En el monte no solo se vive de comidas, sino también de un machete. Cómo no iban a saberlo los artistas amazónicos Rember Yahuarcani y Christian Bendayán, quienes decidieron vender sus obras para apoyar a los abuelos y personas vulnerables al Covid-19 en el pueblo de Pebas, a orillas del río Ampiyacu, en Bajo Amazonas, Iquitos.
Un buen día, mientras hablaban por celular sobre sus proyectos artísticos en común, también pensaron en la inminencia de la llegada del virus a Pebas, pueblo de Rember. Entonces, decidieron vender ciertos trabajos a amigos concretos y con ellos comprar canastas de alimentos, en las que incluyeron también un machete.
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Yahuarcani actualmente se encuentra en Pebas. Hace cinco meses viajó para un compromiso familiar que se realizó un día antes de que el Gobierno declare la cuarentena. Y allí se quedó. En Pebas, según Diresa, hay 344 infectados y 16 fallecidos.
“A Pebas aún no había llegado el virus. El pueblo tiene un centro de salud en donde solo hay un médico y como siete técnicos. Un temor era ese, de que llegue el Covid-19 y nos encuentre totalmente desprotegidos, como después así ocurrió”, comenta.
Y era verdad. El pánico dice que empezó a cundir cada día en el pueblo. La televisión, las radios y las redes sociales mostraban lo que se vivía en Iquitos. Los abuelos ya ni dormían. Vivían con miedo. Solo pensaban huir al monte, adonde no les de alcance el Covid-19.
“Ese es el único refugio que les queda. Cada vez que llego a Pebas, por contraste, reparo cuán abandonados están la educación y los servicios sanitarios por el Estado”, dice crítico.
Siempre lo tiene presente, por eso, cuando hablaba con Bendayán se acordaron de esa situación.
“Bendayán me dijo qué hacemos. Me habló de vender copias limitadas de un grabado digital suyo, “Bebé sirena”, a amigos con nombres propios. Yo me quedé pensando y como he estado pintando en llanchamas, decidí también vender siete dibujos a amigos que sabía que no me iban a decepcionar”, cuenta Yahuarcani.
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“Sí, le dije qué hacemos −me habla Christian Bendayán−. Yo sabía que el tío de Rember, el escultor Fernando Yahuarcani, que vive en Iquitos, llevaba medicina natural a los abuelos de Pebas. Entonces, por qué nosotros no hacer algo parecido”.
Así, Bendayán rehizo un grabado y Yahuarcani preparó sus llanchamas, y le pusieron un precio muy por debajo del mercado, pues el objetivo era ayudar. Los trabajos se vendieron de inmediato. Los amigos compradores se pusieron a la altura de la solidaridad.
“Apoyamos a 70 familias con sus víveres. Mi padre, como conoce el pueblo, sabía dónde estaban los abuelos y los más vulnerables. Incluimos un machete, porque el machete les sirve para cultivar las yucas, hacerse un camino o defenderse de las serpientes”, explica Rember.
“Nosotros, como artistas −dice Christian Bendayán−, sabemos de las dificultades. En las crisis, buscamos caminos. Que quede bien claro, las políticas no han resuelto el problema de los artistas. Pero aquí lo nuestro no es arte utilitario, sino arte totalmente solidario”.
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