En favor de Puno

Anuncios presidenciales incluyen bonos, obras de infraestructura, empleos, ayuda para el friaje, etc.

La próxima semana saldrá un convoy con un contingente de ayuda de diverso tipo para Puno. Un equipo ministerial se hará cargo de esta operación que busca conectar al Estado con la problemática de esta región del sur del país, que se ha mantenido firmemente del lado de la protesta y la resistencia contra el Gobierno de Dina Boluarte.

Se trata de una iniciativa anunciada desde Palacio de Gobierno y que utilizó como argumento del paquete de ayuda masiva que se pretende otorgar, los indicadores de pobreza, anemia en niños y otros datos socioeconómicos que confirman las malas condiciones en las que viven los habitantes de esa región de frontera.

Estos datos de la realidad justifican toda iniciativa pública y/o privada que tenga a Puno como centro de la atención. Esta zona de nuestro país se merece que el Estado vaya con todo tipo de ayuda porque es su obligación y porque la gente lo necesita. Hay déficit de infraestructura, problemas con los agricultores y la falta de abono; inicio de la temporada del friaje; el incierto inicio de las clases escolares en esa región y la crisis generada por las movilizaciones en sectores como turismo y venta de artesanía.

Lo que parece contraproducente y genera rechazo es la inexistencia de un reconocimiento oficial de lo ocurrido en Puno, en especial en Juliaca, donde murieron 18 personas en una intervención policial y militar en la que han actuado haciendo excesivo uso de la fuerza. Está documentado que se ha disparado al cuerpo de personas que no se encontraban en el aeropuerto o que amenazaban objetivos militares que las instituciones del orden público estaban intentando proteger.

Pasar de acusar a los puneños de ser un grupo de vándalos que estaban recibiendo apoyo de Bolivia y que tenían objetivos de desestabilizar al Gobierno a convertirlos ahora en “hermanito o hermanita”, sin ninguna disculpa de por medio, parece inútil y poco político. Queda por ver ahora la reacción de Puno frente a esta extensión de la mano que no ha ido acompañada de una real mea culpa.