EN VIVO | Detienen a hermano y abogado de Dina Boluarte
Sociedad

Hallaron el cuerpo sin vida de Giacomo Boccoleri

13 días después. Joven deportista cayó al río Cañete y fue arrastrado 10 kilómetros. Búsqueda movilizó a la Marina, FAP y a la PNP. Sus restos fueron llevados a la morgue.

Perder a los padres nos hace huérfanos. Perder a la pareja nos hace viudos... pero perder a un hijo no tiene nombre.

No existe una palabra para tanto dolor y desolación, y estos son los sentimientos que embargan a los padres del joven deportista y viajero Giacomo Boccoleri, de solo 22 años, que desapareció la noche del primero de enero a orillas del río Cañete, muy cerca del poblado de Laraos, en Yauyos.

El conmovedor e imponente panorama cordillerano de la Reserva Paisajística Nor Yauyos-Cochas fue el escenario de esta tragedia.

Desde el primer día sus padres encabezaron la búsqueda, se instalaron en el poblado de Laraos y con el apoyo logístico de la comunidad campesina lograron movilizar a una cadena humana integrada por familiares, amigos, rescatistas, pescadores de camarones, bomberos, militares y policías expertos en salvamento. Desde Lima, grupos de expedicionarios y viajeros aportaron drones, equipos, alimentos y agua para el mantenimiento de los rescatistas.

Hombro a hombro, todos se sumaron a la búsqueda. Los buzos expertos en rescate pusieron en riesgo sus vidas al sumergirse en la aguas torrentosas y heladas del río Cañete para hurgar en cada recodo, debajo de las piedras, en los remolinos y cavernas de ambas orillas. Metro a metro fueron cubriendo la zona. Al mismo tiempo, desde la superficie, decenas de amigos y familiares rastreaban las orillas desde el amanecer, luego de pernoctar en campamentos instalados en las escasos llanos que permite el cauce crecido de estos días.

Esa cadena humana y solidaria tuvo su primera novedad el viernes pasado con el hallazgo de la casaca y una zapatilla de Giacomo. Fue una brisa de esperanza para los rescatistas. La búsqueda se incrementó todo el fin de semana con más apoyo de la población local.

Fue precisamente un campesino local quien ayer al mediodía dio la voz de alerta: al fondo de un abismo conocido como “Morro de Arica”, situado a la altura del kilómetro 146 de la carretera Cañete-Yauyos (poco más de diez kilómetros río abajo del lugar donde desapareció Giacomo) vio lo que parecía un cuerpo que flotaba atrapado entre troncos y piedras, muy cerca de un islote cubierto de vegetación.

La alerta movilizó a buzos de la Marina de Guerra y a comandos del Ejército. Cuando las imágenes del dron de la Policía Nacional del Perú confirmó el hallazgo, los rescatistas lograron recuperar el cuerpo. Un tío de Giacomo pudo identificarlo. El cuerpo fue trasladado a la morgue de Cañete.

Para los comuneros de Laraos, hasta la naturaleza jugó a favor de la búsqueda: mientras en casi toda la sierra peruana la lluvia provocaba huaicos e inundaciones, en las alturas del río Cañete casi no llovió mientras duró el rescate. “El viernes, cuando encontraron la ropa del joven deportista, cayó una suave lluvia –recordaron–, pero no volvió a llover y pudimos continuar rastreando la zona”.

La carencia de lluvias permitió que los operarios de la vecina represa del grupo Celepsa cerrarán las compuertas del dique y así redujeron considerablemente el caudal.

Los comuneros recuerdan que el año pasado un pescador fue arrastrado por la corriente. Lo buscaron sin mayor suerte porque el río creció con las lluvias y el caudal se llenó de barro. El cuerpo fue hallado río abajo en abril, cuando bajó el caudal por la ausencia de lluvias.

Ahora Giacomo ya descansa en paz. Su muerte dio vida a una épica jornada de solidaridad ante una tragedia.

.

.

Los artículos firmados por La República son redactados por nuestro equipo de periodistas. Estas publicaciones son revisadas por nuestros editores para asegurar que cada contenido cumpla con nuestra línea editorial y sea relevante para nuestras audiencias.