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Política

Salvar la campaña

Una campaña novedosa en el fondo y en la forma.

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La reciente encuesta del IEP que publicó La República expone la realidad de un proceso electoral que aún no motiva grandes adhesiones. Solo el 40% dice tener la intención de votar por alguno de los partidos que se presentan a los comicios del 26 de enero, ninguno de los cuales alcanza el 10% de intención de voto. La mayoría de los partidos no supera el 1% de adhesiones, en tanto que el 60%, aproximadamente, afirma que votaría en blanco o no sabe por quién votar. En el sur del país, este porcentaje supera los dos tercios.

En estas respuestas existen elementos estructurales que se advirtieron en los comicios regionales y locales del año pasado. Esta omisión de opinión resume especialmente una convicción respecto de la escasa utilidad del voto, probablemente como consecuencia de la crisis de representación y de los hechos de corrupción de los elegidos por votación popular. Se entiende por ello que el 58% de los encuestados afirme que acudirá a las urnas por obligación, es decir, porque es un deber, porque no quiere pagar la multa y que es una molestia. Solo un tercio señala que en este acto ejercerá un derecho.

La indiferencia electoral no es nueva, pero en esta oportunidad tiene elementos coyunturales a contemplarse. No debe pasarse por alto la crisis previa que concluyó en la disolución del Congreso luego de que este ejerciera una obstinada política de bloqueo del Gobierno concitando el masivo rechazo ciudadano en cuotas que no se vieron antes. La consigna que exigía que se vayan todos resumía este sentir de la gente.

Habría que buscar las razones de la actual indiferencia también en la falta de motivación que suscitan los partidos. El problema no parece ser de demanda sino de oferta, es decir, de la escasa novedad de los partidos, tanto en rostros, imágenes y grandes propuestas. Desde ese razonamiento, son los grupos políticos los que están obligados a hacer de estas elecciones un punto de quiebre de la política peruana.

Para “salvar la campaña”, se precisa de un consenso mínimo de los partidos democráticos que no deben esperar encontrarse en el hemiciclio del Congreso luego del 26 de enero. Al iniciar un diálogo por el cambio, deben de trascender de la propuesta sobre la inmunidad parlamentaria, que no es la única de la que depende un mejor sistema democrático, y atreverse a consensos por lo menos en tres temas; la reforma política, los cambios la legislación de las actividades extractivas, por ejemplo la mineria, y una política de estado de lucha contra la corrupción en todos los frentes.