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Política

El muro de papel del fujimorismo

“Y a la postre, cabe abrigar la esperanza de que empiece a cuajar una opción de derecha liberal, democrática y moderna, que prospere por encima de los escombros mercantilistas...”.

Juan Carlos Tafur
Juan Carlos Tafur

Un sector poco ilustrado de las élites políticas y empresariales del Perú nos quería vender el cuento de que el fujimorismo era imprescindible porque sin él era inevitable que el país cayese en manos de las izquierdas.

Así, se decía que los pobres del país captados por la propuesta de derecha populista y autoritaria del fujimorismo, en su ausencia podrían decantar en fórmulas radicales a las que su condición de pobreza supuestamente les conduciría de modo natural. Haciendo gala de un mecanicismo pueril, vendían la especie de que el fujimorismo era un dique formidable frente a la amenaza latente de un país al borde de teñirse masivamente de rojo.

Por ello, insinuaban o argumentaban (los más sinceros) que había necesidad histórica de apoyar al fujimorismo, con sus muertos y heridos, con sus activos y pasivos, porque si no el país se encaminaría a paso firme fuera del redil del modelo económico.

Lo cierto es que la data pura y dura desmiente por completo tan peregrina tesis. El politólogo Carlos Alberto Adrianzén ha publicado los resultados de aplicar una técnica de análisis de datos que muestra el destino que han seguido los votantes que se expresaron el 2016 por el fujimorismo respecto de la última elección de enero de este año.

Como se sabe, Fuerza Popular obtuvo el 2016 un 39.87% de los votos válidos en primera vuelta. Hace un mes obtuvo apenas el 7%, resultado de una severa crisis de mando político desarrollado por una lideresa incompetente como fue Keiko Fujimori.

La matriz referida señala que el 10.26% se fue a APP, un 9.82 a Somos Perú, 6.07 fue a Acción Popular, 5.36 a Podemos Perú y 3.06 al Partido Morado, entre los más importantes del centro o derecha del espectro ideológico nacional. A la izquierda, presunta beneficiaria del desplome fujimorista se fueron migajas: 4.24% a Juntos por el Perú, 3.89 al Frente Amplio, 1.8 a Perú Libre y 1.13 a UPP. Alrededor de un escuálido 11% de los votos fujimoristas del 2016 recalaron en la izquierda el 2020.

De otro lado, más del 40% de los votantes del Frente Amplio del 2016 se fueron a UPP. La izquierda radical no tuvo una matriz fujimorista de origen. La izquierda se ha mantenido, en conjunto, en sus mismos niveles históricos de los últimos lustros. El incontenible “aluvión rojo” solo existe en las pesadillas irracionales de la extrema derecha peruana, la cual ve de ese color hasta a Vizcarra.

Contrariamente a las filias y fobias de los ultras peruanos, el desplome del fujimorismo lo que ha hecho es incrementar el número de votantes de la centroderecha, lo cual debería reforzar la vena democrática y reformista de este sector ideológico, con lo cual el Perú habría ganado notablemente, en términos políticos respecto de lo que significaba la casi imbatible maquinaria naranja, una clara amenaza democrática.

Y a la postre, cabe abrigar la esperanza de que empiece a cuajar una opción de derecha liberal, democrática y moderna, que prospere por encima de los escombros mercantilistas, autoritarios y ultraconservadores del fujimorismo keikista.

-La del estribo: previamente al inicio de las puestas de teatro se suele recomendar (rogar) a las personas que apaguen sus celulares y que no solo los pongan en silencio porque las luces de la pantalla también molestan. Debe agregarse otro pedido al público peruano: por favor, no es obligatorio que se desternille de risa, menos aún en momentos dramáticos, cuando se dice una lisura o hay algún contenido erótico. Los actores no necesitan ser “motivados” por las inexplicables carcajadas de quienes parecen creer que ir al teatro supone algún jolgorio inducido.

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