Radiografía de Juliaca, la ciudad del campeón del fútbol peruano
Dura realidad. El campeonato de Binacional reveló los problemas que padece Juliaca, una ciudad que carece de servicios básicos como agua y desagüe. Además tiene un problema de nunca acabar sobre dónde depositan la basura.
Mónica Cuti, Liubomir Fernández y Zenaida Zea
Deportivo Binacional, el campeón del fútbol peruano, está marcado por el espíritu del puneño emprendedor. Con la consigna de que nadie es profeta en su tierra, este abandona su terruño para buscar mejores oportunidades.
Binacional fue fundado en 2010 por una asociación de tricicleros de Desaguadero (Puno), un distrito asentado en las riberas del Titicaca, el lago más alto del mundo que comparten Perú y Bolivia. Emigró a Arequipa para ascender al fútbol rentado, consiguió su objetivo en 2017. En la competencia profesional, el equipo celeste nunca despertó el interés de los arequipeños. Jugaba en el estadio de la Unsa con las gradas vacías. Entonces su dirigencia, encabezada por Juan Carlos Aquino, trasladó la sede a Moquegua. Tampoco les fue bien el año pasado.
Después de varias idas y vueltas, este año eligieron Juliaca como su sede. Volvía el fútbol profesional a la ciudad más comercial de Puno. Fue un boom. Los días u horas previos a los partidos en las afueras del estadio Guillermo Briceño Rosamedina, se formaban largas colas. Con ese apoyo incondicional y los 3 825 metros sobre el nivel del mar, los celestes sumaron los puntos necesarios para alcanzar el máximo trofeo.
Sin embargo, esa historia idílica entre Binacional y Juliaca se resquebrajó con la muerte del futbolista Juan Pablo Vergara. Sufrió un accidente en la carretera y la falta de equipamiento médico en la clínica que lo atendió provocó el desenlace fatal. El ahora exentrenador Roberto Mosquera era el más enfático con las críticas a la ciudad: “no puede ser que para una resonancia magnética haya que viajar hasta Arequipa”. Los problemas de corrupción, insalubridad e informalidad eran expuestos por Mosquera en la conferencia que brindaba.
Juliaca es la capital de la provincia de San Román, compuesta por 276 mil personas. Sus problemas se aprecian desde el ingreso a la ciudad. Columnas de humo se alzan al cielo. Miles de toneladas de basura son incineradas. Es el tratamiento precario que se le da a los residuos sólidos.
El problema sanitario de Juliaca existe desde siempre. Hace dos semanas, un grupo de dirigentes de la Central de Barrios se encadenó en la Municipalidad Provincial de San Román exigiendo a las autoridades actúen y terminen con el problema. Orlando Fernández, presidente de la Central, se queja de que ninguna de las anteriores gestiones se preocuparon del tema.
La ciudad calcetera no cuenta con un terreno para su relleno sanitario, donde almacenar los residuos. Hasta octubre de este año funcionaba el botadero de Chilla que recibia 160 toneladas de residuos a diario, de toda la provincia de San Román. Juliaca es la que genera más residuos. Según estudios, cada poblador genera medio kilo de basura a diario.
Pese a que existía el botadero, algunos municipios distritales crearon sus propias zonas de almacenamiento dentro de sus jurisdicciones de forma irregular e insalubre. Incluso enterraban sus desperdicios y otros optaban por descargar sus desechos en los ingresos y salidas de Juliaca.
Chilla era un botadero cuestionado por pobladores de seis pueblos. Estos convivían con la contaminación, recuerda el gerente municipal de San Román, Ricardo Álvarez; pues a metros del botadero las familias de San Nicolás, Las Américas, Las Estrellas, Tintaya, Los Próceres y Nicolás Vizcarra Zea realizaban sus actividades cotidianas con normalidad pese a la cantidad de moscas y roedores en el lugar.
Botadero Juliaca
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María Quispe recuerda esa experiencia. Ella vive a menos de 50 metros de lo que era el botadero, optó por establecerse ahí por necesidad, no tenía a dónde ir, cuenta. Pese a que Chilla fue cerrado y cubierto con tierra, los malos olores continúan. A su costado hay pozas de oxidación de donde emanan olores insoportables, pues los líquidos del botadero filtran y los desagües de algunas viviendas también. Caminamos sobre el botadero ya cubierto, y por encima se ve cómo el líquido maloliente brota como si se tratase de ojos de agua.
Para dejar de ser utilizado, se crearon unas celdas transitorias para almacenar desperdicios en el sector de Huanuyo, distrito de Cabanillas, a 30 kilómetros de la población más cercana, pero la aceptación de los pobladores de este distrito no fue favorable, señalaban que contaminaría su suelo. Desde octubre a diciembre, impidieron el ingreso de vehículos que cargaban los desperdicios desde Juliaca, hicieron bloqueos humanos.
Esto hizo que la ciudad del campeón nacional colapsara aún más con la cantidad de basura. No solo en los ingresos y salidas, también al interior. A inicios de diciembre, acompañados de policías, los vehículos lograron ingresar a Huanuyo. Los trabajadores del lugar recuerdan que los camiones tenían que descargar de noche para no ser detectados por los pobladores.
Huanuyo se encuentra entre cerros verdes. Las celdas están cubiertas con geomembranas que impiden la filtración de líquidos y su contacto con la tierra. A diario ingresan entre 5 a 7 camiones con desechos. La maquinaria se encarga de dispersar los montículos de basura y equiparar la superficie, luego le echan cal y desinfectantes para evitar los olores nauseabundos, señala Edwin Palomino, encargado de la distribución de la maquinaria.
Pese a que Huanuyo tiene la aprobación del Ministerio del Ambiente, es un foco infeccioso. Ahí un grupo de recicladoras trabaja a diario. Algunas contaron que pertenecían a una empresa privada pero que no les entregan indumentaria para realizar su trabajo. “Lo que usamos nos lo compramos nosotras”, dice Juana. Ella solo lleva un mandil, tapabocas, sombreros y guantes de cuero. Dice que está acostumbrada a sortear las jeringas y vidrios rotos para no cortarse. Para no contraer enfermedades se vacuna tres veces al año contra el tétano, no tienen más protección.
Huanuyo solucionará el problema de contaminación, pero solo por siete meses, después la basura volverá a ser un problema si no se construye un relleno sanitario. Para encontrar el lugar, el municipio evaluó varios sectores y continúan en la búsqueda. El nuevo relleno sanitario costaría más de 23 millones de soles, será financiado por el Ministerio del Ambiente.
Sin agua ni desagüe
Cuando Deysi Condori Arica tenía 13 años, participaba de las reuniones de su comunidad donde buscaban agua y desagüe. Hoy, a sus 50 años, continúa en la lucha para que sus vecinos obtengan los servicios básicos, ella hace siete años recién lo logró, tuvo que dar cuotas junto a otros pobladores para pagar la instalación. Deysi solo tiene un hijo.
En la salida norte de la ciudad de Juliaca, a la altura del puente Maravillas, también está el profesor Aurelio Nina Mamani (56); él no hace uso de servicios higiénicos a pesar que tiene vivienda de material noble de dos pisos. Aurelio, al igual que sus vecinos de la zona, utilizan silos para hacer sus necesidades o evacuan sus desechos en baldes y en las primeras horas del día se deshacen de ellos. Esta escena se repite en toda la periferia de la ciudad.
Según el gerente municipal, Ricardo Álvarez, menos de un 30% de la población tiene servicios. Seda Juliaca, que abastece de agua y desagüe, solo cuenta con 64 mil 976 conexiones a hogares que benefician directamente a alrededor de 140 mil pobladores, por lo que más de 243 mil no tienen servicios, hacen uso de silos y extraen agua del subsuelo.
Rodolfo Quispe Paca, jefe de facturación de Seda Juliaca, dice que el problema se debe a la falta de sistemas de conexión. Actualmente la infraestructura de redes es limitada. Existe un proyecto integral que está en manos del Ministerio de Vivienda para ampliarlo.
“Ahora, tampoco se puede atender a todos porque cada vez la población crece. A esto se suma que casi todas las zonas alejadas están instituidas por invasiones, donde no existe saneamiento urbano. Solo es factible atender nuevas conexiones donde existen redes actuales”, precisa Quispe.
Silos en Juliaca
Juliaca consume alrededor de 12 millones de metros cúbicos de agua al año, según data de Seda. Atender a toda la población supondría más de 30 millones de metros cúbicos. Agua hay, pero no existen redes de conexión, dice el funcionario.
El líquido que consume la población de los pozos tubulares tampoco es apto para su salud. Está contaminado con altas concentraciones de arsénico que superan lo dispuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un estudio financiado por la Dirección Académica de Responsabilidad Social de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Con este panorama, a Juliaca aún le hace falta ganar más partidos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Mañana, segunda parte.