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Sociedad

Jóvenes en Cusco ayudan en sus estudios a escolares durante pandemia

Voluntarios. Los "Quispe", dedican de lunes a viernes dos horas de su tiempo para apoyar en tareas a estudiantes de comunidad de Tambomachay en Cusco.

ayuda. Estudiantes de secundaria usan ambiente a medio construir para poder estudiar.
ayuda. Estudiantes de secundaria usan ambiente a medio construir para poder estudiar.

Maribel Mamani

Cusco

Daniel, Priscila, Sussan y Franklin, tienen algo que los une, todos llevan en común el apellido quechua ´Quispe´ o qespe que significa cristal, el que brilla. Ellos destacan en su comunidad porque apoyan a los escolares de su comunidad de Tambomachay - Pucará Quesar Grande, ubicado a solo 20 minutos de la ciudad de Cusco. En esta comunidad habitan cerca de 240 personas.

En este poblado se ha entendido el verdadero significado de la palabra ´comunidad´; y antes de quedarse de brazos cruzados esperando que sus autoridades solucionen las dificultades que viven los escolares, decidieron actuar. Daniel Quispe Miranda, una de las cabezas del proyecto, puso nuevamente en funcionamiento la biblioteca comunal para ayudar a todo los niños.

A la iniciativa se sumaron tres jóvenes, Sussan Quispe Puma, Priscila Quispe Cayllahua y Franklin Llamoca Quispe de 19, 23 y 18 años respectivamente. Ellos vieron que muchos de los adultos no pueden manejar un celular. Además que tienen dificultades para guiar a sus hijos en la enseñanza de tareas, debido a que no tuvieron acceso a educación. A esta situación se suma que solo hay señal telefónica de una empresa, y sintonizar la radio y el canal del Estado, es toda una hazaña. Por ello decidieron dedicar dos horas de su tiempo de lunes a viernes a los niños de este pueblo.

Sussan es estudiante de enfermería, su vocación de ayuda, la llevó a apoyar a los más pequeños. Ella está a cargo del nivel inicial, asegura que la paciencia es su mayor virtud y no tiene problemas en ayudar con sus tareas a los más pequeños, además de reforzar algunos temas.

Priscila estudia contabilidad y decidió apoyar a los estudiantes de primaria después de que varios padres la buscaban. Hace dos años asiste voluntariamente a la Biblioteca Comunal para ayudar a los pequeños en sus tareas. Ella ha tenido algunos altercados con maestros, debido a que en algunos casos se encarga de mandar la tarea de los escolares por su celular. Afirma que hay docentes que se niegan a agregarla a los grupos de estudio y no entienden que hay padres que no manejan la tecnología.

Franklin es el menor de todos ingresó hace poco a la carrera de Ingeniería Informática, y aunque en el grupo reducido de escolares de secundaria parece uno más, es quien comparte sus conocimientos preuniversitarios con sus “amigos”, como él los llama. Los cerca de seis escolares que acuden a diario son los más sacrificados, pues por dar prioridad a los más pequeños utilizan un ambiente a medio construir, sin ventanas ni puertas.

Todos coinciden en que la única forma de salir adelante es siendo solidarios. Piden a personas de buen corazón que los apoyen con materiales educativos y algunos equipos como impresora y computadora. Parece que estas necesidades tan elementales serían fáciles de satisfacer, pero no es así.

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