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Sociedad

El joven que paga sus estudios universitarios vendiendo panes con pollo

En su primer día de venta solo trajo cinco panes para una muestra, pero hoy vende alrededor de 400 al día y ha logrado formalizar su negocio.

Actualmente, Ángel cuenta con 15 colaboradores que trabajan para su negocio.
Actualmente, Ángel cuenta con 15 colaboradores que trabajan para su negocio.

Los problemas económicos afectaron su bolsillo, pero las ganas de vender e innovar no faltaron. Esta es la historia de Ángel Altamirano, un joven conocido como ‘El chico de los panes’, que viene pagando su carrera universitaria vendiendo 400 panes con pollo al día. Gracias a una idea que vino de su madre por una receta de mayonesa que a él le encantaba.

Pan ciabatta, lechuga, papitas, cremas; a veces con durazno, tocino o cabanossi. A simple vista, parece algo sencillo. Pero, ¿qué tiene de especial? El joven de 23 años comenta que su carisma influyó mucho, sumado al nuevo diseño y a las publicaciones que tuvo en la página de Facebook de esta microempresa.

Todo empezó cuando Ángel no la pasaba tan bien en casa. Su padre había fallecido cuando él tenía ocho años y la economía los afectaba constantemente. Fue becado por toda la secundaria, pero eso no cubría otros gastos extracurriculares. Así empezó este negocio que se trasladó, hasta hoy en día, a la universidad.

Actualmente, Ángel cuenta con 15 colaboradores que trabajan para su negocio.

Actualmente, Ángel cuenta con 15 colaboradores que trabajan para su negocio.

¿Cómo introdujiste esa idea del colegio a la universidad?

Cuando estaba estudiando Comunicaciones en la Universidad de Lima, los problemas económicos resurgieron, y un profesor me dio la idea de vender algo en mi zona de confort, porque no me gustaba la idea de volver a trabajar en una empresa. En el primer día de venta, solo traje cinco panes para hacer una muestra y al día siguiente traje unos diez y como el producto pegó empecé a traer más.

¿Qué te dijo tu profesor luego de ver cómo creció tu negocio?

Se sientió satisfecho, porque formó parte de esta historia. Él no creía que iba a crecer tan rápido y no pensó que se iba a formalizar.

¿Notaste otra gente que vendía panes con pollo en la universidad?

Cuando era cachimbo, les vendía a mis amigos de los primeros ciclos. Ese era mi monopolio. Pero cuando pasé a tercer ciclo, ahí me di cuenta que había una chica que vendía panes con pollo más ricos que los míos. La chica me empezó a quitar mi clientela. En ese momento vendía 60 panes y bajé a 30, y costaba lo mismo: S/. 2,50. Al siguiente ciclo, ella dejó de vender, y llevé un curso que se llama Fundamentos de Marketing y la profesora siempre me ponía de ejemplo; entonces decidí hacer una marca y como la gente me decía ‘El chico de los panes’, me quedé con ese nombre.

El joven se encuentra cursando el séptimo ciclo de Ciencias de la Comunicación en el séptimo ciclo de la Universidad de Lima.

El joven se encuentra cursando el séptimo ciclo de Ciencias de la Comunicación en el séptimo ciclo de la Universidad de Lima.

¿Cómo llegó la formalización en tu negocio?

Luego que un amigo me hizo una aplicación de delivery con el nombre de mi empresa, ‘El chico de los panes’, un compañero me comentó la posibilidad de formalizarme y me dio miedo, porque pensé que la universidad no me iba a permitir vender, ya que había mandado tres cartas y las habían rechazado. El problema con la informalidad es que no puedes crecer y en noviembre del 2018 lo hice y saqué un préstamo de 10,000 soles. Con un chico llamado André y el creador de la aplicación, Nicolás, innové con el proveedor de pan, de pollo y el logo. Todo esto lo hicimos sin ninguna garantía de que la universidad me iba a permitir vender adentro. El proceso de formalizar duró dos meses, mandé nuevamente otra carta, crucé los dedos y aceptaron.

Cuando te dijeron que sí, ¿qué sentiste?

En ese momento solté unas lágrimas y no lo podía creer. Sentí que mi papá me dio una mano del cielo, porque él fue panadero. Mi padre se sentiría orgulloso, ya que él tenía carisma y eso lo heredé de él.

¿Los clientes te llegaron a reclamar cuando ibas a cambiar el precio?

Cuando les dije eso a través de mi publicación por Facebook, la publicación tenía 200 reacciones y 150 de ellas era “me entristece”. Pero cambié de target y perdí el 40 % de mis clientes, pero gané otro tipo de público. El objetivo es ser una marca que escale en otras universidades, porque aquí tengo una historia de un estudiante que quiere dar lo mejor con sus panes.

Desde ese primer día que vendiste cinco panes hasta hoy, ¿cómo podrías describir todo ese proceso?

Creo que fue la historia de un chico que fue muy terco. Mi mamá se conformaba cuando vendía 60 panes con pollo, ya que con eso podía pagarme tres cursos. Pero yo me negué y de ahí fueron 240 que se vendían al día, hasta que la universidad no me permitió estar ahí. Me fui a vender afuera, a tal punto que fiscalización me quitó una caja llena de 90 panes y mi mamá me dijo que estaba corriendo mucho riesgo. Pero seguí vendiendo y la terquedad ayudó mucho en ese aspecto.

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