
Años después, se encontró con el concepto de agricultura sintrópica o regenerativa. Postulado por el suizo Ernst Götsch, este método recupera los espacios agrícolas teniendo en consideración la naturaleza de las especies vegetales y su ubicación tanto en el tiempo (ciclos vitales) como en el espacio (pisos ecológicos). Esta organización potencia la energía, que se manifiesta en mayor diversidad y complejidad, como en el caso de los bosques. La sintropía se opone así a la entropía, estado en el que la energía se desperdicia por el desorden del sistema.
Mientras estudiaba la agricultura sintrópica, Salomón descubrió que el crecimiento radicular de las heliconias les permitía cubrir más rápido el espacio y con ello controlar la aparición de especies no deseadas o “hierbas malas”. Y, por otra de esas casualidades, empezó a notar que en las producciones televisivas de Colombia, Venezuela o Brasil eran precisamente esas flores las que solían aparecer en los escenarios de interiores.
"¿Por qué se valoran las heliconias en otros países y aquí no?”, se preguntó Salomón antes de decidirse a tomar esas flores con las que jugaba de niño como su nuevo emprendimiento. Hace siete años empezó con tres variedades, pero hoy en día maneja 126. Para lograr esta especialización, no solo empleó su experiencia previa y se capacitó por su cuenta comprando libros por internet. También se contactó con una ONG holandesa que le envió un florista con 40 años de trabajo previo en África. Ese profesional le enseñó, entre otros trucos, cómo conservar las flores cortadas por mucho más tiempo.
Ahora, Salomón está concentrado en perfeccionar la “ruta de las heliconias” en su propio fundo. De diciembre a febrero se pueden ver flores de unas 22 variedades diferentes, escenario ideal para un circuito vivencial donde los visitantes experimentan los procesos de cosecha, lavado y empacado.
Salomón es también uno de los entusiastas impulsores de la recientemente lanzada Marca Madre de Dios, que se espera visibilice todo el abanico de posibilidades turísticas de la región: turismo de yoga, pesca deportiva, observación de aves, artesanía de comunidades nativas, rutas de la castaña y otros frutos que replican la idea de la agricultura sintrópica. En enero se empezarán a registrar todos los puntos constituyentes de cada cadena productiva, y se recopilarán las principales necesidades (registros sanitarios, orientación para ventas, marketeo).
En el fundo de Salomón se venden también las flores de heliconia, pero a partir de arbustos preseleccionados. Las flores no están cortadas, sino que se preparan según los pedidos, que pueden ser incluso en línea, con envíos a todo el Perú. Además, Salomón está planeando ingresar al mercado limeño, pero con la menor cantidad posible de intermediarios, para que desde el 2025 estas exóticas flores, que se llegan a cotizar en más de 30 dólares cada una en el mercado internacional, se luzcan en los eventos de la ciudad capital.