Fujimori tuvo que descabezar el Tribunal Constitucional para imponerse, y ya sabemos cómo terminó todo eso.,Perpetuarse en el poder es una muestra inequívoca de autoritarismo, aunque se puedan encontrar múltiples razones ideológicas para justificarla y diferentes artilugios legales para implementarla. Los peruanos recordamos bien la experiencia de la segunda reelección de Alberto Fujimori. Fue electo en 1990, mediante un golpe de Estado abolió la Constitución de 1979, y mediante un Congreso Constituyente y un referéndum aprobó la Constitución de 1993; y luego fue reelecto en 1995. La Constitución de 1993 solo permitía una reelección inmediata, por lo que Fujimori utilizó el artilugio de considerar como primera elección la de 1995, para así poder reelegirse “por primera vez” en 2000. Tuvo que descabezar el Tribunal Constitucional para imponerse, y ya sabemos cómo terminó todo eso. En Venezuela Hugo Chávez fue electo por primera vez en 1998; también convocó a una Asamblea Constituyente y aprobó por referéndum una nueva Constitución en 1999, que permitió una reelección inmediata; bajo las nuevas reglas fue reelecto en 2000 y reelecto en 2006; para volverse a elegir en 2012 tuvo que convocar a un referéndum en 2009, en donde consagró la reelección indefinida. Al menos Chávez intentó ser algo prolijo en la justificación de su permanencia en el poder; prolijidad que por supuesto con Maduro ahora no existe, y hace bien la OEA en pedir la cancelación de la anunciada elección presidencial en el mes de abril. Por el contrario, en Colombia, cuando Alvaro Uribe, electo en 2002 y reelecto en 2006 pretendió convocar a un referéndum para habilitar un segundo mandato consecutivo, tuvo que recular, ante un pronunciamiento en contrario de la Corte Constitucional. Hay que reconocer que Uribe no forzó un enfrentamiento con la Corte, a diferencia de Fujimori. En Ecuador, en un recorrido conocido, Rafael Correa fue electo en 2006, impulsó una Asamblea Constituyente, aprobó una nueva Constitución en 2008, y fue reelecto en 2009 y 2013, bajo la norma que permitía una reelección inmediata. En 2015 Correa hizo aprobar al Congreso una modificación constitucional estableciendo la reelección indefinida, pero no aplicable para las elecciones de 2017. Ese año, como sabemos, Correa optó por no presentarse a un nuevo periodo; inesperadamente para él, su sucesor, Lenín Moreno, acaba de aprobar en un referéndum la eliminación del principio de reelección indefinida, cerrando la posibilidad de una nueva postulación de Correa. Estos países de libraron de una deriva autoritaria. En Bolivia, Evo Morales fue electo por primera vez en 2005; convocó a una Asamblea Constituyente y aprobó la Constitución de 2009, que permitió la reelección inmediata por una sola vez. Culminado su primer mandato, fue reelecto en 2009 y luego en 2014, gracias a que el Tribunal Constitucional consideró como primer gobierno al de 2010, no al de 2006; digamos que consiguió legitimar lo que Fujimori tuvo que hacer a la fuerza. Para poder reelegirse en 2019, Morales convocó en 2016 a un referéndum para cambiar la Constitución y establecer la posibilidad de reelegirse por dos periodos consecutivos, pero perdió. Sin embargo, a finales del año pasado logró que el Tribunal Constitucional declarara que el límite a la reelección “viola sus derechos humanos”, amparándose supuestamente en la Convención Americana de Derechos Humanos. Como ha señalado José Miguel Vivanco, además de descabellado, ese razonamiento peca de hipócrita, considerando que Morales sistemáticamente ha denostado los principios internacionales de protección de los derechos humanos. Más temas complicados para la próxima Cumbre de las Américas.