La madre de la menor compartió una extensa carta en la que cuenta cómo era el comportamiento de su hija y busca alertar a los padres para que no pasen por lo mismo. ,Una madre decidió dejar de callar y publicar una carta en la que, si bien no revela su identidad, busca que la situación que vivió su hija de 7 años no se repita y alertar a los padres de familia a actuar a tiempo. El texto fue publicado por El Mundo. La carta de Silvia: “Sólo tiene siete años y una idea recurrente en su cabeza, una idea que la está consumiendo, hundiendo en un mar de angustia. Y con ella a toda la familia. Sólo tiene siete años y me pide desgarrada auxilio porque no quiere hacerlo, no quiere irse y no sabe si la próxima vez podrá volver a evitarlo. No puede soportar esta vida de sufrimiento”, inicia escribiendo. PUEDES VER: La increíble historia de una azafata que pudo salvar a una niña de un traficante de personas “Todo empieza hace un año, cuando mi hija, la segunda de cuatro hermanos, cursaba segundo de primaria. Antes de Navidad comienza con crisis de ansiedad: aprieta los labios, cierra los ojos y llora pidiendo ayuda. Aparentemente no hay un motivo para su sufrimiento. Su padre y yo lo achacamos a su excesiva sensibilidad, a su madurez precoz. Una psicóloga le diagnostica depresión con ideas persistentes de suicidio. La psicóloga ve conveniente alertar al colegio. Así lo hacemos”, añade la madre. “El colegio nos dice que todo el personal estará pendiente de ella. Pero una noche de enero, mi hija me confesó que en clase, después de comer, se ha subido a una silla, ha abierto la ventana y ha dado un paso más en su cabeza. Me dice: ‘Pensé en tirarme por la ventana’. Por suerte apareció una compañera y no lo hizo. Entre lágrimas me pide que la ayude a evitarlo. No sabe lo que pasará la próxima vez”, agrega. Tras esto, la madre relata que ella siempre le aconsejó y se mantuvo con ella por miedo a que ocurra algo. “De vez en cuando le veo moratones en las piernas. Cuando le pregunto, no sabe cómo se los ha hecho”, detalla. “A finales de junio, fuimos toda la familia a Irlanda. Otra gente, otro idioma, otro paisaje… y la niña sonríe por primera vez de verdad en un año. Entonces empieza a llorar amargamente. Entre sollozos conocimos el motivo de ese sufrimiento que la había llevado a pensar en la ventana como única salida. El motivo tiene nombre y apellidos. Nos cuenta que desde que entró en el colegio, hace dos años, pero sobre todo en el último, una compañera la ha insultado, pegado, humillado y aislado del resto con amenazas”, se lee en la carta. La mujer no podía creer cómo una niña de 7 años recibía todo ese tipo de ofensas y que prefiera estar muerta. Al regresar del viaje, la mujer habló con las autoridades del colegio y les explicó lo que sucedía. Ellos le prometieron velar por el bienestar de su hija, pero no hicieron nada. Incluso, la directora mintió diciendo que el inspector se encontraba enterado del caso, pero cuando la madre se comunicó con él, descubrió que no era así. La menor tuvo que regresar a sus clases aterrorizada y los abusos persistieron, por lo que su psicólogo vio que no había solución y debían retirarse. “A partir de ahí no puede ver el uniforme, no puede escuchar las canciones que aprendió en el colegio, no puede ver nada que tenga relación con el colegio sin que le dé una crisis de ansiedad”, precisa. Pese a los pedidos de la madre, la institución no la apoyó y se vio obligada a viajar junto a toda su familia a Irlanda para iniciar una nueva vida. “Para mi hija no hay normalidad. Las pesadillas siguen torturándola cada noche. También el miedo a que las niñas buenas de su nuevo colegio puedan de repente volverse malas. El miedo a no poder volver a ser una niña normal (...) Sólo quiero hallar la manera de curarle el alma, de que llegue el día en que mi hija pueda vivir con sus recuerdos y yo pueda vivir sabiendo que mi hija de siete años prefirió estar muerta que vivir esta vida de sufrimiento. Pero sé que su infancia ya nadie se la devolverá… Si tienes hijos, mañana esta carta podría ser tuya”, finalizó.