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Sociedad

Cuando el dolor se multiplica

Atenea, Neybee y Ángela sufrieron violencia hospitalaria durante la pandemia de la COVID-19 en Perú. Un fenómeno de deshumanización del paciente que ha provocado más dolor en los enfermos y sus familiares. Sus testimonios son prueba fehaciente de ello.

El fenómeno de la despersonalización del paciente se ha intensificado durante la pandemia. Foto: Oswaldo Charca/La República
El fenómeno de la despersonalización del paciente se ha intensificado durante la pandemia. Foto: Oswaldo Charca/La República

Prometo solemnemente dedicar mi vida al servicio de la humanidad. Velar ante todo por la salud y el bienestar de mi paciente. Respetar la autonomía y la dignidad de mi paciente (...) Hago estas promesas solemne y libremente, bajo mi palabra de honor. (Juramento hipocrático actualizado)

Atenea todavía siente cómo se le quiebra la voz cuando recuerda a su padre. Aún mueve sus manos intentando explicarse por qué tuvo que morir así, en medio de un abandono irracional de parte de quienes debían haberlo cuidado hasta el final.

Sentada en una banca del Centro de Lima, narra los momentos más crudos que vivió Walter Yactayo, su progenitor, cuando fue trasladado a la Clínica Jesús del Norte luego de infectarse con COVID-19 en junio de 2020. “‘Entren a la fuerza, nadie me hace caso. Me muero’, nos escribía mi papá. Él necesitaba estar en una silla de ruedas porque también sufría del nervio ciático. Además, requería apoyo para cambiarse, ya que constantemente se mojaba”, narra Atenea, con la mirada perdida, como posando su mente en esos días trágicos, irreales.

“Cuando llamamos al doctor que lo veía, nos dijo que no era su responsabilidad y que solo estaba encargado de dar informes de evolución. Esto se me quedó grabado, porque se supone que el personal debe velar por los cuidados integrales del paciente”, reflexiona.

Clínica Jesús del Norte

Clínica Jesús del Norte

Por esas fechas, el país registraba más de 279.000 contagios por coronavirus y se superaban los 9.000 fallecidos (según el Minsa). El colapso total del sistema sanitario provocaba largas colas en los hospitales, una búsqueda incesante de oxígeno y un sinfín de bolsas negras cargando cuerpos inertes hacia un adiós solitario. Postales que se convirtieron en cotidianidad. En ese panorama, Atenea y sus hermanas buscaban desesperadamente atención para su padre.

Pero cuando la encontraron, empezaron a sentir que el dolor se multiplicaba. No recibían información completa sobre su evolución, no podían verlo, la deuda por el internamiento no hacía más que crecer y, de acuerdo a los mensajes que conservan, se evidencia que Walter Yactayo no recibió la atención digna que todo enfermo se merece. “Mi padre no debió morir así”, recalca su hija.

“Violencia hospitalaria”

La abogada Patricia Barbado, presidenta de la Fundación Magna para la Promoción de la Dignidad en el Trabajo de Argentina, en su artículo ‘La violencia hacia los pacientes por parte del equipo médico’, indica que existen varias formas de abuso físico normalizado que se visibilizan en el “trato brusco al momento de las exploraciones y los tratamientos cruentos administrados sin tomar medidas para evitar el dolor, y, respecto de los pacientes hospitalizados, con la privación prolongada o continuada de alimentos o agua, la demora en la atención de las necesidades de aseo o con la restricción física irrazonable”.

Mientras que la violencia psicológica se evidencia en “humillaciones, amenazas, hostigamientos u otras actitudes intimidantes, gritos, retos e, inclusive, tratamientos paternalistas, etc. También la ‘falta de atención’ o el trato frío, indiferente, impersonal y carente de empatía, o cuando los pacientes no son informados adecuadamente acerca de su dolencia y el tratamiento que van a recibir, o cuando no son escuchados o no reciben una respuesta al manifestar su disconformidad con el tratamiento recibido”.

Neybee, de 22 años, está sentada en el sillón gris de su vivienda ubicada en Puente Piedra. Ella enfermó durante la pandemia y, aunque no fue por coronavirus, relata que fue víctima de maltrato físico y psicológico por parte de personal de salud que la atendió en el Hospital Cayetano Heredia.

Durante la mayor parte del 2020, los nosocomios centraron sus esfuerzos en priorizar el cuidado de pacientes COVID-19 y emergencias; sin embargo, a finales del año pasado, el Ministerio de Salud (Minsa) aprobó el retorno de las atenciones a enfermos con otros males. Pero la llegada de la segunda ola generó un nuevo colapso.

En medio de este, en marzo de 2021, Neybee acudió junto a su hermana al Cayetano Heredia porque presentaba un sangrado acompañado de lo que ella llamaba “manchas marrones”, algo que consideraba extraño, pues nunca le había pasado. Una enfermera fue la primera en atenderla. “No me dijo quién era, ni a qué se dedicaba, ni qué me iban a hacer. No se presentó. Solo nos dijo que compremos algunas cosas y saquemos cita”, cuenta.

Todo fue en picada a partir de ese momento. “Cuando me llamaron, yo estaba feliz porque ya me iban a atender. Pero al entrar el doctor no me preguntó qué dolores tenía, nada, absolutamente nada. Me dijo ‘quítese la ropa y siéntese ahí’”, añade, ahora con el rostro compungido.

“Me dijo ‘rápido, rápido’, de manera brusca. Pensé que quizá tenía muchos pacientes. Me quité la ropa. El doctor no me dio tranquilidad antes de iniciar la revisión. Me agarró y me introdujo un aparatito para revisar por dentro. Ni siquiera me dijo que me calme o me preparó. Me dolió. Eso sí me afectó, además de que estaba sola con él”. Neybee baja un poco la voz cuando termina de narrar lo ocurrido. Su rostro aún tiene claro el maltrato sufrido.

Luego de vestirse, el médico le dijo que no tenía nada y que podía irse a casa. No le explicó a qué se debía el sangrado ni el color marrón que ella había encontrado. Al salir, ella empezó a llorar. Le contó a su hermana lo que había pasado y acudieron a una clínica. “Ahí me dijeron que tenía un quiste de tres centímetros y me recetaron pastillas”, finaliza.

Cuestionada por este medio, la Defensoría del Pueblo indicó que solo recibió una queja de un ciudadano con respecto a un presunto maltrato recibido por parte del personal de salud en hospitales o clínicas.

Además, la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) entidad encargada de recibir las denuncias cuando no se recibe un servicio de salud adecuado, tampoco cuenta con data relacionada al maltratos que hayan recibido pacientes al acudir a un establecimiento de salud.

Las personas consultadas por este diario, quienes admitieron haber padecido de este tipo de violencia, afirmaron que desconocían de la existencia de Susalud o que las denuncias “no llegan a nada”. A la par, añadieron que preferían no exponerse más en medio de la pandemia.

Mario Ríos, abogado de pacientes y especialista en salud pública, explica que la pandemia ha ocasionado un colapso sanitario que también se evidencia en la total vulneración de derechos en establecimientos de salud. “La gente ya no piensa en interponer una denuncia o queja, solo desea recibir el servicio y salvar a sus familiares. La pandemia ha maximizado todo tipo de maltrato. Por eso, Susalud tampoco puede cumplir con su rol”, argumenta.

Ríos recuerda que se puede presentar un reclamo en el mismo establecimiento de salud, en Susalud o en la Defensoría del Pueblo.

Hacia la despersonalización del paciente

Mónica Burgos y Tatiana Paravic, magísteres en Enfermería por la Universidad de Concepción, en su artículo ‘Violencia hospitalaria en pacientes’, explican que el proceso de despersonalización del paciente en un ambiente hospitalario es un fenómeno que se caracteriza por la preocupación en la atención específica de la enfermedad, pero no de la integridad humana en general por parte del personal de salud.

“Esta despersonalización creciente, en la que la persona ha pasado a un lamentable segundo plano -ya sea por el aumento de la demanda asistencial y tecnificación de la atención de salud que otorgan los hospitales e instituciones afines, donde la actitud humanizante que debe caracterizar la relación entre prestadores y usuarios se ha ido deteriorando-, ha reducido la visión integral del paciente como ser biopsicosocial, adjudicándose el protagonismo a la enfermedad”, detallan.

emergencias

emergencias

Así le pasó a Ángela el día en que llevó a su abuelo al Hospital Almenara de EsSalud, luego de que presentara una saturación de 83 debido a un cuadro grave de coronavirus. Ahí, cuenta, fueron víctimas de varios maltratos por parte de personal de salud.

“El primer punto es que nadie te da respuesta de nada. Si quieres saber algo, te acercas a una enfermera, pero están con un genio brutal, y solo te dicen que no saben nada. Estuvimos esperando bastante tiempo. Mi abuelo es adulto mayor y no había ni silla de ruedas”, relata.

“Estábamos esperando que lo atiendan y en eso sale un doctor. Me acerqué para hacerle una consulta y lo primero que me dijo fue ‘no hay oxígeno’. Yo le dije: ‘qué quiere decir que no hay oxígeno’. Y me repitió: ‘no hay oxígeno, no hay pues’. Lo decía a todos. Era la única respuesta que nos daba. Reaccioné y le dije: ‘¿entonces dejo que mi abuelo se muera?’ Entendí que nos decía que no había oxígeno y que nos vayamos a casa. Ahí recién volteó y me dijo: ‘no te estoy diciendo eso’, en tono amargo. Le pregunté a qué se refería y solo añadió que en ese hospital estaban desabastecidos y se metió a su consultorio”, recuerda Ángela, con indignación. No encontró humanidad en las palabras del doctor.

Luego la enviaron a gestionar una nueva prueba de antígeno para su familiar, pero al momento de acercarse al lugar indicado, la encargada le dijo que el médico se había equivocado en una letra del nombre de su abuelo y no le podían realizar el descarte.

“Nos mandaron de nuevo con el médico. Una cola de una hora nuevamente. Vimos que era un trámite de nunca acabar así que pedimos el alta voluntaria”, concluye.

Este medio se comunicó con Susalud para recoger datos sobre la cantidad de denuncias de personas por maltrato de parte del personal de salud o en centros hospitalarios; sin embargo, indicaron que no los tienen. Asimismo, se pidió una entrevista para que se explique el proceso que deben seguir las personas en esos casos pero, hasta el cierre de la nota, no respondieron a la solicitud.