Oficializó el quechua. Planeaba recuperar Arica y Tarapacá. Revalorizó a Túpac Amaru II. Quiso invadir Chile. Expropió a los medios de comunicación. Acabó con el rock and roll. Mató a mi abuelo. Empoderó al campesino. Cambió la historia del Perú. Me dejó sin nada.
Cincuenta años después de la Reforma Agraria, la vida y obra del general Juan Velasco Alvarado es un caos. Una ensalada de mitos y verdades. Un lío de callejón donde todos aseguran tener la razón.
De eso nos dimos cuenta en estos días luego de la aparición del teaser oficial de La revolución y la tierra, un documental que escarba en uno de los grandes puntos de quiebre del país. Y que explica, en gran parte, la sociedad que somos hoy.
Más allá de los fueros académicos, se ha hablado poco o nada de lo que representaron los siete años de su dictadura militar. Salvo algún comentario de sobremesa, su periodo es un capítulo satanizado sobre el que las familias pasan de largo. Hasta que un grupo de gente enciende la mecha y ya ven.
“Por fin se va a saber la verdad”. Por fin. Por fin. Esta frase le ha martillado la cabeza a Gonzalo Benavente Secco en los últimos tres años. No lleva la cuenta de cuántas personas se la han repetido. Pero al inicio de este viaje le supuso algo más pesado que la responsabilidad.
Se puso mal.
No da muchos detalles. Y no tiene que darlos. Un hijo de los ochenta había decidido meter las narices en la memoria de un país. Una costura donde el conflicto armado interno parece haberlo acaparado todo.
No es una biografía de Velasco. Y digámoslo claro para evitar malos entendidos. Es más ambiciosa la cosa. Una historia mucho más larga que inicia con la invasión española, y que instala una idea maligna: cuando uno es dueño de la tierra también es dueño de las vidas que ocupan esa tierra.
Una esclavitud que ocurría en el Perú republicano del sigloXX. Y que, valgan verdades, ocurre todavía bajo otras dinámicas. Un proceso histórico que contó con muchas luchas campesinas.
“Antes del gobierno militar un sector de los peruanos no podía votar para elegir a sus gobernantes. Había un veto a los analfabetos y a quienes vivían en el campo”, anota Grecia Barbieri, directora de arte y coguionista del documental, desde el piso 19 de un edificio miraflorino.
A su lado, desde luego, está el director Gonzalo Benavente, y también 'Nayo' Aragón, uno de los investigadores.
Es una sala con horror al vacío. Cuadros, discos, libros, afiches, adornos. Y un mantra que la gobierna desde una esquina, en una madera pintada: "Cuando alguien te diga: no puedes hacerlo. Dile: siéntate conchetumare y mira cómo lo hago".
Para quienes hacen cine en el Perú es un mandamiento tallado en piedra. Se necesita más que técnica y ojo cinematográfico. Hay que saber gestionar.
Con las experiencias previas de los documentales Rocanrol 68 y Largo tiempo, Benavente Secco y su equipo de quince talentos (provenientes de las productoras Autocinema y Animalita) postularon al fondo de largometraje documental de DAFO del Ministerio de Cultura, en el segundo semestre de 2016.
Se lo llevaron.
Después de asimilar la envergadura del proyecto, de nutrirse intelectualmente, de mapear a los personajes, y de lanzarse a la caza de material fotográfico y fílmico, el rodaje arrancó un 3 de octubre de 2017. Una guiño cabulero al Golpe de Estado del 3 de octubre de 1968.
El primer entrevistado fue el economista y antropólogo Enrique Mayer, autor del emblemático Cuentos feos de la reforma agraria.
Hay que detenernos aquí por un momento. Uno de los motivos por los que La revolución y la tierra ha reavivado este debate es por su diversidad de voces e imágenes.
El trotskista Hugo Blanco, que organizó la primera reforma agraria del Perú, en La Convención, en 1962; el historiador Hugo Neira, director de difusión del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS), organismo que hacía de partido político del régimen; y el guerrillero Héctor Béjar, quien colaboró como funcionario del SINAMOS.
También aparecen caras frescas, como la historiadora Cayetana Adrianzén, quien tiene la teoría de que nuestra escisión empieza en las aulas cuando nos enseñan que cada una de nuestras regiones requiere un color distinto (amarillo para la costa, marrón para la sierra y verde para la selva); el periodista Marco Avilés, autor de dos libros que interpelan a nuestra choledad; y Carlos León Moya, politólogo con una biografía en ciernes sobre Velasco Alvarado.
Un relato coral desde distintos frentes donde también contarán con los valiosos testimonios de hijos de campesinos y hacendados.
Así como el de Francisco Morales Bermúdez, quien presidió la segunda fase del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas después de darle un Golpe de Estado a Velasco.
Ni Gonzalo ni Grecia desean soltar prenda. O espoilear, como dicta el habla popular, sobre aquel encuentro. Solo cuentan que lo incomodaron como les fue posible, en medio de sus amables maneras.
“Morales Bermudez desapareció mucho de lo que se había avanzado con Velasco. Es importante recordar eso cuando se evalúa su gobierno”, indica 'Nayo' Aragón.
El equipo de La revolución y la tierra visitó a inicios de año las haciendas de la costa norte del país, desde Huando hasta Lobitos, donde operaba la International Petroleum Company.
“En la sierra había maltrato y servilismo de parte de los peones. Incluso violencia. En Trujillo no. Ahora son cooperativas. En nuestro recorrido identificamos para nuestra sorpresa cierta añoranza hacia aquellos años. La realidad es mucho más compleja”, dice Benavente Secco.
También grabaron en La Convención, en el Cusco, donde les tocó vivir un paro cocalero, en setiembre de 2018. “Confirmamos lo que ya sabíamos: que este un problema no resuelto”, dice Grecia Barbieri.
Decíamos que uno de los aspectos que ha entusiasmado a la platea son la cantidad de imágenes que contextualizan a la reforma agraria. Muchas de ellas han sido rescatadas de incendios, han sido encontrados en alguna tienda de antiguedades, o pertenecen a un archivo personal.
Allí tenemos a Luis Pardo, una película silente sobre un bandolero de la sierra peruana que data de 1927; Kuntur wachana de Federico García; La muralla verde de Armando Robles Godoy, entre otras.
Gonzalo Benavente Secco me muestra una de sus adquisiciones durante estos años de investigación: el discurso de Velasco Alvarado el día que promulgó la reforma agraria en formato vinilo.
Un hit de su tiempo con una frase célebre en el imaginario: Campesino: el patrón ya no comerá de tu pobreza.
En estas semanas, la productora se encuentra en pleno proceso de edición, añadiendo las últimas entrevistas y las imágenes con mejor calidad. El estreno será en octubre.
“Hay errores innegables en el gobierno revolucionario pero Velasco no es el demonio que nos han pintado”, resume Grecia Barbieri. El director, Gonzalo Benavente hace lo propio: “Hay muchos intereses políticos para que muchas cosas nunca se resuelvan”.
Que esta documental nos desate un par de nudos.