José Güich,José Güich, escritor y profesor universitario, acaba de publicar Universos en expansión - Antología crítica de la ciencia ficción peruana: siglos XIX-XXI, una revisión y una propuesta de canon para este género en nuestro país. El autor, que cultiva la ciencia ficción, no aparece en esta antología, pero con esta obra establece los pilares de una historia de la CF peruana. "Es un primer paso, una invitación a ingresar a un mundo que solo la ignota posteridad juzgará en sus precisos contornos", dice sobre el libro. La ciencia ficción no solo habla del futuro sino que también sirve para hablar, con mirada crítica, de lo actual. Ese es un aspecto muy interesante. Hay un historiador y gran estudioso, Darko Suvin. Él hace unos años publicó lo que considero el estudio teórico más completo que se ha hecho sobre ciencia ficción: Metamorfosis de la ciencia ficción. En ese libro él aporta conceptos novedosos al respecto. Efectivamente, hay un acercamiento a la ciencia ficción a partir de un texto de esta naturaleza proyectándose a un futuro cercano o remoto, pero traspasando a ese texto problemas actuales. Y eso la ciencia ficción lo ha hecho de una manera más intuitiva en los fundadores, como (Julio) Verne o (H. G.) Wells, y de una manera más consciente a medida que el género pasó de ese primer momento a una ciencia ficción “adulta y problemática”, según Roman Gubern. Es en esa ciencia ficción “adulta y problemática” donde se produce esta proyección que estamos mencionando ahora. El guionista Alan Moore, por ejemplo, dice que en el comic V de Vendetta, que habla de un futuro cercano, criticaba al gobierno de Margaret Thatcher que él estaba viviendo Exacto. La ciencia ficción es muy alegórica. Por momentos es casi poesía. Por ejemplo Ray Bradbury es un autor que no era científico profesional pero se educó en las bibliotecas de Estados Unidos y de ahí nace una ciencia ficción muy personal. Una que en un plano lírico habla de cuestiones que atañen a la naturaleza humana: qué es la humanidad, cómo se define, cómo se enfrenta a su condición. Creo que la mejor ciencia ficción es aquella que sabe llevar los temas actuales a un futuro más o menos cercano e identificable, y que es un cuestionamiento a nuestra realidad. ¿Y en el Perú esta vertiente está muy presente? Es un aspecto que caracteriza sobre todo a la ciencia ficción que se está haciendo en el Perú a partir de la década de los 80. Se supone que la ciencia ficción no debería haber ni siquiera existido en un país donde la ciencia no es un modelo de construcción para una sociedad. Es una ciencia ficción que ha surgido más bien como parte de una búsqueda, como parte de una necesidad de ciertos autores con cierta sensibilidad de utilizar el género para plantear problemáticas más locales sin que parezca que lo son. En su libro Universos en expansión usted habla de dos vertientes en el género: una que se centra más en los adelantos tecnológicos y otra que se preocupa más por el devenir de la sociedad en el futuro Hay dos términos para caracterizar esas dos vertientes y no son peyorativos para nada. Los dos tienen una gran dimensión artística y estética: la 'ciencia ficción dura' y la 'ciencia ficción blanda'. La primera es generalmente escrita por científicos con un gran conocimiento de la ciencia y la utilizan con un horizonte literario. Un caso puede ser Arthur C. Clark. O Asimov, que también era científico. Es una ciencia ficción que refuerza detalles técnicos muy verosímiles, con un uso imaginativo, original. La otra vertiente, la ciencia ficción blanda, no está tan preocupada por el detalle técnico, sino interesada por las consecuencias que en la vida cotidiana tienen las innovaciones tecnológicas; las preguntas e inquietudes que esas innovaciones pueden provocar en las sociedades, entendiendo esos efectos como cambios sociales y culturales. ¿Esta última vertiente está más presente entre los escritores de ciencia ficción peruanos? En el Perú, por ejemplo, Daniel Salvo escribe ciencia ficción inspirada en temas locales. Se le podría inscribir dentro de esta tendencia. Él está muy preocupado por la problemática del racismo y ha escrito cuentos maravillosos de ciencia ficción en torno de ese tema. Por ejemplo El primer peruano en el espacio, que ya es un clásico, o su cuento Quipucamayoc, que desde el pasado nos proyecta a un presente que es la consecuencia de un evento quizá intrascendente, cuando ocurre, pero de grandes consecuencias para el futuro. ¿Qué autores peruanos han escrito sobre futuros distópicos en donde hay un control sobre la gente tipo el Gran Hermano de la novela 1984?. Hay dos escritoras. Una es Tanya Tynjala, quien vive en Finlandia y escribió La ciudad de los nictálopes, una novela muy bien acogida hace unos años. Ahí se plantea una sociedad perfecta donde todas las necesidades están satisfechas, pero en el fondo es una sociedad controlada por la misma ciudad, que es una suerte de 'ciudad inteligente' y que limita las posibilidades de expansión. Una hermosa novela, muy alegórica. Y otra escritora como Yelina Pulliti, una de las más jóvenes, que tiene el cuento Una tarea escolar, donde relata una situación que se les plantea a unos alumnos en un futuro indeterminado. Pero este encargo nos va llevando a lo que la humanidad ha hecho con el mundo en los últimos años. Una visión muy oscura del futuro. La primera es una distopía disfrazada de utopía, y la segunda es más distópica. Creo que, en general, la ciencia ficción peruana tiende a eso. No tendemos a pensar en el futuro como algo positivo o amable, sino en uno deprimente. Como no tenemos ciencia ¿nuestros autores escriben más sobre sociedades distópicas que sobre adelantos tecnológicos? Sí. Es una tendencia muy marcada en nuestra ciencia ficción. Por otro lado, es interesante descubrir que otra vertiente es el humor, y lo sarcástico, desde José Adolph, que es uno de los padres fundadores de la ciencia ficción, hasta escritores como Luis Freyre, no identificado necesariamente con la ciencia ficción, pero que también la ha cultivado. Su humor es delirante y aquí incluye un cuento sobre la existencia de sociedades dedicadas a la ufología y a la búsqueda de vida extraterrestre. Y si hablamos del humor, no podemos dejar de hablar de Héctor Velarde, que practicó una especie de neocostumbrismo y se preocupó mucho por la influencia de lo tecnológico en la década del 50, los avances en los vuelos espaciales y utiliza esos temas para decir mucho sobre los limeños, su manera de pensar, su idiosincrasia. Son dos autores que han cultivado desde el humor una ciencia ficción muy particular. El campo es muy amplio y heterogéneo. ¿La coyuntura actual en el Perú, con un Congreso en disputa con el gobierno, se presta para hablar desde la ciencia ficción sobre los controles que se quieren hacer a la sociedad desde el poder? Por supuesto. Y va a seguir siendo un magnífico territorio, un campo de experimentación. Porque temas, personajes y situaciones existen. Este Congreso podría ser inspiración para historias ambientadas en el futuro. Yo imagino este Congreso trasladado al futuro, de aquí a 50 años, probablemente muy tecnológico, muy holográfico, pero conservando las mismas taras. Una especie de condena para el Perú. El Perú parece estar dentro de una especie de rizo temporal del cual no podemos escapar. Y también se podría hablar del racismo, de la violencia de género. Todo está en manos de los autores. Cuáles fueron los criterios para incluir a los autores presentes en Universos en expansión La investigación me tomó dos años. El primer criterio fue organizar una propuesta de canon en el cual había que incluir a autores pioneros, que constituyen una especie de maduración del género y autores que podrían ser llamados los posmodernos. El libro está dividido en periodos muy marcados. El siglo XIX con Julián del Portillo con su novela Lima de aquí a 100 años, del año 1843, publicada por entregas en El Comercio, luego la generación modernista con Clemente Palma, con Valdelomar, y una generación de vanguardia con Vallejo y Manuel A. Bedoya. En un cuarto instante la generación del 50, y otro momento la generación del 60 y 70 con Adolph, Rivera Saavedra, Harry Belevan; y luego de los 80 hasta nuestros días. Del Portillo con su novela se adelanta a Verne, a Wells, cuando ni siquiera existía el término ciencia ficción. Has establecido un canon sobre el cual se puede seguir ampliando Es solo una invitación sobre la cual los investigadores podrán seguir trabajando. Esa es mi intención. Quise formular una primera propuesta de canon. El canon es susceptible de ser modificado. Todo puede ser sometido a una justa crítica. He intentado también un tributo a quienes nos precedieron, a autores como Valdelomar. Pocos podrían pensar en él como un autor de ciencia ficción, pero lo es. Escribió el cuento 'El círculo de la muerte', que tiene un tono humorístico pero también una crítica política a la forma de vida que Estados Unidos empezaba a difundir por el mundo. Es una crítica al capitalismo. César Vallejo con 'Los caynas', un cuento que se adelanta 40 años al Planeta de los simios, no sé si Pier Boulle, el autor de esa novela, leyó ese cuento, pero hay muchas coincidencias. Y hay muchos autores jóvenes a quienes seguir. Quería una representatividad en cada una de las vertientes asumidas. Confío en una segunda versión en el futuro. Usted, escritor de ciencia ficción, no está en la antología. ¿Por qué no? Decidí que en este universo no debía aparecer como autor, sino como antologador. Decidí no caer en el riesgo de ser criticado por eso, sino por la propuesta de la antología. Preferí que aparezcan los colegas cuyo trabajo aprecio. En fin, la ciencia ficción en el Perú existe, está creciendo y se apoya en muchas plataformas. No solo en el libro clásico, sino en los blogs, el mundo virtual.