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A propósito de la institucionalidad, por Kurt Burneo

“Un factor importante para la recuperación de la confianza de inversores privados es el adecuado funcionamiento de las instituciones, sobre todo las públicas”.

La importancia de las instituciones en economía no es un tema nuevo. Hace 11 años, Acemoglu y Robinson, en un importante libro, Por qué fracasan los países, ya referían que el éxito económico de los países depende del desarrollo de sus instituciones, de las reglas que influyen en cómo funciona la economía y los incentivos que motivan a los individuos. Obviamente de allí que un factor importante para la recuperación de la confianza de inversores privados es el adecuado funcionamiento de las instituciones, sobre todo las públicas, porque la confianza de los inversores para aplicar recursos para un proyecto, así solo sea capital de trabajo (corto plazo) o más aún para ampliar capacidad de planta (largo plazo), dependerá de la mirada al futuro que tengan ellos respecto a los mercados en los que operan y de la actividad económica en general. El reto no es fácil. El Banco Central, en su último Reporte Inflación, prevé una contracción de la inversión privada en 2.5% al 2023 y un aumento de esta en 1.8% al 2024. Veamos estos asuntos.

En el lado económico, las instituciones fundamentales para al país son el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el Banco Central (BCRP), la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat), Superintendencia de Banca, Seguros, las AFP y cooperativas (SBS), Superintendencia de Mercados de Valores (SMV), Proinversión, entre otras. La idea es que el funcionamiento de estas no sea personalizado y cuenten con protocolos de gestión preestablecidos. Veamos, por ejemplo, el caso del BCRP.

El BCRP tiene un objetivo único (según su ley orgánica): la estabilidad monetaria –léase estabilidad de precios, esto es que la inflación esté en el rango institucionalmente definido entre 1 y 3%–. La realidad es que desde fines del 2021, la inflación ha estado fuera de dicho rango: a junio, la inflación anualizada fue de 6.46 % (inflación de alimentos casi al doble), sin considerar alimentos y energía 4.35% y la expectativa de inflación es de 3.83%. Al respecto, ha habido factores externos que no maneja el BCRP y que en parte han explicado que la inflación esté fuera del rango, pero también es cierto que sucesivas alzas de la tasa de referencia por el BCRP, que llega al 7.75% hoy, al encarecer el crédito, afectan adversamente al consumo, inversión, demanda y con ello la actividad económica.

La semana pasada, la Reserva Federal –el banco central gringo– nuevamente ha aumentado su tasa de interés; esta quedó en un rango de 5.25-5.5 por ciento, su nivel más alto desde 2001. Esto en medio de la lucha de la FED contra la inflación que, si bien va a la baja en EEUU, está aún distante del rango objetivo, en un contexto de expansión moderada de la actividad económica, de creación de puestos de trabajo y tasa de desempleo baja, con una inflación aún elevada. Recordemos que el banco central gringo tiene –a diferencia del BCR– dos objetivos: estabilidad de precios y actividad económica.

Esta reciente alza de la tasa de interés por la FED hace más difícil que el BCRP baje próximamente su tasa de interés de política monetaria –a pesar de la baja de las expectativas inflacionarias–, dado que un mayor diferencial de las tasas de interés locales respecto a la tasa de interés externa podría generar una desordenada salida de capitales y una devaluación del sol, a la inversa del debilitamiento actual del dólar, en un 5,8% al 19 de julio respecto a fines del 2022. Ciertamente, este reciente fortalecimiento del sol es funcional a una reducción de la inflación. Pero ¿quién decide la política monetaria? En la forma y en el fondo, la conducción está a cargo, no del presidente, sino del Directorio del banco de cuyos miembros, actualmente, solo el vicepresidente del mismo, un exministro de Economía y presidente del Consejo Fiscal, es el único que tiene apariciones públicas, casi todas criticando al MEF –siendo funcionario público– y paradójicamente denostar sobre la falta de dinamismo de la actividad económica, que la propia política monetaria contribuye a enfriar. En mi opinión, equivocadamente, personalizar la gestión institucional genera una mayor incertidumbre expresada en la falta de una respuesta clara a la pregunta: ¿y después qué?

Banco Central de Reserva. Foto: Difusión

Banco Central de Reserva. Foto: Difusión

Kurt Burneo

Exministro de Economía. Doctor en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Ramón Llull-Esade, España, Magíster en Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, exbecario Escola de Posgraduacao Economía de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Economista de la UNMSM, Perú. Investigador Concytec-Renacyt.