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Cultural

Alicia en el país de las maravillas, el influyente clásico que ignora edades e invoca a la libertad

Expertos señalan que el sinsentido, el núcleo de la obra, repercute en la concepción de un entorno con mayor independencia. No importa la edad, sí la agudeza para imaginar. Este clásico cumple hoy 156 años.

Alicia en el país de las maravillas es uno de los libros más influyentes en la literatura. Foto: composición LR  / Jazmin Ceras
Alicia en el país de las maravillas es uno de los libros más influyentes en la literatura. Foto: composición LR / Jazmin Ceras

En medio de liebres en apuros y juegos de croquet, lo descabellado tiene nombre propio: se llama Alicia. El 26 de noviembre de 1865, el escritor, fotógrafo y matemático británico Charles Lutwidge Dodgson, bajo el seudónimo de Lewis Carroll, publicó la historia de una de las niñas más famosas de la literatura popular. La influencia de esta obra, Alicia en el país de las maravillas, ha reducido miedos y ha aumentado la intervención de los autores en el mundo de los sueños, así lo explican algunos expertos en letras. Ellos coinciden en que el sinsentido es un eje tan fantástico como un gato sonriente.

Ni las órdenes perversas de la Reina de Corazones son tan temibles como la autoridad de este libro en el humanismo. Incluso ha desdibujado las fronteras entre el público lector: da igual si es un niño o un adulto quien se apodera de las páginas, solo importa que la imaginación sea la protagonista. A continuación, cinco profesionales conversan con La República y opinan sobre el impacto de este clásico en la literatura y en otros campos artísticos.

Minerva Mora (Perú), gestora cultural de la biblioteca El Manzano

Alicia en el país de las maravillas ha tenido influencia social, psicológica y hasta matemática. Si bien se trata de un género de la literatura fantástica, se le considera también parte de la literatura surrealista por todo el engranaje que conlleva la historia. Es aparentemente destinado a un público infantil, pero en realidad permite una doble interpretación por parte de los lectores adultos. Si uno lo lee siendo un niño, tiene esa idea de que todo es posible, de que no existen fronteras. Pero desde la mirada del adulto podemos ver un caos, un sinsentido frente a la razón.

La obra ha inspirado a varios autores, por ejemplo a James Joyce en Finnegans Wake, o a Franz Kafka, con La matamorfosis. ¿Por qué? Porque esta última obra habla de un cambio y en Alicia en el país de las maravillas se habla de un viaje a la madurez, que también representa una transformación y la búsqueda de la identidad.

Houdini Guerrero (Perú), escritor y editor de la revista Siete vientos

Esta obra es una influencia a nivel mundial. Revalora la imaginación, la fantasía y ha logrado crear personajes inolvidables. Si hablas de alguna Alicia, ¿de qué Alicia hablas? Siempre será Alicia en el país de las maravillas. Sin ella los demás personajes pierden el brillo. La obra nos hace reflexionar sobre la condición humana. Alicia es una exploración porque está llena de matices fantásticos, es decir, al final hay una reflexión sobre los valores, las virtudes, los defectos de los seres humanos. La amistad, el desengaño, la traición, todos esos sentimientos están ahí.

Los lectores son quienes hacen clásicos a los libros, siempre y cuando estos tengan elementos con los que la mayoría de seres humanos se identifiquen. Algunos se encuentran en esta obra. Alicia en el país de las maravillas es un buen espejo para encontrarnos.

El clásico de Lewis Carroll ha sido material para otros campos artísticos, el teatro es uno de ellos. EFE / Juan Carlos Hidalgo

El clásico de Lewis Carroll ha sido material para otros campos artísticos, el teatro es uno de ellos. EFE / Juan Carlos Hidalgo

Manuel Álvarez Galeano (Colombia), escritor y profesor de Literatura

Es quizá una de las obras fundacionales de la literatura fantástica. Es una obra escrita por un autor emblemático de este género y, de alguna manera, él representa este auge de la literatura de mediados del siglo XIX. Se debe entender que en la cultura ha tenido una gran influencia, en la ilustración, por ejemplo, con Salvador Dalí, o en la música, con Bob Dylan. Hay teorías que sostienen que este sinsentido podría estar haciendo alusión a una relación entre Lewis Carroll y las drogas, sin embargo no hay mayor sustento. Pero más allá de todo esto, es una forma de entender la gran trascendencia de la imaginación.

El impacto cultural ha sido tal que ha sido traducido incluso a una lengua artificial como el esperanto. Es algo muy grato. En esta obra aparecen personajes muy trabajados por Carroll, como el sombrero o el conejo. Y en el cine se puede ver esta dinámica, como por ejemplo en El mago de Oz. ¡Es supremamente valiosa! Tiene una gran relación. Yo creo que es una obra que impacta no solo en otras disciplinas artísticas, sino también en la memoria literaria y en la memoria histórica para la cultura lectora. Es una obra de invaluable color.

Emmanuel Grau (Perú), docente y escritor de Hijos de la guerra

Es una novela fascinante. Es una novela que aborda, desde una perspectiva infantil, el tema de la salud mental, que en ese momento era un tabú. Además, lo que hace la obra de Carroll es mostrarnos un mundo autónomo, con sus propias reglas, donde la mirada de Alicia prima frente a su contexto. Es una de las primeras obras donde un personaje femenino tiene la autonomía para moverse en un mundo que funciona a su manera.

El relieve que cobra el mundo de los sueños para la literatura se lo debemos a Alicia en el país de las maravillas: cómo funciona nuestra mente mientras dormimos, cuáles son nuestros recuerdos y cómo nuestra vida misma se va armando a partir de las cosas que soñamos. La obra de Lewis Carroll nos dice cómo los sueños pueden tener injerencia y ser muy preponderantes en la vida cotidiana.

Es importante destacar el torrente imaginativo que se suelta a través de la novela. Cómo escritores como Cortázar han tratado el tema de lo absurdo, por ejemplo, en Carta a una señorita en París, donde una persona vomita conejos. Puede ser un guiño a Alicia. Alicia en el País de las Maravillas, estoy seguro, es la primera novela formal que introduce el humor en la literatura. Eso lo va a tomar después Kafka, por ejemplo. Conviven personajes ficticios y seres humanos, esa relación entre lo fantástico y lo natural se presenta en la novela. Alicia también está presente en la literatura de Paul Auster.

El poder está darle autonomía a la mirada de un niño y, en este caso, una mujer empoderada a partir de su imaginación. Una niña que ha podido caminar por la cornisa de la realidad y la fantasía.

John Tenniel se encargó de dibujar las escenas del universo de Alicia.

John Tenniel se encargó de dibujar las escenas del universo de Alicia.

Manuel Prendes Guardiola (España), escritor y doctor en Filología Hispánica

Lo que hace clásico un clásico es la pervivencia: porque deja un rastro en la cultura que va más allá de lo literario, o porque influye en obras posteriores, o porque cada nueva época lo reactualiza a su manera.

El experto escribió en su blog Maceta en el páramo un análisis al respecto. “En Alicia no encontramos un mundo maravilloso pero coherente, al estilo del cuento de hadas tradicional, sino una continua alteración de las normas lógicas que rigen la realidad: las acciones, el comportamiento de los personajes y sus propias conversaciones, donde se da la vuelta a todas las convenciones del lenguaje en cuanto a la congruencia e incluso el vocabulario. Eso sí, da una impresión de tratarse de un absurdo muy metódico, nada descuidado; no en vano Lewis Carroll era profesor de Lógica y Matemática además de ajedrecista (el viaje de la segunda parte de las aventuras de Alicia, A través del espejo, sigue de hecho los movimientos de un peón sobre el tablero)”, escribe.

Y, además, Prendes afirma que Carroll explota también la tradición del sueño literario. “El absurdo se justifica en Alicia por la particular lógica del sueño: el protagonista (aquí una niña) sueña, y ello le permite no solo presenciar una realidad disparatada e imposible, sino además valerse de ella para hacer una sátira de la realidad”, se lee en su espacio digital.

Y remarca que “se trata de un recurso que utilizó en el siglo XVII uno de nuestros clásicos, Francisco de Quevedo, con quien Carroll coincide por ejemplo en dar vida a personajes de la cultura popular como Humpty Dumpty, y también a realidades cotidianas nada personales salvo en el nombre: el Gato de Cheshire (una variedad de queso), la Falsa Tortuga (un tipo de conserva de carne) o expresiones coloquiales como el Sombrerero o la Liebre de Marzo (dos expresiones usadas en inglés para referirse a la locura)”.

Correctora web y columnista del espacio Glosario azul en La República. Periodista piurana (Udep) con experiencia en el género argumentativo y narrativo, y en la docencia de la gramática española.