¿Cuánto puedo retirar de mi CTS?

Zombis que alucinan que tienen poder, por Augusto Álvarez Rodrich

Anatomías desiguales del destino de esta crisis política.

El Perú atraviesa una crisis profunda por la degradación hasta la fragilidad del sistema político sin resolver problemas fundamentales del país, frente a lo cual no hay una visión razonablemente compartida del diagnóstico ni de la ruta de salida, acaso porque ese esfuerzo indispensable se contamina con los intereses de los protagonistas que dejan de lado los principios básicos del bien común de la ciudadanía.

Ese es el fondo de un problema que ya tiene al menos ocho años y cuyos síntomas van mutando según el momento, que hoy tiene el rostro de Dina Boluarte, pero que es la mutación de varios otros del pasado reciente.

Pese a lo cual, los mismos que respaldaron a Pedro Castillo —con su acción, omisión y hasta designación— hoy encaran a Boluarte, sin reconocer, por interés particular en vez de los principios, que ella solo es la otra cara de la misma moneda de su antecesor, mientras que los que criticaron duramente a la administración previa hoy apoyan la sostenibilidad del gobierno actual.

Y así va el Perú en este trance de la mezquindad en donde se acomodan las reglas de la institucionalidad al objetivo de la durabilidad, modificando el funcionamiento de entidades claves de la justicia o del terreno electoral.

O se reclama, del otro lado, la intervención de fuerzas foráneas para tumbarse al gobierno, mediante la aplicación de la carta democrática y la movilización popular. O sea, que Washington y la calle hagan la tarea de tumbarse al gobierno que ellos no pueden lograr.

En ambos lados del entuerto, sus protagonistas acomodan la realidad al interés de lo que quieren lograr.

Hablan de un régimen autoritario que implicaría que sea fuerte, cuando en los hechos hay un gobierno que se cae a pedazos y es políticamente tan débil que, cuando el ministro de economía lo reconoce para explicar la rebaja de la calificación crediticia —lo que es, sin duda, verdad—, debe disculparse ante la presidenta y sus ministros zombis, o al presidente del congreso por decir —otra verdad— que los congresistas votan por interés político personal.

Antes que al autoritarismo el Perú se enrumba a la anomia en la que el gobierno y sus críticos son unos zombis que alucinan que tienen poder, sin ni siquiera poder entender lo que pasa.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.