El exgobernador regional de Junín se sumó a Fuerza Popular, encabezado por la candidata Keiko Fujimori. ¿Tránsfuga o visionario? Un intento de comprender el cambio de rumbo de un izquierdista y connotado defensor de los derechos humanos. , Para muchos es incomprensible. ¿Qué podría causar que Vladimiro Huaroc, hasta hace cuatro años uno de los más importantes líderes del partido izquierdista Fuerza Social, se incorporara al equipo de Keiko Fujimori? Tras conocer la noticia, la ex alcaldesa Susana Villarán lo ha llamado traidor. Su motivación, añadió, sería una ambición de poder. PUEDES VER: Humberto Lay irá como segundo vicepresidente en plancha de César Acuña Huaroc renunció a Fuerza Social luego de que el partido intentara participar sin alianzas en las elecciones del 2011. Por entonces lo presidía. Había anudado un preacuerdo electoral con Perú Posible, que finalmente fue rechazado por el sector más ligado a Susana Villarán. El candidato presidencial de Fuerza Social terminó siendo el diplomático Manuel Rodríguez, con Huaroc lanzado como vicepresidente. La candidatura no cuajó y Rodríguez renunció. Fuerza Social perdió su inscripción. ¿Algo nuevo? Viendo las cosas en retrospectiva, la opción de Huaroc era más pragmática. Si Fuerza Social hubiera ido aliado con Alejandro Toledo, tendría una bancada parlamentaria y aún existiría legalmente como partido. Es que Huaroc es un hombre pragmático. Su enrolamiento en Fuerza Popular se debe, en parte, a su convencimiento de que no tiene otra forma de continuar su carrera política ejerciendo un rol protagónico en el país. Sus antiguos compañeros de ruta, convertidos en un 1% de intención de voto, aún no llegan a ponerse de acuerdo. Pero sería erróneo atribuir su decisión a un puro sentido de la oportunidad. Huaroc ha demostrado ser un hombre de principios. Diario La República Su padre era un policía comunista. En la Universidad Nacional del Centro, donde estudió Antropología, participó activamente en un frente contrario a la hegemonía del Apra. Nunca militó en algún partido de izquierda, aunque sus aliados lo eran. Viajó a Ginebra para continuar estudios y allí empezó a trabajar en Naciones Unidas. Desde 1982 estuvo en México y distintos países de Centroamérica como representante de la ACNUR, la oficina de la ONU para los refugiados. Es la agencia más política de la organización, pues trabaja en escenarios de guerra para lograr acuerdos humanitarios. Esta labor acabó en 1996, cuando Jorge Santistevan de Noriega, entonces Defensor del Pueblo, lo llamó para que diseñara una política de atención a las víctimas del conflicto entre el Estado y el terrorismo. Dos trayectorias Huaroc dejó la Defensoría del Pueblo en 2000 y al año siguiente participó como candidato a la primera vicepresidencia en la débil candidatura presidencial encabezada por Santistevan de Noriega. Luego fue a Huancayo, donde fundó un movimiento a cuya cabeza se convirtió en presidente regional de Junín en 2007. Con otros dirigentes del interior del país participó en una convergencia que hizo nacer a Fuerza Social, con tendencia descentralista. Después de renunciar al partido fue jefe de la oficina de Diálogo y Sostenibilidad del gobierno de Ollanta Humala. Propició mesas de diálogo que funcionaron hasta que renunció en 2014, por sordas discrepancias con la primera ministra de entonces, Ana Jara. Hasta aquí, un apretado resumen de su pasado. Revisarlo tiene sentido por la trayectoria distinta de la tienda en que acaba de meterse. Las preocupaciones de Huaroc han sido la protección humanitaria, el diálogo, la inclusión social. Si la candidatura de Keiko Fujimori encarna un menosprecio a los derechos humanos, como indica la tradición, ¿qué hace allí? Aunque quizá su incorporación a Fuerza Social responde a una continuación del anuncio de Keiko en Harvard. En el sentido de que, efectivamente, un futuro gobierno suyo produciría un cambio sorprendente en materia de derechos humanos. Porque de otro modo la presentación de su nueva estrella carece de todo significado. Temas candentes En la Defensoría del Pueblo Huaroc vio expedientes que hoy cobran enorme relevancia: las más de ochocientas denuncias de mujeres esterilizadas en contra de su voluntad durante el gobierno de Alberto Fujimori. Un personaje central de la historia es el médico de cabecera del ex presidente, el congresista Alejandro Aguinaga. El tema fue un dolor de cabeza para Keiko en las elecciones del 2011. Aún hoy se debate con calor. Con Huaroc a bordo, ¿la candidata tendría algo nuevo que decir al respecto? Otro tanto cabe preguntarse respecto de la política de reparaciones, en muchos sentidos dejada de lado desde que la recomendó la Comisión de la Verdad y Reconciliación hace más de diez años. Antes de cerrar un acuerdo con Keiko, Huaroc, junto con otros dirigentes regionales, había hablado con Pedro Pablo Kuczynski. Sintieron que les ofreció poco o nada, y que no tenía una idea clara para resolver los conflictos sociales. En cambio la seducción de Fujimori fue eficaz desde el primer momento. Al punto que llegó a decir que se sentía como un pez en el agua. Seducción política Vladimiro Huaroc y Keiko Fujimori se han reunido unas cinco veces en 2015. Antes solo habían hablado una vez, en el Congreso. El punto de mayor interés de la candidata eran los conflictos sociales. Huaroc le explicó lo que debía hacerse al respecto: el Estado debía estar en los lugares de confrontación, y demostrarle a la gente, y a las empresas, que defendía intereses públicos. —Estoy de acuerdo —decía Keiko, y entre ambos se fueron construyendo coincidencias programáticas que no se conocen, y que serán parte de los próximos anuncios electorales. Huaroc no ha iniciado una militancia en Fuerza Popular. Es simple miembro de un equipo técnico. Pero la lideresa lo ha invitado a escuchar exposiciones sectoriales de los planes de gobierno, para que formule opiniones. En algunos casos ha asistido acompañada por él. De las conversaciones sostenidas entre ambos Huaroc ha quedado convencido de que la hija del sentenciado presidente tendrá una efectiva política de diálogo con las poblaciones, a partir no solo de sus propias recomendaciones sino de la relación que con ellas ha ido construyendo Fuerza Popular. Seguridad, seguridades El anuncio de Huaroc se produjo cuando aún se esperaba el del reclutamiento de Fernando Rospigliosi. El periodista y ex ministro del Interior conversó con Keiko Fujimori sobre la posibilidad de que integrara al equipo de Fuerza Popular. Durante el proceso la información se filtró al diario El Comercio, que la hizo pública. Fujimori fue receptiva al plan sobre seguridad que Rospigliosi le alcanzó —algo que también hizo con otros candidatos— y se mostró dispuesta a darle un lugar en su posible gobierno. La idea era que Rospigliosi tuviera un rol de liderazgo en los asuntos de seguridad. Pero Rospigliosi no llegó a convencerse. ¿Qué poder tendrían los representantes del fujimorismo de los años noventa? Probablemente nunca tuvo certeza de cómo estaría finalmente conformado el gobierno de Keiko y de cuál sería su rol en este. Por otra parte, su inclusión inmediata ofrecía resistencias dentro de Fuerza Popular. La elocuencia y agresividad de Rospigliosi representaba un riesgo para Fujimori dentro de sus propias filas. Aunque recientemente recaló en el equipo de Pedro Pablo Kuczynski, donde ya trabaja un grupo de especialistas de su cercanía, es significativo que el tema de los principios, el pecado de trabajar con la hija del dictador, ya estaba superado. Creía en sus intenciones pero no en lo que era capaz de transformar. El tema es, pues, el de las seguridades. Algo que en política nadie puede tener en el bolsillo.