¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?
Sociedad

Las lecciones del miedo

“Para que la cuarentena sea viable, sería preciso proveer de alimentos a los más necesitados, aquellos que, si no salen a trabajar, no comen”.

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Leí en las redes sociales un mensaje conmovedor de un trabajador cuya función es recoger la basura. Estos días de angustia se han visto videos virales de merecido reconocimiento al sacrificado trabajo del personal de salud, en países como España o Italia. Sin embargo, en el forzado recogimiento al que esta pandemia nos está arrastrando, algunos puntos ciegos cotidianos se despejan. El trabajo de este hombre que no puede parar y al que, por lo general, ni siquiera miramos, se revela en toda su grandeza. ¿Qué sería de nosotros sin ellos?

Esta es solo una de las innumerables situaciones que se están visibilizando en este momento excepcional de la humanidad. A diferencia de la gripe española de 1918, la interconexión mundial del siglo XXI trae la peste en poderosos aviones de pasajeros, luego se transmite, en el Perú, en transportes públicos catastróficos. Una de las tantas paradojas a las que nos estamos viendo confrontados.

El trabajador de la basura en cuestión escribió su texto en inglés. La multitud de agradecimientos que recibió nos recuerda que también lo mejor de la humanidad aflora en lo peor de la crisis. Pero, en el otro lado de la balanza, se amontona lo peor: consumo desenfrenado e irracional producto del pánico, desaparición de productos de higiene indispensables, comportamientos indisciplinados ante las consignas del Gobierno (hoy levanté la voz en un supermercado para que la gente respetara la distancia social de un metro; lo hicieron, pero estoy seguro que poco después regresaron a la costumbre nacional de hacer la cola pegado al otro, como si eso te hiciera ganar tiempo).

Jane Hirshfield (disculpen la traducción apresurada): “Tan pocos granos de felicidad/medidos contra toda la oscuridad/y aún así la balanza contrapesa”.

Sabemos que falta lo peor. Que somos un país pobre con un Estado carente de recursos e ineficiente, pese a que el Gobierno se está esforzando en hacer las cosas bien (“Los que más trabajan por la vida y por el mundo no son los gobiernos sino los árboles”, ha escrito William Ospina). Pronto vendrán medidas más drásticas. Hay una que me parece esencial y sería otro grano de lo mejor: para que la cuarentena sea viable, sería preciso proveer de alimentos a los más necesitados, aquellos que, si no salen a trabajar, no comen. Si las reservas del país no sirven para eso, estamos perdidos.

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