Sociedad

Alas cusqueñas

“El GR de Cusco también debería evaluar el grave impacto que viene provocando la creciente urbanización del Valle Sagrado de los Incas”.

Roberto Ochoa
Roberto Ochoa

El Gobierno Regional de Cusco (GRC) anunció una comisión para evaluar los riesgos al patrimonio arqueológico provocados por la construcción del aeropuerto en Chinchero. Lo hizo para subirse a la ola provocada por la sugerencia de la Unesco.

Me parece bien que las autoridades cusqueñas se pongan las pilas con ese tema.

Pero no es lo más urgente.

Lo que el GRC debe hacer es comprometer –no de palabra sino con firmas de por medio– a las autoridades, gremios, universidades y frentes de defensa locales para evitar la inminente urbanización en los alrededores del nuevo aeropuerto. Me refiero a lo que en Cusco llaman la “juliaquización” de la ciudad con la descontrolada construcción de viviendas, negocios, grifos, paraderos informales y otras lacras que sufre la capital cusqueña y epicentros turísticos como Ollantaytambo y Aguas Calientes.

Esta es la principal amenaza para el paisaje cultural de Chinchero.

De paso, deben comprometerse a convertir el actual aeropuerto en un gran parque que sirva como pulmón para la ciudad de Cusco, ahora contaminada por miles de autos, buses, camiones, mototaxis y los más de 30 vuelos diarios que recibe el peligroso aeropuerto qosqoruna.

Y ya que hay tantas voces preocupadas por el paisaje cultural de Chinchero, el GR de Cusco también debería evaluar el grave impacto que viene provocando la creciente urbanización del Valle Sagrado de los Incas, convertido ahora en el “Eisha campestre” de miles de limeños que ven la paja en el ojo ajeno pero olvidan la viga en el propio.

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